Los mayores de 55 años: activos, digitales y discriminados por la edad
Suponen más de 16 millones de personas en España y destacan por tener una buena posición económica
Más de la mitad ayuda a sus familiares, en especial a los hijos

Una pareja de personas mayores, paseando de la mano. / Europa Press
Más de 16,3 millones de personas en España superan los 55 años, lo que representa el 34% de la población total. Este grupo etario produce el 25% del producto interior bruto (PIB) del país, acapara el 60% del consumo y tiene buen dominio de las nuevas tecnologías. Además, en España, las personas entre 55 y 75 años siguen siendo el sostén económico de su entorno más cercano. La mitad de ellos (51%) ayuda a familiares, sobre todo, a los hijos, a quienes también dedican su tiempo –el 42% de los que tienen nietos se encarga al menos una vez a la semana de sus cuidados cuando sus padres no pueden–. Aun así, más de la mitad afirma que ahorra a final de mes, un hábito que va en aumento y cuyo objetivo es estar preparados ante posibles imprevistos (60%), obtener seguridad y tranquilidad (51%) y ahorrar para complementar su pensión (25%). Estos son algunos de los datos que desprende el «V Barómetro del Consumidor Sénior», realizado por el Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación MAPFRE, en colaboración con Google, que analiza los hábitos de consumo y comportamiento de este grupo de edad.
Pero a pesar de todo ello, España es todavía un país edadista: los séniores sienten que la sociedad les envejece antes de tiempo y 3,6 millones reconocen haber sido víctima de edadismo. En este sentido, el estudio revela que más del 20% se ha sentido discriminado alguna vez por su edad, un porcentaje que aumenta entre quienes que tienen entre 55 y 59 años, es decir uno de cada tres (1,1 millones), lo que evidencia que el edadismo comienza a darse en el entorno laboral y disminuye en las siguientes etapas.
«Los séniores no sólo cobran pensiones, también aportan a la economía»
El gerontólogo clínico vigués Andrés Vázquez, miembro del grupo sénior de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), apuesta por revertir la idea negativa que se tiene de la vejez y verla como una oportunidad. En este sentido recuerda que las personas mayores tienen una economía más saneada que las generaciones más jóvenes, entre otras cosas, porque están libres cargas económicas. En este sentido, el barómetro apunta que el 84% del colectivo sénior tiene casa en propiedad y casi siete de cada diez, sin cargas. Esto y la mayor disposición de tiempo libre hacen que consuman cada vez más productos y servicios.
«Cuando se habla de personas mayores el discurso se centra en el gasto de las pensiones, un tema muy denostado en España, pero se obvia que este 34% de la población también cotiza, consume y genera necesidades de artículos, servicios y productos, lo que a su vez genera PIB y empleo. Los séniores no solo cobran pensiones, también aportan y la silver economy o economía plateada tiene cada vez más peso», afirma.
Generación sana
El barómetro muestra que la sénior es una generación que viaja –8 de cada 10 prevén hacer turismo el próximo año–, preferiblemente por España, que consume cultura y que cada día está más digitalizada. Respecto a esto, los datos revelan que un 27% más de personas entre 74 y 85 años utiliza internet de forma diaria, respecto a hace un año. Concretamente, el 85% realiza consultas en su banco, el 76% realiza compras, el 65% es activo en redes sociales y publica o consume contenido y el 52% lo utiliza para hacer cursos. Asimismo, el 43% de los sénior realiza sus pagos a través del móvil y que la plataforma YouTube tenga doce millones de usuarios.
En cuanto a hábitos de vida, el 80% cuida su alimentación, el 59% se preocupa de sus horas de sueño y el 58% practica ejercicio físico, actitudes que se incrementan a partir de los 65 años.
Respecto al edadismo del que alerta el barómetro, Vázquez asegura que es un problema que se da en numerosos ámbitos y de distintas formas, desde las creencias y actitudes tendenciosas hasta medidas como las jubilaciones forzosas, la exclusión en ensayos clínicos y el exceso de hospitalizaciones. Según el experto, esta discriminación supone un fuerte impacto en el bienestar de la persona. «Quienes son discriminados por edad tienen más riesgo de desarrollar problemas como depresión que las que viven en un entorno que es más positivo y respetuoso con la vejez», señala.
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