Rosario Raro: «Mientras haya guerras no podemos considerarnos civilizados»

La escritora presentó en Club FARO «La novia de la muerte», una novela histórica Premio Azorín 2025 en torno a la labor de la activista Emily Hobhouse en el sur de África

Rosario Raro, a la izquierda,
y Nuria Sáinz, ayer, en el
Club FARO. |  Adrián Irago

Rosario Raro, a la izquierda, y Nuria Sáinz, ayer, en el Club FARO. | Adrián Irago

Vigo

«Mientras la humanidad haga guerras no nos podemos considerar civilizados», afirmó ayer la escritora Rosario Raro en Club FARO durante la presentación de su obra ‘La novia de la muerte’ (editorial Planeta), Premio Azorín de Novela 2025.

Inspirada en la figura de Emily Hobhouse, precursora del activismo por los derechos humanos durante la segunda de las guerras boeres en el sur de África en 1901, la novela contiene un alegato por la paz. «Dicen que Emily Hobhouse era una hippy de principios del siglo XX; yo digo que el mensaje de paz y amor no debería de ser solo de los años 70, sino nuestra guía para siempre», defendió Raro, quien manifestó además que «la guerra siempre es la misma, solo cambia el tiempo y el lugar, detrás de ella siempre está la codicia, en este caso la del Imperio británico por hacerse con las minas de diamantes y oro».

Presentada y entrevistada por la periodista Nuria Sáinz, la autora relató que llegó a la figura de Hobhouse de casualidad, a través de unas cartas que Gandhi escribió desde la cárcel a Tolstoi en las que la mencionaba cuando aludía a las dos décadas que vivió en el sur de África. «La llamaba ‘la constructora de puentes’, decía que llegó a encender la conciencia del mundo y que estaba a la altura de otros líderes espirituales de la época».

Ante una «figura tan inmensa» y desconocida a la vez, Raro se puso a documentarse sobre ella hasta que las fuentes consultadas empezaban a reiterarse. «Me produjo, además, mucha ternura: viajaba con un traje de novia en la maleta por si le pedían matrimonio; de hecho en lo alto del obelisco y el grupo escultórico que tienen en su honor en Bloemfountain (Sudáfrica) está su velo de novia».

También le llamó la atención que su protagonista, mientras sus hermanos varones estudiaban en Oxford, tuvo que quedarse quince años a cuidar de su padre prácticamente enclaustrada. Explicó que su activismo comenzó en sus columnas del periódico Manchester Guardian, donde desmanteló el relato oficial del Imperio sobre la guerra bóer, y luego pasó a la acción, a sus 35 años (que en la época serían como 60 de ahora). «La llamaban ‘la solterona histérica’, un insulto terrible en dos palabras porque aludía a su condición de mujer, a su estado civil y a su salud mental; y ‘rama seca’, como sin ser madre no fuera una mujer plena», comentó Raro.

Junto a ese personaje real y a políticos que aparecen en la novela, Raro ha creado una coprotagonista de ficción, Shayna, quien, junto a otros personajes ficticios le permiten tratar temas como el racismo, la guerra, el feminismo, el machismo, el amor, las desigualdades sociales o la homosexualidad, que sigue siendo delito en 30 países, recordó Raro. «Quise tratar la amistad de dos mujeres, una anónima, que llegan heridas por una traición a un escenario exótico donde tendrán la posibilidad de escribir una nueva vida», comentó la autora. En ese sentido, la novela aboga por las segundas oportunidades. «Para sobrevivir estamos obligados a creer que en cualquier momento la vida puede sacarnos a bailar», expresó la escritora, parafraseando a un personaje de una novela anterior.

Raro apuesta por que el lector viva una experiencia inmersiva, algo que consigue, en gran medida, con la descripción de los ambientes, en este caso Mozambique, el sur de África, las Tierras Altas de Escocia (de donde es uno de los personajes) y Londres, ciudad que dibuja brumosa, difusa, para mostrar «una sociedad hipócrita, de vicios privados y virtudes públicas, donde no se acepta el amor entre dos personas del mismo sexo y se habla de la nobleza de la guerra», comentó.

Método Raro: «Para mí escribir es transcribir»

Explicó Rosario Raro que para que una historia se convierta en su novela tiene que pasar unos meses en su cabeza sin que se le olvide. Luego debe cumplir tres condiciones: que no sea muy conocida, que la conmueva como lectora y que entretenga.Una vez embarcada en el proyecto ya no hay marcha atrás, se documenta exhaustivamente y mientras la historia se va gestando en su cabeza hace incluso dibujos de lo que quiere plasmar. «Antes de ponerme a escribir tengo que tener la historia muy clara; para mí escribir es transcribir, es como que los personajes (a los que tengo que poner nombre para que se encarnen y tengan una identidad clara) actúan delante de mí y me hablan. No sé qué diría un psiquiatra», bromeó.Perfeccionista, confesó que su novelas ‘Volver a Canfranc’ la reescribió quince veces. ‘La novia de la paz’ comenzó a escribirla en 2018 y mientas tanto publicó ‘El cielo sobre Canfranc’, donde aparece Vigo. Pensaba publicarla en 2026 pero cinco personas que leyeron durante esos seis años sus borradores la animaron a presentarla a un premio. Y lo hizo: la mandó al Azorín con el título de ‘Cicatrices de oro’ y el seudónimo Kintsugi, un arte nipón de reparar cerámica consistente en poner parches de oro en las grietas.

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