Tres noches de mal sueño bastan para dañar el corazón, según un estudio
Hombres jóvenes y sanos que durmieron 4,25 horas durante tres días mostraron cambios en proteínas de la sangre vinculados a un mayor riesgo de enfermedades cardíacas

Un joven muestra dificultad para dormir. / GUSTAVO SANTOS

Se sabe que la restricción de sueño durante largos periodos aumenta el riesgo de padecer problemas cardiovasculares, entre otros problemas de salud. Así lo demuestran varios estudios. Sin embargo, se han investigado mucho menos los efectos del sueño escaso durante unas pocas noches. Un reciente estudio de la Universidad de Upsala (Suecia) ha concluido que el sueño restringido –cuatro horas y cuarto por noche– durante solo 3 noches ya provoca cambios en la sangre relacionados con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas.
Para estudiar estos efectos, los investigadores, reclutaron a 16 hombres jóvenes sanos. El estudio se realizó durante varios días en un laboratorio, para controlar estrictamente tanto la alimentación como los niveles de actividad y exposición a la luz de los participantes, que siguieron dos rutinas: tres noches de sueño normal (8,5 horas) y tres noches de sueño restringido (4,25 horas). Después de cada fase del sueño, los hombres completaron un entrenamiento corto de ciclismo de alta intensidad y se les realizó un análisis de sangre antes y después.
Los investigadores analizaron 90 proteínas inflamatorias en la sangre, las que el cuerpo produce cuando está bajo estrés o luchando contra una enfermedad. «Cuando estas proteínas se mantienen elevadas durante mucho tiempo, pueden dañar los vasos sanguíneos y aumentar el riesgo de problemas como insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria y fibrilación auricular (latidos cardíacos irregulares)», explica en «The Conversation» Annie Curtis, profesora asociada de la Facultad de Farmacia de la Universidad RCSI en Dublín.
La privación del sueño provocó un claro aumento de los marcadores inflamatorios vinculados a las enfermedades cardíacas. Además, los niveles de proteínas variaban entre la mañana y la noche, y aún más cuando se restringía el sueño.
Los resultados «subrayan la necesidad de considerar la duración del sueño como un determinante clave de la salud cardiovascular, un énfasis reflejado en las recientes directrices de la Asociación Americana del Corazón. Se justifican más estudios en mujeres, personas mayores y pacientes con evento cardiovascular previo, así como en diferentes cronotipos y pautas dietéticas», destacan los investigadores, encabezados por Luiz Eduardo Mateus Brandão, investigador de Ciencias Médicas en la Universidad de Upsala.
Para Annie Curtis, que no participó en la investigación, aunque la vida moderna nos lleve a veces a recortar horas de sueño por el trabajo, la vida social o las pantallas, «estudios como este nos recuerdan que el cuerpo lleva la cuenta: de manera silenciosa, química y sin concesiones».
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