Cristina Oñoro: «Me interesa el lado humano que cuentan los archivos»

«Quise escribir un libro no solo sobre la historia de la educación femenina en España, sino sobre los recuerdos y la memoria», afirma la autora de «En el jardín de las americanas»

Desde la izquierda, Patricia
Sánchez y Cristina Oñoro, ayer 
en el Club FARO. |  José Lores

Desde la izquierda, Patricia Sánchez y Cristina Oñoro, ayer en el Club FARO. | José Lores

Vigo

«Cuando me propuse escribir este libro no solo quise contar la historia de las pioneras de la educación femenina en España y que nos marcaron el camino para poder acceder a la universidad, sino también hacer una reflexión sobre la memoria y los archivos». Así se refirió ayer Cristina Oñoro a «En el jardín de las americanas» (Taurus), ensayo narrativo que reconstruye la historia de dos instituciones fundamentales para la educación femenina en España: el Instituto Internacional para Chicas en España, fundado por la misionera estadounidense Alice Gulick a semejanza de las universidades de mujeres de Estados Unidos, y la Residencia de Señoritas, dirigida por María de Maeztu entre 1915 y 1936, vinculada a la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas y a la Institución Libre de Enseñanza.

Salpicada de recuerdos de la infancia de Oñoro, el germen de esta obra es el anterior libro de esta profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid, «Las que faltaban» (Taurus), y más concretamente, el capítulo dedicado a Marie Curie y su visita a la Residencia de Señoritas de Madrid, con la que la institución de Gulick mantuvo una estrecha colaboración.

Oñoro viajó a Estados Unidos e Inglaterra tras los pasos de Gulick y las pioneras de la educación femenina, y a medida que se sumergía en los archivos de instituciones como la Universidad de Harvard y el Smith College, fue descubriendo varias generaciones de feministas que protagonizaron esta revolución silenciosa pero imparable en favor de la educación superior femenina. «Alice Gulick me parece un personaje de novela», afirmó la autora del libro, que arranca con su llegada a Santander en 1871 y finaliza también en Santander, donde el poeta Pedro Salinas se encontraba con su amante, la también estadounidense Katherine Whitmore, a quien van dedicados muchos de sus poemas más famosos.

«No soy historiadora y los archivos no son mis lugares habituales. Cuando me he visto rodeada de papeles de hace más de cien años ha sido como si estuviera leyendo historias que acababan de suceder. Para mí, los archivos son lugares que consevan la memoria y mi relación con ellos es una relación afectiva y emocional. Me interesa el lado humano que cuentan», dijo durante la conversación que mantuvo con presentada por Patricia Sánchez, gestora cultural.

El Instituto Internacional para Chicas fundado por Gulick en Santander se trasladó años después a San Sebastián y, finalmente, a Madrid, donde se convirtió en un referente. «La relación con las instituciones de Estados Unido pasa del paternalismo de los primeros años a la admiración por la educación en España», explica.

Pruebas de ello son el programa de intercambios con las universidades femeninas de EE UU y la creación de los cursos de español en ese país. Además, la amistad surgida entre estas mujeres a ambos lados del Atlántico «facilitó luego el exilio en EE UU de muchos españoles, entre ellos Salinas», comentó.

También hace referencia al papel masculino en esta revolución, especialmente el de las parejas de estas pioneras. «En este libro aparecen muchos matrimonios porque me di cuenta que en este periodo fue esencial el apoyo de muchos hombres para que las mujeres accedieran a la universidad sin barreras. ¿La educación superior femenina hubiera triunfado igualmente? Sin duda, pero hubiésemos tardado mucho más», aseguró.

Entre estas figuras, destacó la de Gumersindo de Azcárate, precursor de la Institución Libre de Enseñanza. «Es el amigo feminista del siglo XIX que todas hubiéramos querido tener», aseguró.

Historia, investigación y recuerdos

«En el jardín de las americanas» está estructurado en dos partes. En la primera reconstruye la legada a Santander de Alice Gulick y la fundación del Instituto Internacional para Chicas en España, así como sus peripecias para conseguir fondos para esta institución. La segunda arranca en 1904, tras la muerte de Gulick en Londres y la instalación del Instituto Internacional en Madrid bajo la dirección de Susan Huntington, gran amiga de Giner de los Ríos, y su vínculo, cada vez mas estrecho, con la Residencia de Señoritas de María de Maeztu. Pero por sus páginas transitan también personajes relevantes además de estas educadoras pioneras. Así, Cristina Oñoro se deja acompañar en este viaje por escritoras, pensadoras y artistas como Emily Dickinson, Virginia Woolf y Mary Cassatt, que refuerzan el enfoque transnacional del libro. Oñoro hace de ellos una semblanza humana. «Me interesa el lado humano de los personajes, analizar su semblanza, su día a día», explicó.

Además de la reconstrucción de la historia de estas dos instituciones educativas, el libro tiene otros dos planos narrativos: la memoria de la investigación, en la que Oñoro emplea el relato de viajes y la narración detectivesca; y los recuerdos familiares y de infancia de la autora.

Tracking Pixel Contents