La espina gallega de Bergoglio
La canonización del seminarista pontevedrés Salvador Barbeito, acribillado a balazos por “zurdo” en una iglesia de Buenos Aires en 1976, en el aire tras la muerte del Papa
El propio Bergoglio inició los trámites siendo cardenal en 2005, pero nunca llegaron a culminarse

Funeral por los asesinados en la masacre, del archivo del documental ‘4 de julio’. / LOC

El golpe militar que impuso en marzo de 1976 una dictadura en Argentina desencadenó durante una década un apocalíptico terror de Estado que se cobraría cerca de treinta mil muertos y desaparecidos y un sinfín de secuestros y torturas, además de provocar colateralmente un masivo exilio de argentinos por todo el mundo. Ni siquiera la Iglesia católica, en la que Jorge Mario Bergoglio, futuro arzobispo de Buenos Aires, era ya un referente como líder de los jesuitas, se salvó de esa oleada de violencia.
Apenas unos meses después del golpe, en julio de 1976, se produjo en la iglesia bonaerense de San Patricio la mayor matanza de religiosos católicos en Latinoamérica. Tres sacerdotes y dos seminaristas adscritos a la Teología de la Liberación, una corriente de marcado contenido social, fueron acribillados a tiros por un escuadrón de la muerte (conocidos en el argot de la represión con el eufemismo de Grupo de Tareas). Uno de los fallecidos, el padre Alfredo Kelly, tenía como confesor a Bergoglio.
Uno de los seminaristas, el pontevedrés Salvador Barbeito Doval, fue la víctima con la que más se ensañaron los asesinos. Recibió 71 balazos y su cadáver fue usado como receptáculo de un siniestro mensaje a la jerarquía eclesiástica argentina: sobre el cuerpo destrozado adhirieron una fotocopia de una tira de cómic de Mafalda, en la que la célebre heroína del dibujante Quino señala la porra de un policía mientras dice a un amigo: “Este es el palito de abollar ideologías”.

Viñeta de Mafalda hallada con los cadáveres.
Cerca del cadáver dejaron otro mensaje escrito con tiza: “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes”. “Salvador era un seminarista que trabajaba en el colegio y llevaba a los niños al campamento. No merecía una muerte así. Decían que los mataron porque uno de los sacerdotes pronunciaba sermones sobre la pobreza”, contó la madre de la víctima gallega, Rosario Doval, al periodista coruñés Arturo Lezcano en 2007, cuando se sumó a la denuncia de la Federación de Sociedades Gallegas de Argentina contra el Ejército por las víctimas de la dictadura.
Nadie fue oficialmente acusado por este horrendo crimen
A día de hoy, nadie fue oficialmente acusado por este horrendo crimen, si bien las diversas investigaciones realizadas concluyen que los autores de la Masacre de San Patricio, como es conocida mediáticamente, estaban adscritos a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), que funcionó durante la dictadura como centro clandestino de detención ilegal y tortura. El periodista Eduardo Kimel publicó en 1989 el libro La masacre de San Patricio, en el que denuncia que “la evidencia de que la orden del crimen había partido de la entraña del poder militar paralizó la pesquisa judicial, llevándola a un punto muerto”.

Retrato de Salvador Barbeito. / FdV
En 2005, un Bergoglio ya elevado al cardenalato, inició el proceso de canonización de las víctimas de la matanza ocho años antes de ser elegido Papa, pero el proceso encalló en la burocracia vaticana durante dos décadas hasta que en julio del año pasado una comisión de religiosos argentinos visitó a Francisco con el objetivo de acelerarlo. Los sacerdotes le regalaron al pontífice un cuadro con el lema «Las piedras gritarán», en alusión a una frase pronunciada por Bergoglio en 2001 durante un homenaje a las víctimas de San Patricio: “Las piedras de la calle, de este barrio, claman, gritan pidiendo justicia”.
“Le estamos pidiendo que la muerte atroz que sufrieron nuestros cinco hermanos sea reconocida como un martirio por la Iglesia, ya que que fueron masacrados por predicar el Evangelio de Jesús. Y hasta el el día de hoy, estamos hablando de 48 años atrás, no se sabe por quién”, reclamó su portavoz al Papa.
Francisco se comprometió a empujar la canonización
Francisco se comprometió a empujar la canonización y en foros eclesiásticos argentinos se especuló en estos últimos meses con que llegaría en 2026, con el simbólico motivo de los 50 años de la matanza, pero la muerte del Papa arroja ahora un horizonte de incertidumbre. Por lo pronto, en esta pasada Semana Santa, en plena agonía de Francisco, el Ejecutivo de Milei, quien en su campaña electoral calificó al pontífice argentino de “representante del maligno en la Tierra”, compartió en la cuenta oficial de la Casa rosada un cuestionado vídeo protagonizado por un obispo castrense que justifica muchas de las acciones de la dictadura militar como un necesario ejercicio de patriotismo.
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