Marisa López, directora de ADOS: «El reto es reducir aún más las negativas familiares a la donación de órganos»

Veinticuatro años después de la puesta en marcha del programa de trasplantes en Galicia, la comunidad alcanza las 10.000 intervenciones, un hito sanitario que no habría sido posible sin la generosidad de los donantes y sus familias. Por primera vez, hay menos de 200 gallegos aguardando por un órgano y la tasa de trasplantes supera ampliamente la media nacional, tras un 2024 «de récord»

Marisa López, en la sede de la Axencia de Doazón de Órganos e Sangue, en Santiago. | A. Hernández

Marisa López, en la sede de la Axencia de Doazón de Órganos e Sangue, en Santiago. | A. Hernández

Susana López Carbia

Santiago

Galicia alcanza los diez mil trasplantes tras un año que ya fue de cifras récord. Es para celebrar...

La verdad es que es una cifra redonda que demuestra el trabajo que se está haciendo. Y llega, efectivamente, tras los datos de récord alcanzados en 2024 tanto en donación como, sobre todo, en trasplantes, con 137 donantes el año pasado y los 424 trasplantes que se llevaron a cabo en la comunidad.

Entre esos datos históricos, ¿qué resulta más gratificante?

Yo destacaría que son 10.000 segundas oportunidades para 10.000 pacientes, gracias a la generosidad de un donante y de su familia. Detrás de cada uno de esos trasplantes hay una historia vital. Es importantísimo hacer esa traducción.

Hoy en día ocho de cada diez familias dicen «sí» a la donación de órganos. ¿Qué ha hecho falta para vencer la resistencia que convertía a Galicia en la comunidad autónoma con mayor número de negativas familiares?

Se ha hecho un esfuerzo muy grande y la sociedad ha respondido. Galicia llegó a tener más del 40% de negativas familiares. Ha costado tiempo y esfuerzo, básicamente sensibilizando, informando y formando. Hoy, hay 126.000 tarjetas de donantes recogidas en la base de datos de la coordinación autonómica, personas dispuestas a donar un órgano si llega el caso. Tenemos una presencia constante en los centros de enseñanza, formamos a los profesionales sanitarios para gestionar ese momento crítico en el que hay que hablar con las familias y contamos también con la colaboración de los medios de comunicación en esta tarea de información y sensibilización.

La edad de los donantes se ha incrementado en consonancia con la evolución de la pirámide demográfica gallega. ¿Es eso un problema?

No, todo lo contrario. Inicialmente hablábamos de una edad muchísimo más baja porque los órganos que se trasplantaban provenían muchas veces de personas jóvenes que habían fallecido sobre todo en accidentes de tráfico. Afortunadamente, la seguridad vial ha mejorado y hoy la principal causa de muerte de los donantes fallecidos son los ictus. Y, en este sentido, el promedio de edad está en 60,5 años. Pero realizamos numerosas pruebas para constatar que un órgano es válido y en ningún caso eso afecta al resultado del trasplante. El año pasado tuvimos donantes de más de 80 años y lamentablemente hubo varias familias que donaron órganos de un menor. El abanico es amplio y lo importante es identificar a esos potenciales donantes e informar a la familia para que acepte la donación.

Otro de los retos es el de la innovación. Cada vez se trasplantan más órganos que antes no podían ser recuperados...

Tenemos una tecnología que nos permite evaluar cualquier órgano antes de ser trasplantado de forma muy precisa y contamos con un dispositivo como el ECMO que nos permite tener acceso con mayor calidad a los órganos que pueden ser trasplantados. Otra incorporación importante es la donación en asistolia, que ha permitido el acceso a nuevos donantes.

¿Ha influido la regulación de la eutanasia en la donación?

Sí. Ha permitido que las personas que solicitaron la prestación de la ayuda a morir pudieran cumplir su deseo de ser donantes de órganos. Desde la puesta en marcha de esa regulación, en 2021, 12 personas han sido donantes y se han propiciado 45 trasplantes.

¿Es posible mejorar esas cifras o se puede decir que Galicia ha alcanzado un techo razonable?

Yo creo que sí tenemos un techo más que razonable, porque el programa español es primero a nivel mundial y Galicia está por encima de la media nacional, con 123,8 trasplantes por millón de personas en España y 157 por millón de personas en Galicia. Pero siempre hay margen de mejora y trabajamos para reducir aún más la lista de espera, en la que hay ahora mismo 198 personas. Hemos reducido a la mitad la lista que teníamos hace diez años. El reto es seguir disminuyendo aún más las negativas familiares a la donación.

«La gente que comienza a donar sangre repite, pero hay que ponérselo muy fácil»

Las cifras certifican que la donación de órganos va a más. ¿También la de sangre? ¿Estamos en un buen momento?

Toda la actividad que desarrollamos es gracias a la solidaridad de las personas que donan sangre: más de 80.000 el año pasado. Sí, estamos en un buen momento. Pero sabemos que tenemos un contexto sociodemográfico que nos condiciona a la hora de trabajar, con un 30% de la población mayor de 65 años que solo podría seguir donando con autorización de su médico y, por tanto, con buena salud.

El reto es que los jóvenes se hagan donantes. ¿Cuál es la estrategia para lograrlo?

Efectivamente, tenemos que conseguir que la gente joven se solidarice y fidelizarlos como donantes. Es una labor ardua de información, sensibilización y continua con las colectas que organizamos a diario para que la donación sea accesible. Trabajo, trabajo y trabajo todos los días.

¿En algún momento del año peligra la autosuficiencia?

Hay momentos más complicados, como el verano y las Navidades. Nosotros tenemos que dar respuesta a las necesidades de los hospitales, algunas más o menos programadas, y, sobre todo, de los pacientes crónicos. Y a mayores hay cirugías urgentes y un programa de trasplantes con un alto requerimiento de componentes. Es importante mantener un flujo continuo y permanente. Y sí, hay días en los es difícil llegar a esas 450 donaciones de promedio que necesitamos todos los días.

¿Suelen repetir los jóvenes que donan una primera vez?

Sí. Todos los años hacemos un seguimiento y no perdemos de vista ese índice de fidelización para seguir la adherencia que tienen los donantes a nuestro programa. Y sí, la gente que comienza a donar, normalmente, repite, aunque tenemos que estar permanentemente haciendo sea labor de fidelización y de recordatorio. Y, sobre todo, ponérselo muy fácil.

Si se quiere llegar a los jóvenes, es imprescindible estar en las redes sociales. ¿Han pensando en fichar a influencers que puedan actuar como embajadores de la donación?

No solo lo hemos pensado, sino que lo hacemos. Estamos prácticamente en todas las redes sociales y trabajamos con nuestros donantes y, a través de ellas, difundimos nuestra actividad y nuestras necesidades. Y en este sentido valoramos muy positivamente a esos donantes que trabajan como influencers y que actúan como embajadores de la donación. Eso sí, de forma generosa y altruista.

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