Boniface Ofogo, cuentacuentos: «La independencia africana fue una mentira, un engaño»
El también escritor vive ahora a 15 kilómetros de Bilbao pero nació en una aldea de Camerún. En su libro «Una vida de cuento» narra su historia. Con él, aprendemos sobre la cultura africana y el poder de la palabra.

El cuentacuentos hispanocamerunés Boniface Ofogo en Libros para Soñar, en Vigo. | José Lores

En el arranque del libro señala que se trata de un patrimonio emocional que desea compartir. Eso es muy profundo y generoso.
Así lo siento. He contado cosas que son muy propias como cuando mi madre me entregó la cabeza de cerdo para un profesor de matemáticas y yo me la comí. Mi madre no lo sabe, en cambio se lo he contado a la humanidad.
También indica que la tradición oral es una forma eficaz de combatir la deshumanización.
Yo quiero subrayar el valor y la vigencia mayor de la palabra oral. Son sociedades cada vez más incomunicadas paradójicamente. Con los medios de comunicación virtuales parece que estamos conectados con todos pero cada vez somos más solitarios. Muchos problemas que surgen ahora en el mundo es por la crisis de la palabra oral. No hay un problema que los seres humanos no puedan resolver por medio de la palabra pero ahora el lenguaje que impera es el de las armas. Tengo 59 años y no recuerdo que el mundo haya pasado una época tan crítica. La tradición oral es modesta pero ayuda para que recuperemos nuestra humanidad en crisis.
Lo entiendo pero desanima lo que sucede en Palestina, Irán, Israel, Ucrania... y lo que pasó semanas atrás cuando volcó un cayuco en Canarias en el puerto falleciendo siete personas.
Lo del cayuco ha levantado mucha indignación porque se ha visto pero esto pasa todos los días en el Mediterráneo y con barcos más grandes y, por tanto, más muertos. Ahora lo captó la cámara y nos echamos las manos a la cabeza.
Tardamos en acogerlos, les denegamos el permiso de residencia o la nacionalidad. Hay mucha hipocresía.
Estos náufragos africanos huyen de sus países inmensamente ricos. África no es un continente pobre, quizás sea el más rico, el más explotado por sus materias primas. La gente huye y les recibimos con alambradas, balas, centros de internamiento. Es indignante.
Da la impresión de que África vive una segunda colonización con el reparto de territorios para extraer minerales.
En muchos países los pueblos se están sacudiendo del imperialismo francés para caer en otro tipo de imperialismo, el ruso o chino... Yo quiero ver la botella medio llena. Yo veo a los pueblos de África luchar por su verdadera liberación. No es la segunda liberación, es la primera porque África nunca se había liberado. Las independencias fueron una mentira, un engaño. Eran gobiernos títeres manejados desde Europa. Todavía no somos independientes.
En el libro relata cómo entró en contacto con la tradición oral con su familia, acudiendo al Consejo de Ancianos donde aprendió el poder de la palabra. Es un lujo tener acceso a estas vivencias tan alejadas de nosotros.
Hay historiadores que dicen que África no ha aportado nada a la historia de la humanidad pero fue gracias a África que la Unesco instauró los premios al patrimonio inmaterial. No tenemos la torre Eiffel pero sí un rico patrimonio. La palabra oral está vigente y tiene mucho poder.
Usted representa la evolución de la figura del cuentacuentos, de cómo se ha profesionalizado.
Yo me siento afortunado; soy un ser privilegiado por poder vivir de este oficio yendo por colegios y países. Encima me pagan. Es un movimiento mundial de resistencia cultural. Está renaciendo; hay una toma de conciencia de que nos estamos alejando de nuestros valores más profundos para abrazar algo nuevo que no sabemos a dónde nos va a conducir.
En sus sesiones avisa a los niños de que van a iniciar una aventura con el relato.
El cuento oral, la literatura, el cine...son viajes. La imaginación es un vehículo que nos transporta a mundos que no conocemos e incluso imaginarios. La imaginación es verdad y tiene un poder ilimitado.
¿Cómo se encuentra su aldea, Omassa, la ha azotado la emigración?
Mi aldea sigue intacta, sin luz eléctrica, sin coches... Después de las oleadas migratorias de los 80 cuando los jóvenes huían a las ciudades, ahora estas son un hervidero, estrés, paro, delincuencia... Mucha gente está abandonando las ciudades para volver a las aldeas. En la mía, cultivan cacao y por fin parece que los productores reciben un precio más justo que el de antes. Por eso el precio del chocolate sube aquí. Falta que esto ocurra con otros productos. En esa lucha estamos: nuestro mundo rural necesita producir.
- Entrar en los dobles grados de Matemáticas, Física e Ingeniería Informática, solo para alumnos sobresalientes: exige más de un 13
- El pueblo costero en el corazón de Costa da Morte que pocos conocen: un santuario sobre el mar y una cascada preciosa
- Jennifer Lopez se marcha de Galicia tan diva como llegó
- Un vecino de Madrid alertó a la Policía de Vigo sobre la expulsión de los israelíes de un local por un «posible delito de odio»
- A la venta a solo 10 euros las entradas en la platea para el concierto de Ana Belén en Castrelos
- Un hostelero de Vigo expulsa a unos israelíes de su restaurante: «En mi bolsillo no puede entrar dinero pagado por ellos»
- Jennifer López se marcha de Galicia tan diva como llegó
- La diva del Bronx «revienta» Pontevedra