Nico Casal, compositor ganador de un Oscar: «Vigo suena a mar, a impulso y energía»
El compositor compostelano y ganador de un Oscar comienza una nueva etapa en su vida artística, después de incorporarse en Imbermind. La banda, que está lanzando su nuevo disco, ‘Never Ending’, busca poner en valor las sensaciones positivas y las altas pulsaciones por medio de las emociones.

Nico Casal. | | A.H.R.
belén bertonasco
Hablamos con Nico Casal (Santiago de Compostela, 1985) para que nos cuente acerca de su futuro profesional en la banda Imbermind y cómo es trabajar con amigos.
Cada uno de los integrantes de Imbermind, tanto Edu Imbernón, Luis Clemente, Álvaro Monreal como usted, tenían sus carreras en solitario, venían de mundos muy diferentes y decidieron crear este cuarteto innovador. ¿Cómo se juntaron sus caminos?
Imbermind es de lo mejor que me ha pasado en la vida. Llevaba años colaborando con Edu Imbernón, productor valenciano, y hace poco más de dos años me llamó para contarme que estaba creando el proyecto con otro productor, Luis Clemente, y querían que me uniese a ellos para empezar a componer música original. Fui a Valencia un fin de semana, dije que sí sin saber muy bien a qué, y al poco tiempo apareció Álvaro Monreal y empezamos a componer temas. Cada uno somos muy diferentes, nos hemos hecho muy amigos y creo que eso es lo que hace especial a Imbermind. Me siento afortunado de poder componer con músicos a los que admiro muchísimo y de los que aprendo todos los días.
Ya había trabajado con Edu Imbernón en el pasado, ¿cómo es trabajar con un amigo?
Trabajar con Edu siempre ha sido un lujo. Ya habíamos coincidido antes, pero lo de Imbermind es otra cosa. Edu tiene una sensibilidad especial para entender el pulso de una canción, sabe cuándo dejar respirar una idea y cuándo empujarla hacia algo más grande. Lleva muchísimos años pinchando delante de miles de personas por todo el mundo y esa experiencia es crucial para el proyecto. Es bonito ver cómo nuestras trayectorias tan distintas se encuentran aquí, con un lenguaje nuevo.
¿Qué tiene usted para aportarle a Imbermind?
A Imbermind le aporto mi universo y experiencia musical, mi forma de entender el sonido como emoción, y sobre todo, una entrega total. Llevo muchos años componiendo bandas sonoras y creo que, cuando componemos todos juntos, mi aportación va por buscar un enfoque narrativo, intentar contar una historia, aunque sea de manera muy sutil.
Pop alternativo y electrónica melódica, dos géneros que no tienen mucho que ver, pero al final, se compaginan perfectamente.
Sí, puede parecer que vienen de mundos distintos, pero ahí está lo bonito: el pop alternativo creo que permite contar historias con emoción y estructura, mientras que la electrónica melódica nos da más libertad para crear atmósferas y texturas. Uno es más visceral, el otro más sensorial. En Imbermind no intentamos forzar esa unión; simplemente dejamos que convivan. Cuando nos juntamos para componer lo hacemos sin prejuicios ni etiquetas. Al final, lo que une todo es la intención: buscar algo honesto que nos emocione.
Imbermind tiene una visión clara: crear música que apela a las emociones, poniendo en valor las sensaciones positivas y las altas pulsaciones. En ese sentido, ¿qué valor tienen las emociones a la hora de escribir y crear música?
Para mí, las emociones son el núcleo de todo lo que hago. No concibo la música como un ejercicio técnico o estético: si no hay emoción, no hay verdad. Y en Imbermind eso es ley. Lo que intentamos es capturar sensaciones que todos hemos vivido y traducirlas en música. Nos interesan especialmente las emociones que te hacen sentir vivo. La música tiene esa capacidad única de atravesarte sin pedir permiso, y cuando logramos que una canción despierte algo real en alguien, sabemos que hemos hecho bien nuestro trabajo.
Lanzan nuevo disco, Never Ending, mañana, 23 de mayo. ¿Qué esperan del mismo?
‘Never Ending’ es el principio de algo para nosotros. Más que un punto de llegada, es un punto de partida. Hemos puesto muchísimo de nosotros en este disco y ahora lo soltamos con la esperanza de que conecte. Buscamos impacto emocional.
Como compositor y músico habla mucho de las emociones, al igual que la banda que integra, ¿cuál fue la emoción que lo llevo a componer por primera vez?
Supongo que lo que me llevó a componer por primera vez fue la curiosidad. Siempre tuve una relación muy natural con el piano, y hubo un momento, acabando el grado profesional en Santiago, en el que tocar piezas de otros ya no era suficiente. Desde pequeño pasaba horas improvisando solo por el placer de descubrir sonidos, de ver qué pasaba si iba por un camino distinto. No pensaba en hacer canciones, solo en explorar. Con el tiempo entendí que eso ya era componer, aunque no lo supiera.
Ganador del Oscar a Mejor Cortometraje por Stutterer, ¿qué significó para usted haber ganado ese premio?
La experiencia de componer la banda sonora del primer cortometraje de uno de tus amigos del barrio, sin presupuesto ni grandes ambiciones y acabar todos recibiendo el Oscar a mejor cortometraje en el Dolby Theatre fue algo increíble. Fue un viaje y un momento que no olvidaré nunca. Llevaba unos años ya viviendo en Londres, intentando sobrevivir componiendo y enseñando música y un buen día en el barrio, jugando al pin pon, conozco a Ben Cleary que iba a hacer su primer cortometraje, Stutterer. Me ofrecí a echarle una mano con la música y me dijo que justo en ese tema estaba muy nervioso porque el corto iba sobre un chico tartamudo y que apenas había diálogo, que gran parte del peso narrativo caería sobre la música y no sabía cómo afrontarlo. Para mí como compositor era todo un reto y ahí empezó un viaje que nos cambió la vida a todos.
¿Qué mensaje quiere transmitir con su música?
Más que transmitir un mensaje cerrado, lo que me interesa es generar un espacio donde quien escucha pueda sentir algo propio. En cambio, en mi faceta como compositor de bandas sonoras es diferente. Cada proyecto pide una emoción y dirección distintas. Intento adaptarme al contexto, al lenguaje del director, a la historia que se quiere contar.
¿Cómo definiría su música en una palabra?
Una de ellas seguro sería ‘Cine’, porque incluso cuando no estoy componiendo para una pantalla pienso en imágenes y en una historia, en atmósferas, en ritmo narrativo. Creo que mi música siempre tiene algo de banda sonora.
Vive hace muchos años en Madrid, pero es compostelano y también podría decirse que londinense, ¿cómo suena cada ciudad para usted?
Santiago suena a lluvia, a calma, a introspección, a piano. Para mí, es la raíz. Con 18 me fui a Vigo a vivir 7 años y suena a mar, a impulso y a energía. Sigue sonando a piano pero acompañado de más cosas. Podría sonar a Keith Jarrett y a Piratas. En cambio Londres, donde viví otros 7 años, suena a electrónica, a Moderat, a James Blake, Olafur Arnalds... a experimentación, contraste. Madrid ahora suena a calma, pero una calma distinta, más madura y optimista.
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