UN NUEVO PAPA
Eric Frattini, vaticanista, a dos días del cónclave: "Francisco no tenía piedad con sus enemigos, sé los nombres de todas las cabezas que cortó"
El ensayista publica 'Cónclave: la iglesia después de Francisco', una obra que analiza a los 133 candidatos envueltos en la elección del nuevo pontífice

El último libro de Frattini analiza a los 133 candidatos envueltos en la elección del nuevo pontífice. / JAVIER BARBANCHO
Pablo Tello
La elección de un nuevo Papa nunca había sido tan mediática. Hablan de FOMO, como ahora se conoce al miedo a perderse algo. Lo que suceda en los próximos días entre las cuatro paredes del Vaticano tiene a todo un planeta en vilo. Ateos incluidos. Todo el mundo quiere saber qué ocurre, qué se habla o cuáles son los nombres más sonados para tomar el relevo de Jorge Mario Bergoglio. En medio de esta vorágine, Eric Frattini lanza Cónclave: la iglesia después de Francisco, una crónica de la guerra abierta que acontecerá en los palacios vaticanos a partir de este miércoles, que da comienzo el nuevo cónclave. “No hay Papas liberales, son todos conservadores. No podemos catalogar El Vaticano como lo hacemos con nuestras democracias”, dice. Son 133 candidatos. Sólo un puñado podrían continuar con el legado de Francisco, a quien le quedaban muchas cuentas pendientes: “Su pontificado ha sido nulo con respecto a avances y se ha muerto sabiendo que no consiguió cumplir con las promesas que hizo al ser elegido en 2013”.
En El Vaticano todo ocurre más despacio. “Para ellos un día son cinco años”, bromea Frattini, que tiene claras las características que debería tener el nuevo Papa. Una serie de habilidades y destrezas que demuestren que es un digno sucesor, propio del próximo siglo XXII, según él mismo señala. “No debe proceder del fin del mundo, como Francisco, porque la curia se le ha subido a la chepa. Como dijo Benedicto XVI, es la gangrena de la iglesia y Bergoglio lo pudo comprobar”, relata. También habrá de tener una cabeza privilegiada para la geopolítica “pues llegará en una situación planetaria complicada”. El elegido, que llega en mitad de una guerra abierta entre Rusia y Ucrania, “debe de ser un buen negociador para reformar la iglesia católica, un pontífice de los pobres, de los inmigrantes…”, añade. La cuenta atrás ha comenzado y, en cuestión de horas, la fumata blanca procedente de la Capilla Sixtina coloreará el cielo italiano con un claro mensaje: Habemus Papam.

Este miércoles, 7 de mayo, comienza el cónclave para elegir al nuevo Papa en El Vaticano. / Agencias
¿Cómo se vivió en 2013 la salida de El Vaticano de Benedicto XVI?
Joseph Alois Ratzinger fue un cardenal muy duro. Como Papa, fue quien exigió la reforma dentro de la curia y quitó la porquería de debajo de las alfombras, reconociendo la responsabilidad vaticana de la iglesia católica con respecto al encubrimiento de los casos de pederastia. Eso lo hizo muy revolucionario, ya que al mismo tiempo presionó para reformar el sistema financiero y económico de El Vaticano. Sus ocho años de pontificado sirvieron para crear un agujero en el muro que, más tarde, también trató de derribar Francisco. No lo consiguió, pero la luz ha empezado a entrar al otro lado del muro.
¿Cómo fue la relación entre ambos Papas mientras Ratzinger era Emérito y Francisco ya ejercía?
Fue una guerra sangrienta. No me refiero a que se disparasen o se apuñalaron como ocurría en el Renacimiento. Digamos que la batalla ha sido brutal entre los introvertidos y los extrovertidos. Los primeros, que pedían la muerte de Francisco, estaban liderados por tres cardenales: Burk, americano, Miller, alemán y Sarah, guineano, que rechazaron a Francisco. Los segundos eran una guardia que creó el propio Bergoglio a la que llamó el Consejo de los Seis. Eran media docena de cardenales dirigidos por Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, que se enfrentó a los introvertidos que usaban la figura del Papa Emérito como arma arrojadiza contra Francisco. Todo esto generó unas contienda entre Benedicto y Francisco que finalmente perdió el predecesor por falta de poder frente al recién fallecido.
¿Cómo definiría el mandato de Bergoglio? ¿Cree que le quedó algo pendiente?
Pese a su predisposición, él no ha conseguido reformar el sistema financiero. Tampoco ha logrado que el Instituto para las Obras de la Religión sea un banco blanco, controlado por el Consejo de Europa. Francisco fracasó en su intento de que los divorciados volvieran al seno de la iglesia católica, ni ha moderado la política doctrinal con respecto a la comunidad LGTBI. Se ha muerto sin hacerlo, sin regular todas las asignaturas que le dejó Benedicto XVI. No ha hecho nada, aunque nos ha dejado grandes titulares.
¿Por qué tenía tantos detractores?
En términos de ideología, Bergoglio es diferente. Ha sido un gran crítico, durísimo contra las políticas de las deportaciones de Donald Trump, la guerra de Ucrania con Putin o la guerra de Gaza con Netanyahu. Sin embargo, ha sido muy tibio con el gobierno de Maduro en Venezuela o de Daniel Ortega en Nicaragua, por eso tenía a tanta gente en contra. No digo que los tres primeros se no se lo merezcan, claro que sí, pero los otros dos también. En ese sentido fue muy tibio y le echaban en cara que funcionaba a través del silencio. Él ya lo dijo: “Sé que hay muchos que me quieren ver muerto en los brazos del Padre”. Efectivamente, los había. Varios sacerdotes crearon un grupo de WhatsApp pidiendo a Dios que se llevara a Francisco. Él tenía serios enemigos dentro del Vaticano. Incluso ahora, hay un grupo en El Vaticano, los kingmakers, que son los grandes electores. Saben que por alguna razón no van a ser elegidos por edad o por haber tenido algún tropiezo en la iglesia, pero tienen mucha influencia. Son muy poderosos y van a entrar fuerte en el cónclave porque lo harán unidos, bajo el mando de Fridolin Ambongo, cardenal de Kinshasa que pidió a Francisco no dar la comunión a homosexuales en las diócesis africanas.
Según Nostradamus, cuando un Papa negro llegue a El Vaticano, traerá consigo guerras, pandemias y desastres. ¿Por eso no ha habido uno hasta ahora?
Yo me dedico a la política vaticana. El Papa Negro pudo ser Francisco. Él es jesuita y al general de los jesuitas se le llama el Papa Negro, así que podría serlo perfectamente. Yo soy más terrenal. Hablo de los 133 señores que van a elegirlo y ya está.

Un total de 133 cardanales participan en el cónclave para elegir al nuevo Papa. / Agencias
El cónclave está a la vuelta de la esquina. ¿Cuáles son los pasos hasta el nombramiento?
Tras su muerte, comienzan dos reuniones. Por un lado están las congregaciones, reuniones en las que se tratan temas secretos. Un cardenal me dijo un día que cuantas más congregaciones se produzcan, menos fumatas habrá después. Y efectivamente. Gracias a esas negociaciones, cuando llega el cónclave lo tienen decidido. O, por lo menos, el número de posibles candidatos. Por otro lado están las murmuraciones, en las que hay un juego de palabras que se llama murmurado. Los cardenales miembros del colegio cardenalicio acuden a un restaurante para negociar representando a los diferentes países. El día 7 se convocará el cónclave por la tarde, donde habrá una misa y la primera votación que no es importante. Se trata de un tanteo donde salen decenas de nombres, algunos por afinidad y otros por compromiso. A partir del día 8 de mayo empieza lo importante. Habrá dos votaciones por la mañana y dos por la tarde. Ahí es cuando salen los nombres de verdad. Lo más probable es que el día 9 ya tengamos Papa tras las nueve primeras votaciones. En caso de no llegar a una decisión, al quinto día se aplica un sistema que reformó Benedicto XVI: de los 133, entrarán en liza los dos más votados y solo votan 131 cardenales a una de las dos opciones. También se puede dar lo que se conoce como cardenales de bloqueo, como ocurrió con Bergoglio en 2005. Su bloque de apoyo era tan monolítico que provocó que ningún otro candidato pudiera ser elegido Papa. Él pidió apoyo para Ratzinger y, al final, lo nombraron Papa en su lugar.
Francisco tenía un aura que se alineaba con su discurso aperturista. ¿Cree que se mostraba tal y como era o tenía un lado oscuro desconocido para muchos?
Tenía una cara oculta. Poco amigable. Era un hombre que no tenía piedad con sus enemigos. Sé los nombres y apellidos de todas las cabezas que cortó. Exilió en Costa Rica o África a muchos miembros de la curia. Hay una imagen de él sentado en una silla de ruedas en la que varios cardenales besan el anillo pontificio. Cuando llega Robert Sarah, él aparta la mano. Ahí se le llamó racista, pero la verdad es que ese cardenal lo molestó desde su llegada a El Vaticano. Fue muy duro con él. Con la publicación de Amoris laetitia, intentó incluir una nota a pie de página con la que dar acceso a los divorciados a la iglesia de nuevo creyendo que nadie lo leería. No solo no lo leyeron los conservadores, sino que desencadenó en La Carta de los 62, un documento firmado por 62 intelectuales católicos muy prestigiosos acusando abiertamente a Francisco de herejía. Eso pudo suponer su cese inmediato como pontífice.
¿Qué le pediría al nuevo Papa?
Tiene que entender que el mensaje que había desde Pío XII hasta Benedicto XVI se acabó. Eso de que los fieles tienen que acercarse a la iglesia se ha terminado. El elegido tiene que comprender que habrá un señor homosexual que comulgue o una señora que haya tenido una hija por inseminación artificial que quiera ir a misa todos los domingos porque es católica. La iglesia es quien se tiene que acercar a la gente, porque con la política anterior, se han vaciado las parroquias, los seminarios y los conventos. Francisco no ha conseguido la principal función de la iglesia católica.
¿Qué futuro le augura a la figura del Papa?
Vivimos en una sociedad regulada por los influencers. Algunos hablan de temas geopolíticos, como Pedro Baños o Steve Bannon , que no gustan a todo el mundo pero son unos expertos. Este último, que diseñó la estrategia para el nombramiento de la primera administración de Trump, tiene mucho que decir en el cónclave. En él hay cardenales que siguen su línea de pensamiento, como Raymond Leo Burke, su amigo personal. Yo mismo sigo a un hombre que tiene una cuenta de YouTube con 1.100 millones de seguidores. Se llama Sumo Pontífice y sale al balcón de su casa para dar un mensaje. Lo escuchamos incluso los que no somos católicos, como yo. Me leo hasta los documentos pontificios o el boletín de los observatorios romanos todas las mañanas para saber cómo se mueve la curia por debajo.
¿Veremos a una mujer ocupar El Vaticano?
Yo creo que no, pero Francisco ha dado los primeros pasos. Ha nombrado a una perfecta, a una mujer, como responsable del Gobernatorio de la Ciudad del Vaticano, un puesto ocupado por cardenales hasta entonces. También ha colocado perfiles femeninos en las comisiones económicas. La iglesia tiene que avanzar más. El agujero que hizo Benedicto, lo ha agrandado Francisco. A lo mejor el siguiente Papa continúa derribando el muro. Quizás los nietos de nuestros nietos lleguen a ver una mujer en el lugar del Papa.

'Cónclave: la iglesia después de Francisco'
Eric Frattini
Espasa
349 páginas / 19,95 euros
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