¿Adictos al vibrador?

Algunas personas podrían llegar a convertir los juguetes sexuales en su única fuente de excitación, aunque los expertos sostienen que está relacionado con la personalidad adictiva de quien los usa

Juguetes sexuales en el 
escaparate de una tienda.
 // Sashenka Gutierrez

Juguetes sexuales en el escaparate de una tienda. // Sashenka Gutierrez

M. González

M. González

“Cualquier acción, objeto o sustancia que produzca placer, es decir, que genere la segregación de dopamina en el cerebro, es susceptible de convertirse en una adicción”, indica Claudia Carvalho, experta en sexología y creadora de la Escuela de Sexo en Galicia. Es por eso que, según, apunta, “los juguetes sexuales podrían llegar a ser adictivos”.

La terapeuta Juliana Rodrigues, de 38 años, pasó alrededor de 10 años de su vida sexual sin poder alcanzar el orgasmo y la primera vez que logró llegar al clímax, con 24 años, fue gracias a la ayuda de un vibrador. “Al principio usaba el aparato a mínima potencia, pero con el tiempo tuve que aumentar la vibración y me desensibilizó la zona íntima”, expone. La situación empeoró cuando dejó de sentir placer incluso con la máxima potencia del dispositivo. “Me volví dependiente, no podía tener relaciones sexuales sin un vibrador. De repente, el juguete dejó de hacer efecto y tardé mucho en alcanzar el orgasmo”.

“Así como un adicto al porno está condicionado a sentir placer únicamente a través del porno, algunas personas pueden convertir el vibrador en la única fuente de excitación y eso es un problema”, advierte la sexóloga de A Coruña.

“Yo creo que, como cualquier “objeto”, si la tendencia de la persona es adictiva podría suceder, pero no por la respuesta en sí del juguete”, puntualiza la psicóloga y sexóloga Emma Placer. “Igual podrías convertirte en adicta a la masturbación porque, en general, la respuesta que obtienes es un orgasmo, algo placentero, un premio; el mismo proceso del sistema límbico que funciona con la adicción al juego o a las drogas”, explica.

“Las tiendas eróticas están todo el rato vendiendo productos para que la mujer tenga placer y orgasmos de forma rápida”, matiza Carvalho. “No estoy en contra de su uso, porque tiene sus beneficios, pero sí que estoy en contra de la idea de que el vibrador te da placer. El placer requiere tiempo y, con dos minutos, tú no tienes placer, puedes tener un orgasmo, pero son dos cosas distintas”, expone.

“El uso de juguetes sexuales, por sí mismos, no generan ningún tipo de adicción. Solo se podría dar ese caso en personas con un tipo de personalidad adictiva, en cuyo caso un uso inadecuado podría causar dificultades”, sostiene Iván Rotella, miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología AEPS, que apunta que “no hay ningún estudio que corrobore que el uso de juguetes puede provocar adicción, aunque sí hay muchos sobre el trastorno de control de impulsos y las personalidades adictivas”.

Claudia Carvalho, por su parte, constata que en su consulta “crece el número de mujeres que afirman haber perdido sensibilidad por el uso de juguetes sexuales”. La experta afirma que, con los años, ha crecido el uso de estos aparatos por dos razones: “La primera, porque el sexo vende; la segunda, porque es una forma rápida de tener orgasmos”.

Las implicaciones a nivel personal en caso de una adicción de este tipo “suelen consistir en una alteración de la vida diaria y la imposibilidad de tener una actividad diaria normalizada”, dice Rotella. “Evidentemente, en estos casos, el establecimiento de relaciones con otras personas puede generar, entre otras sensaciones, inquietud, nerviosismo y una insatisfacción que no permite que las relaciones se desarrollen de la forma deseada”, advierte.

Claudia Carvalho apunta haber tenido pacientes que “han llegado a usarlo hasta seis veces al día”. “Acostumbras a tu cerebro a tener ese placer de forma intensa y rápida”, advierte.

En todo caso, Iván Rotella, “después de más de veinte años de experiencia en consulta de atención sexológica”, considera que “los juguetes sexuales pueden ser un apoyo para ayudarnos en el acompañamiento de diversas dificultades”: “Suelo recomendar en algunos casos un ‘viaje de estudios’ por diversas tiendas de productos eróticos tanto presenciales como online, simplemente con la intención de cacharrear un poco y descubrir todas las posibilidades que pueden ofrecer a mujeres, hombres y parejas. Su uso puede abrir el abanico de posibilidades lúdicas y placenteras dentro del encuentro erótico personal o compartido y también nos pueden servir de apoyo para cuestiones relacionadas con la falta de deseo, dificultades con la respuesta sexual, con dolor en el coito, etc.”.

“En los casos de adicción con su uso lo más adecuado es acudir a un servicio de salud mental que valore la gravedad o no de la adicción y derive a la persona a una intervención psicológica, una intervención psiquiátrica o una combinación de ambas”, dice el sexólogo: “En estos casos, ni la erótica ni los juguetes tienen que ser el objetivo principal de intervención, ya que son simplemente cauces en los que la persona ha centrado su adicción”.

“Es importante una educación e información adecuada y entender que es una herramienta más, no la única, para lograr el orgasmo”, añade Carvalho.

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