Los hábitos influyen más que los genes en el envejecimiento saludable

Un estudio internacional concluye que el estilo de vida y el ambiente predominan sobre la herencia genética en las enfermedades asociadas a la edad y en la mortalidad prematura

Mujeres mayores haciendo ejercicio físico en una piscina de Vigo. |  Alba Villar

Mujeres mayores haciendo ejercicio físico en una piscina de Vigo. | Alba Villar

Rafa López

Rafa López

Vigo

¿Qué peso tienen, por un lado, la genética, y por otro, el estilo de vida, los hábitos y el ambiente, en la velocidad del envejecimiento, en las enfermedades que conlleva y en la mortalidad prematura? Un estudio publicado ayer en la revista científica «Nature Medicine», que analizó los datos de cerca de medio millón de personas, concluye que influye mucho más el ambiente al que nos exponemos –especialmente las condiciones socioeconómicas, el tabaco y el ejercicio físico– que la herencia genética. Así, el ambiente explica el 17% de la variación en el riesgo de mortalidad, mientras que la genética se limita a un 2%.

Se trata de la primera evaluación integral de esta cuestión, y fue realizada por un equipo internacional formado por investigadores de la Universidad de Oxford y otras instituciones científicas europeas y norteamericanas. El artículo, cuyo primer firmante es M. Austin Argentieri, científico de la Universidad de Oxford, el MIT y Harvard, utilizó el Biobanco del Reino Unido, que aglutina muestras y datos sobre la salud y las costumbres de cientos de miles de personas.

Los investigadores identificaron 25 factores relacionados con el ambiente que contribuyen decisivamente en nuestro envejecimiento, desarrollo de enfermedades y muerte. «La buena noticia es que 23 de estos factores son modificables. Fumar, la situación socioeconómica, el ejercicio físico o las condiciones de vida demuestran tener un enorme impacto en cómo envejecemos y desarrollamos enfermedades», destaca Manuel Collado, investigador del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), que no participó en el estudio pero fue consultado sobre él por Science Media Centre.

Para medir el envejecimiento biológico, los autores de este trabajo, explica Collado, se basaron en ‘firmas’ moleculares derivadas de análisis masivos de proteínas presentes en la sangre.

Los genes explicaron una mayor variación de riesgo (26,2%) en comparación con la exposición ambiental (exposoma) para la incidencia de demencias y cánceres de mama, próstata y colorrectal. Por el contrario, el exposoma pesa más (49,4%) en comparación con el riesgo genético para la incidencia de enfermedades de pulmón, corazón e hígado.

Como destacan Manuel Collado y los autores del estudio, intervenir en el ambiente y los hábitos puede mejorar la mortalidad prematura y la mayor parte de la morbilidad vinculada a la edad. También subrayan la ventaja de disponer de bases de datos masivas como el Biobanco del Reino Unido, cuyo análisis facilitará cada vez más la inteligencia artificial.

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