Juez Vázquez Taín: «Sigo hablando con narcos que metí en prisión, pueden cambiar»

«La justicia española estaba más preparada para una alcoholemia que para el tráfico de drogas», advirtió este jueves en el encuentro para suscriptores de FARO

También contó pormenores del caso Asunta

El Juez Vázquez Taín tuvo un encuentro con un grupo de suscriptores de FARO.

Pedro Fernández

José Antonio Vázquez Taín es un juez polémico y sin miedo a ser mediático. Precisamente el pasado miércoles su nombre aparecía en los titulares de la prensa gallega: el Supremo anuló la sanción que le habían impuesto por poseer el 50% de las participaciones sociales de una productora. Decían que era una dedicación incompatible con su cargo de juez. Le habían castigado con diez días sin ejercer, pero salió airoso. 

El magistrado tiene una carrera extensa y plagada de casos que permanecen en el imaginario colectivo. Desde sus primeros años en Vilagarcía de Arousa, incautando droga e instruyendo, pese a que de aquellas el narcotráfico era un asunto de la Audiencia Nacional, a el caso Asunta o la desaparición Códice Calixtino. Durante su carrera siempre tuvo también espacio para la investigación: editó varios libros sobre etnografía gallega. 

No es ningún misterio que su carrera está llena de curiosidades y este jueves, una veintena de lectores de FARO pudieron conocer algunas en un encuentro exclusivo para suscriptores. La cita estuvo coordinada por la periodista de Sucesos Ujué Foces, que en su día ejerció como delegada de este diario en Arousa, justo cuando el juez Taín comenzaba su andadura en los tribunales. 

Él contó que llegó por casualidad al epicentro de la droga en España. Recordó que estaba en la escuela judicial, pero no le gustaba nada. Puso varias quejas y los propios directores le ofrecieron abandonar y empezar a ejercer en el juzgado de Vilagarcía. Aceptó. Y ya empezaron las emociones fuertes. Aseguró a los suscriptores que nunca había tenido grandes problemas con los narcos porque no utilizaba confidentes y porque siempre les decía como iba a proceder. «Hay que ser juez pero también persona. Conocerlos te hace más humano. Lo importante es no compartir con ellos: puedes entenderlos pero no compartir», reflexionó. De hecho, afirma que sigue en contacto con algunos que ahora cumplen condena: «Todavía hablo con algunos que metí en prisión. Tienen que rehabilitarse, pueden cambiar, sobre todo si alguien les da una oportunidad», añadió. 

Durante su charla explicó a los asistentes la historia del narcotráfico, algo que no considera un fenómeno local, sino que solo puede entenderse con una visión global de lo que estaba ocurriendo. 

Su trabajo como juez fue sonado en todo el país, pero él nunca perdió la perspectiva local. Llegó a intervenir casi la mitad de toda la cocaína incautada en España en 2003 y lo hacía mientras en ocasiones se tomaba los cafés junto a los traficantes, en el mismo bar. Actuaba pese al sistema: «La justicia española estaba más preparada para una alcoholemia que para el tráfico de drogas», dijo. 

Percances varios

Su exposición pública no fue gratis. Confesó que casi lo detienen como si fuese un narco. Le habían tendido una trampa en tiempos de Marcial Dorado. No prosperó porque no encontraron nada en su contra, pero a punto estuvieron de meter droga en su casa. 

También le ofrecieron dinero en una instrucción. No aceptó y esa misma persona le advirtió en una ocasión de que le buscaban unos sicarios. Pudo esquivar la muerte. 

Caso Asunta

«Lo que sale en la serie no tiene nada que ver con la realidad», así de rotundo se mostró el juez al ser preguntado por otro de sus famosos casos, el de la niña Asunta. 

Contó que para juzgarlo tuvo que poner su mente en blanco: «El ser humano es un animal, yo no me quería creer lo que estaba pasando, tuve que imaginar de cero».

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