En Valencia

Las familias de los desaparecidos de la dana: "La jueza es la única que nos ha dado esperanza y devuelto la fe en la Justicia"

Seis meses después de la riada del 29-O, siguen desaparecidos Eli, Paco y Javi: "Sabemos que ya es muy difícil que los encuentren, pero sabemos que seguirán hasta que no quede ninguna posibilidad"

Hablan los familiares de los desaparecidos: seis meses después de la dana, continúa "la angustia y la incertidumbre"

Hablan los familiares de los desaparecidos: seis meses después de la dana, continúa "la angustia y la incertidumbre" / Esteban San Canuto

Chiva/Quart de Poblet/Montserrat

Medio año, seis meses, 180 días. El enfado, el dolor, la frustración, la sensación de abandono, la rabia siguen más vivos que nunca. Y el deseo de justicia, también. Seis largos meses después de que el cielo se desplomase sobre Valencia arrojando millones de litros de agua que enloquecieron y desbordaron los cursos del Magro, del Túria, del Xúquer y de la miríada de barrancos y ramblas secas, con el Poyo, l’Horteta y Pozalet-La Saleta a la cabeza, que forman la telaraña hídrica de la Comunidad Valenciana. La reconstrucción es lenta "y repitiendo los mismos errores", a muchos damnificados aún no les han llegado las ayudas (o no todas, al menos) y las familias de las 228 víctimas mortales siguen clamando amparo. Pero es que, además, tres de ellas siguen como hace medio año: sin saber dónde están los restos de sus seres queridos. Por mucho que administrativamente se les considere fallecidos, la realidad es que continúan desaparecidos.

Son Elisabet Gil Martínez, Eli, de 38 años y madre de un chico de 19 años y de una niña de seis, que desapareció en Cheste; Francisco Ruiz Martínez, Paco, de 64, arrastrado por las aguas en Montserrat; y Francisco Javier Vicent Fas, Javi, de 56, visto por última vez en Pedralba.

Quienes hablan por ellos son Saray Ruiz, la hija de Paco, y Ernesto Martínez, tío de Eli, que también perdió a su hermana Elvira. Susana, la esposa de Javi, que también perdió a su hija Susana, una mujer de 30 años con síndrome de Down durante la riada, ni siquiera ha reunido fuerzas, a pesar de estos seis meses, para aparecer en los medios de comunicación.

Dar voz a los que ya no pueden hablar

Tanto Saray como Ernesto tienen claras unas cuantas cosas. La primera, que ellos, como el resto de familiares de los fallecidos, son "ahora la voz de los que ya no están" y que deben "seguir velando por ellos, por sus intereses y por dignificarlos", tanto "por los que se fueron, como para que esto no vuelva a ocurrir, para que se tomen las medidas oportunas y se creen las infraestructuras que tocan".

Es Saray quien lo dice. Su padre desapareció aquella aciaga tarde tras caer al río en que se había convertido la calle dels Obrers de Montserrat desde el techo de su coche, varado entre una palmera y una señal de tráfico. Paco había subido a sus nietos, los hijos de Saray, sobre el coche y allí aguantó con ellos hasta que acabó cayendo. Los niños, aferrados al tronco del árbol, por fortuna, sobrevivieron. Del abuelo nada se ha vuelto a saber. 

La misma suerte corrió Eli. Viajaba como copiloto con su madre, Elvira, en el Ford Focus de esta última, cuando llevaba a su hija al Hotel La Carreta, en la A-3, donde trabajaban ambas como camareras de habitación. Elvira había acabado su turno, pero había ido a Cheste a llevar a su hija, que debía empezar su turno a las 17.00 horas. El último vídeo que le mandó a su jefe para decirle que no podía llegar, flotaban a la deriva en un barranco convertido en un inmenso lago y el agua les llegaba casi a las rodillas. Eran las 17.31 horas. Faltaban más de dos para que la Generalitat enviase la estéril alarma de las 20.11 horas.

El cuerpo sin vida de Elvira apareció en los siguientes días y el coche, sus restos en realidad, que aún permanecen en el mismo lugar como testigo mudo de la tragedia, fue hallado el 13 de febrero. De Eli, ni rastro.

"Ahora ya es casi una búsqueda arqueológica"

Aún así, a pesar de la desesperanza y de que ni siquiera han podido iniciar el duelo en condiciones, también tienen claro que "no solo es que vayan a seguir buscándolos, sino que lo harán mientras haya la más mínima posibilidad. Eso sí, somos conscientes de la dificultad, porque ahora ya no buscan cuerpos; solo huesos y pelo. Ahora ya no sirven ni los perros, ni los drones, ni otras herramientas. es casi un trabajo de arquelogía: tamiz y paladas pequeñas de tierra para cribar", sostiene Ernesto.

Pero, sobre todas las cosas, tienen claro que van a seguir luchando "hasta donde sea necesario" para que "los responsables de las consecuencias para las personas, porque el daño material quizás ya no era evitable, pero que murieran muchas menos personas, sí" paguen "por lo que han hecho o, más bien, por lo que no han hecho".

Su mayor aliada, sostienen, es la jueza Nuria Ruiz Tobarra, "la llamada jueza de la dana. Nos ha devuelto la esperanza y la fe en la Justicia". Solo tienen palabras de elogio para ella. "Es una trabajadora incansable. Lo está haciendo maravillosamente bien. No ha parado en todo este tiempo y la empatía con las víctimas es increíble", afirma Saray. Desde que asumió la investigación, el 30 de octubre, solo un día después de la dana, ha tomado declaración a 250 familiares de víctimas o testigos de sus desapariciones y a los dos investigados, la exconsellera Salomé Pradas y su segundo, el ex secretario autonómico de Emergencias, Emilio Argüeso. Y le ha ofrecido dos veces a Carlos Mazón, como máximo responsable de la Generalitat Valenciana, la posibilidad de que declare voluntariamente, posibilidad que ha rechazado.

La jueza: humanidad y empatía

"Lo primero que hace es acogerte, darte la mano y preguntarte cómo estás y si necesitas algo. Y cuando te vas, se despide de ti y te da las gracias", coinciden ambos. "Yo no tengo mucha experiencia en juzgados, pero no parece que sea muy habitual", remacha Ernesto. Tiene razón: no lo es. Tampoco, que "se baje de su silla y se siente a tu lado. Con algunos, hasta ha llorado. Esa humanidad, esa empatía y esa sensibilidad trascienden los judicial. Yo me sentí como en casa. Y está contigo el tiempo que sea necesario", insiste el tío de Eli.

"Esperemos que no intenten apartarla de la investigación y que, si esto llega al TSJCV, no lo paren como han hecho con otras causas que todos tenemos en la cabeza, porque sabemos que aquí, en Valencia, la corrupción no tiene límites. Eso es lo que esperamos que no llegue a ser, otro caso más archivado", lanza la hija de Paco.

Declarar ante la jueza y aportarle toda la documentación "para que pueda llegar al fondo de la verdad" es una de las maneras que tienen en esa lucha por dignificar a los que ya no están. Y la otra, es gritar en la calle contra quien consideran el principal responsable de las consecuencias de las barrancadas y riadas del 29 de octubre, Carlos Mazón. "Han pasado seis meses y este señor sigue sin irse", lamenta Saray. Ante las sombras de partidismo, los dos son firmes: "Esto no va de partidos políticos. va de responsables que no estaban donde tenían que estar. Mira, el alcalde de Utiel es del mismo partido que Mazón y a las siete de la mañana estaba tomando decisiones para proteger a la ciudadanía. En la empresa privada, no acudir al puesto de trabajo es motivo de despido objetivo. Y este señor estaba comiendo mientras la población se ahogaba", insiste. Yremata: "Por muy bonito y muy bien escrito que esté un protocolo, si lo dejas en un cajón para irte a comer y no lo activas, no sirve de nada".

La manifestación contra Mazón

Ambos tenían previsto ir a la manifestación contra Mazón prevista para este lunes, que se preveía especialmente multitudinaria, pero el apagón que dejó a oscuras a toda España y Portugal desde media mañana obligó a suspenderla. "Da igual, habrá otras, nada ni nadie nos va a parar".

Saray aún tiene un par de reivindicaciones más, que quienes asuman un cargo político lo hagan siendo conscientes de su formación -"no puede ser que yo, que soy peluquera, haya hecho ya tres cursos de formación en seguridad y emergencias y la ex consellera, no"- y que la reconstrucción se haga "como toca. Lo peor no es que vaya muy, muy lenta, lo peor es que lo están rehaciendo todo tal como estaba. No sirve hacer una reconstrucción y llenarse la boca con ella levantando la misma mierda. No sirve. Hay que mejorar. No podemos estar hablando de un cambio climático y no adaptarnos al nuevo mundo. Esa es la única manera de intentar evitar que algo así vuelva a ocurrir". 

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