Gonzalo de Vigo, el Robinson gallego de la expedición Magallanes: ¿Fin del misterio?
El destino del grumete vigués que desertó de la expedición de Magallanes y tiene una estatua en el puerto de Vigo ha sido siempre un enigma. Ahora, un investigador gallego ha averiguado que Gonzalo de Vigo terminó viviendo con una nativa en la isla de Gilolo, en la actual Indonesia.

Estatua de Gonzalo de Vigo junto a Porto Cultura / Marta G. Brea

Un investigador gallego, Gabriel Ramallal, asegura haber averiguado, buceando en fuentes castellanas y portuguesas del siglo XVI, el destino final del vigués Gonzalo de Vigo, que en 1519 se enroló como grumete en la expedición de Fernando de Magallanes, la primera que dio la vuelta al mundo. No se quedó en las islas Marianas, como suponían otros estudiosos, sino que terminó viviendo en compañía de una nativa en la isla de Gilolo (la mayor del archipiélago de las Molucas, actual Halmahera, en Indonesia) con el aprecio del rey nativo, que le había regalado una esclava y cuatro anillos de oro.
Poco se sabe de este personaje que Gabriel Ramallal, economista jubilado de A Pontenova (Lugo), define como «indómito, heroico y pintoresco». Gonzalo Álvarez Martínez, Gonzalo de Vigo, nació en la Ciudad Olívica –o eso se deduce por su apodo– entre finales del siglo XV e inicios del XVI, hijo de Rodrigo Álvarez e Isabel Núñez. En 1519 se enroló en la expedición Magallanes, que el 6 de septiembre de 1522, al retornar a Sanlúcar de Barrameda, completó la primera circunnavegación de la Tierra. Gonzalo de Vigo no estaba en la Victoria, única nave que arribó a la localidad gaditana. Acuciado por el hambre y la desesperación, y temiendo por su vida, había desertado junto a otros dos hombres en las islas Marianas, en el Pacífico. Corría el año de 1522.
España y Portugal se disputaban el acceso a especias de gran valor comercial: la pimienta de la India, la canela de Ceilán, la nuez moscada de Banda (Indonesia) y el clavo de las Molucas, también conocidas como islas de las Especias, también en la actual Indonesia.
En el Tratado de Tordesillas, firmado en 1494, los soberanos de Castilla y Portugal acordaron situar hacia el este del actual Brasil el meridiano que dividía las zonas de influencia de ambos países. Como explica Ramallal en un escrito remitido a FARO, «desde ese meridiano hacia occidente los derechos de conquista pertenecían a Castilla hasta alcanzar el antimeridiano, 180º terrestres más allá». El problema era que, con la técnica de aquella época, era muy difícil trazar con precisión ese antimeridiano al otro lado del mundo. Precisamente los archipiélagos de las Molucas y de Banda, ricos en especias, estaban situados en los alrededores de ese límite. El archipiélago de las Molucas tenía cinco pequeñas islas: Ternate, Tidore, Motir, Makian y Bakian, grandes productoras de clavo. Junto a ellas estaba la isla grande de Gilolo, donde terminó asentándose Gonzalo de Vigo.
El grumete vigués, que el 10 de agosto de 1519 había partido de Sevilla (hacia Sanlúcar de Barrameda) en la nao Concepción, del armador gallego Juan Montero, junto a otras cuatro naves, desertó en las islas Marianas, como ya quedó dicho, en 1522. Casi un lustro después, el 5 de septiembre de 1526, una nave española, la Santa María de la Victoria –parte de la expedición española de García Jofre de Loaísa, que había zarpado con siete naves el 24 de julio de 1525 para colonizar las Molucas– llegó a las Marianas, las islas de los ladrones.
En la difícil singladura habían perecido Loaísa y al mismísimo Juan Sebastián Elcano. Al llegar a las Marianas se les acercaron unas canoas, y desde una de ellas, un hombre les habló en perfecto castellano. Asombrados, le preguntaron quién era y cómo había llegado hasta allí, a lo que respondió:
–¡Soy uno de los de la armada del capitán Magallanes y salí de la nao del capitán Gonzalo de Espinosa cuando tornó a arribar al Maluco y yo y otros dos compañeros, por miedo a morir, nos quedamos aquí, donde los indios mataron a los otros dos compañeros por ciertas sinrazones… y soy gallego y me llamo Gonzalo de Vigo y sé muy bien la lengua de estas islas!
Así es como la expedición española, o lo que quedaba de ella, se topó con esta especie de Robinson Crusoe gallego, que pidió licencia para subir a bordo, ya que era desertor y solicitaba el perdón real. Gonzalo de Vigo fue acogido favorablemente y ejerció de intérprete para sus compatriotas, ya que había aprendido la lengua malaya en sus más de cuatro años de convivencia con los indígenas.
El 8 de octubre de 1526 llegaron a la isla de Gilolo, donde fueron bien acogidos por los nativos. Al día siguiente les recibió el rey de la isla, al cual relataron el motivo de su venida «…por interpretación de Gonzalo de Vigo, que era girubasa [intérprete], el cual sabía hablar alguna cosa de la lengua malaya», según consta en la «Historia general y natural de las Indias», de Gonzalo Fernández de Oviedo (siglo XVI).
Una esclava y 4 anillos de oro
Saltamos hasta febrero de 1535. Según Andrés de Urdaneta, explorador de la expedición de Loaísa, Gonzalo de Vigo continuaba en la isla de Ternate, en las Molucas, ya bajo mandato portugués, por lo que Gabriel Ramallal acudió a fuentes lusas para seguir investigando. El cronista luso Fernậo Lopes de Castanheda, autor de la «Historia do descobrimento e conquista da India pelos portugueses», relata en la página 272 del volumen 8º de su obra que el rey de Gilolo estaba con un castellano que había sido «lingua» (intérprete) en la fortaleza y al que le regaló «umha escrava e cuatro aneis de ouro». «Sabemos que, como máximo, tres castellanos habían quedado en las Molucas a partir de la partida de Urdaneta y, de ellos, el único intérprete, lengua, que hablaba malayo y otras lenguas de las islas era Gonzalo de Vigo», argumenta Ramallal.
Este investigador gallego afincado en Valladolid destaca que lo novedoso de sus pesquisas es esta información de Lopes de Castanheda, según la cual Gonzalo de Vigo se quedó conviviendo con los nativos de la isla de Gilolo, cuyo rey, en señal de aprecio, le regaló una esclava y cuatro anillos de oro.
Ahora solo falta saber cúando y dónde murió nuestro grumete.
Suscríbete para seguir leyendo
- Rescatan en Vigo a un hombre desaparecido que llevaba 11 días oculto entre rocas en Tombo do Gato
- El empresario detenido por la UCO en Santiago es uno de los tres cabecillas de la red criminal que defraudó 69 millones
- Multa de 10.000 euros y 3 meses sin licencia para el furtivo de los 800 kilos de pulpo
- Hachazo’ en las oposiciones de educación: eliminados en la primera prueba casi el 90% de los aspirantes
- Hosteleros divididos por la actitud de los peregrinos
- Un conductor ebrio atropella al alcalde de Sanxenxo
- El restaurante flotante de Roberto Vilar en Silgar
- El pueblo costero de Galicia donde se come muy bien en primera línea de playa: «El refugio del fin del mundo»