Vaticano

La película "Cónclave", todo lo que hay que pecar

El filme de 2024, con audiencias disparadas tras la muerte del Papa, transforma en refugio de pecadores la cita cardenalicia

Cónclave del Papa Benedicto.

Cónclave del Papa Benedicto. / 'Osservatore Romano | AP

Javier Morán

Esta es un crítica piadosa de la película "Cónclave", que puede tomarse por varios lados, dependiendo de cómo se considere ese giro final, el ya célebre "twist ending", que se ha impuesto por completo en el cine comercial contemporáneo y cuya creación en novela se atribuye a Agatha Christie. Una vez que pasó al cine produjo resultados sorprendentes. Véase la Película "Testigo de cargo" (1957), soberbia como todas las del director Billy Wilder y que incluía al final un letrero que rezaba aproximadamente "no desvelen el final de esta película a quienes aún no la hayan visto". Por cierto, y sin desvelar nada, la película de Wilder contiene algunas de las frases más gloriosas del cine, como por ejemplo "no ha sido un asesinato, sino una ejecución".

En cuanto a "Cónclave", que elevó en más del 250 por ciento su audiencia en plataformas tras el fallecimiento del Papa Francisco, nos viene al pelo una frase atribuida a Lutero: "pecca fortiter, sed crede fortius" (peca con fuerza, pero cree con la máxima fuerza). Ello significaba que se degustaría verdaderamente la gracia de Dios si el que la recibiera fuera un excelente pecador.

Pues bien, en "Conclave" se peca de modo formidable, de tal manera que parece un catálogo de la maldad o de la villanía que puede perpetrar un clérigo de alto nivel. Cuenta que acaba de fallecer un Papa liberal y se congregan en la Capilla Sixtina los conclavistas que han de elegir a su sucesor.

Un catálogo previo al de los pecados es el de los pecadores, que se muestra con suficiente habilidad cinematográfica como para que nadie se pierda con los nombres, las tendencias y las pretensiones de cada cual. En primer término contamos con dos feroces contrincantes: los cardenales Tedesco y Benelli. El primero, cuyo nombre significa alemán en italiano, es presentado como un conservador tradicionalista de máximo furor. Por su parte, Benellli, que es nombre de un cardenal real de los años setenta, representa al ala liberal y actúa con todo el fuelle posible contra Tedesco.

El nombre del progresista merece un recordatorio, pues Giovanni Benelli (1921-1982) surgió en curia vaticana en 1947 como secretario privado de Giovanni Battista Montini, futuro Papa Pablo VI. De 1962 a 1965 fue consejero de la nunciatura en España, donde tejió lazos con el episcopado avanzado del tardofranquismo y de la transición, especialmente con Tarancón. Participó en los dos cónclaves de 1978 como candidato liberal, pero no fue elegido. Tuvo un temperamento enérgico y autoritario, circunstancia que se ve reflejada en el personaje homónimo de la película.

De hecho, tanto Tedesco como Bellini son personajes desmesurados, imagen contraria a la creencia generalizada de que los cardenales reales son finos y refinados y se persignan hasta para disparar andanadas y cañoneo.

Utilizando la expresión italiana, a la película "Cónclave" le sucede que "manca fineza", le "falta finura", sutileza, inteligencia delicada. No se sabe dicha expresión si procede de Giuliana Andreotti o de Amíntore Fanfani (ambos del partido Demócrata Cristiano italiano).

Lo que no le falta a esta película son porciones de realismo, tanto en la mecánica propia de los cónclaves como en la descripción de los movimientos "espirituales" de los purpurados ("coméntales a tus seguidores que pasen sus votos a este otro cardenal para derribar a nuestro contrincante", dicho de forma aproximada).

Es menos aproximada al plantear influjos externos que provocarán respuestas fanáticas en uno de los cardenales y cierta reacción contraria en otro. Bien filmada y editada, su único lastre es la progresiva predictibilidad de la trama, salvo por el aludido giro final, tal vez necesario para que la cinta acabe en punta.

Un tercer personaje, el decano del Colegio de Cardenales, el purpurado Lawrence, será frío (aunque con ataques de ansiedad) y estricto ejecutor de lo que haga falta para elegir al mejor Papa.

Para terminar, y a beneficio de inventario, referimos los pecados de cualquier alto eclesiástico que se precie en la película: tener un hijo secreto, practicar la simonía (comprar un futuro cargo), mentir como un bellaco, romper el secreto de confesión, destrozar el sello que guarece las habitaciones del fallecido Papa, votarse a sí mismo en el cónclave, y por ahí seguido.

¿Sería tolerable alguna de dichas acciones para alcanzar un bien mayor, según la idea atribuida a los Jesuitas de qué "el fin justifica los medios", es decir, que un fin excelso justifica cualquier medio? Un jesuita bien irónico al que traté durante años se preguntaba con cinismo calculado: "Vamos a ver, si el fin no justifica los medios, ¿qué los justifica?".

¿Y sucedió algo de lo referido en el filme en algún cónclave de la historia? Sí, y vamos a poner un caso aproximado. En el Cónclave de 1914 fue elegido el cardenal Della Chiesa, que adoptó el nombre de Benedicto XV. Ganó por un solo voto, lo cual conllevó que el cardenal español Merry del Val pidiese una investigación por si Della Chiesa se hubiera votado a sí mismo. En aquel tiempo las papeletas iban numeradas en su cara posterior, para evitar esos casos (tal era la confianza del Vaticano en sus cardenales). Se realizó tal indagación y resultó que el sospechoso había votado al purpurado Serafini. Del Val quedó en mal lugar, pero siguió adelante con su carrera en la Santa Sede.

Y estás es la mirada piadosa sobre "Cónclave", la película que transforma la Capilla Sixtina en "refugium peccatorum".

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