Llevar unos hábitos de vida saludables –comer sano, hacer ejercicio y no consumir sustancias tóxicas como tabaco y alcohol–, no es lo único que contribuye al bienestar, tanto físico como emocional, de las personas mayores. Cultivar aficiones también mejora la felicidad y la calidad de vida pasados los 65 años, según un metaanálisis de cinco estudios coordinado por el University College de Londres (UCL) y publicado recientemente en la revista especializada “Nature Medicine”.
Los investigadores vieron que tener un “hobby” se asociaba con menos síntomas depresivos; mejor estado de salud subjetiva, es decir, la que el individuo interpreta que tiene; una mayor satisfacción con la vida, y un mayor nivel de felicidad, independientemente del país, sexo, y situación y edad de jubilación, lo que sugiere, según los investigadores, una relativa universalidad de la respuesta. De estos cuatro elementos estudiados, la satisfacción vital estuvo más fuertemente relacionada con la participación en pasatiempos, que pueden contribuir a través de muchos mecanismos, incluido sentir que se tiene el control de la mente y el cuerpo, encontrar un propósito en la vida y sentirse competentes para abordar los problemas diarios, según el estudio del UCL.
Estos hallazgos están en línea con los de otros estudios publicados en diversas publicaciones internacionales interdisciplinarias que indican que tener una afición puede mejorar el bienestar mental de los mayores de 65 años. Su relevancia está en la magnitud de la base de datos empleada –93.263 personas de 16 países– y en que proporciona resultados en todos los contextos culturales y países, frente a los resultados locales de los que se disponía hasta la fecha.
“Las conclusiones de este metaanálisis no son nada nuevo. Los resultados que describe dan la razón a las políticas de envejecimiento activo que se vienen aplicando desde hace años y cuya eficacia no se puede negar”, afirma el geriatra y gerontólogo gallego Andrés Vázquez, miembro del Grupo Seniors de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
Este metaanálisis también evidencia que existen grandes diferencias entre los países en cuanto a la práctica de aficiones de sus ciudadanos mayores de 65 años, lo que puede reflejar cómo están estructuradas y organizadas las sociedades, lo que depende en gran medida de la política de cada Estado. Así, en España sólo el 51% de este colectivo tiene una afición, el segundo porcentaje más bajo de los países analizados, sólo por delante de China (37,6%), aunque en este último caso cabe destacar que sólo se había preguntado a las personas por aficiones sociales y no por aficiones en general.
Tras China y España, se posiciona Itatia, con un 54% de mayores de 65 años con aficiones, que los investigadores especifican que son arte, manualidades, lectura, juegos, deportes, jardinería, voluntariado y participación en sociedades o clubes, en definitiva, aquellas actividades que las personas desarrollan por placer fuera de los ámbitos doméstico y laboral. Dinamarca (96%), Suecia (95,8%) y Suiza (94,4%) registraron los niveles más altos de jubilados con aficiones, seguidos de Alemania (91%), Austria y Japón (90%).
Aunque los jubilados españoles tienen una tasa de afición menor, su grado de satisfacción vital es similar a la de otros países
El metaanálisis añade que las personas que viven en países con mayor esperanza de vida o niveles de felicidad más altos pueden tener más probabilidades de tener una afición, y pone a Dinamarca, Suecia y Suiza como ejemplo, y anima a los estados a tomar medidas. “Garantizar el acceso a las aficiones debería ser una prioridad para promover un envejecimiento saludable”, señalan los investigadores.
Sin embargo, el estudio constata que, aunque los jubilados españoles tienen una tasa de afición comparativamente más baja, la asociación entre la afición y la satisfacción con la vida es similar a la de países con tasas de afición mucho más altas como Austria, República Checa y Suiza.
En opinión de Vázquez, las tasas diferenciales de participación en aficiones entre países tienen que interpretarse con cautela, ya que habría que analizar aspectos como el cultural y el geográfico, que pueden explicar, al menos en parte, por qué sólo uno de cada dos jubilados españoles tenga una afición. “No creo que el concepto de ‘hobby’ sea el término que mejor defina lo que hacen las personas mayores en países como España, donde pasar tiempo con la familia o salir a tomar algo al bar con un amigo es algo social, pero no se considera un hobby. Sin embargo, estas actividades sociales mejoran la calidad igual que puede hacerlo pintar o ir a clases de cocina”, explica.
El lugar de residencia también es un factor que influye a la hora de cultivar aficiones. En este sentido, Vázquez cree que es importante hacer una segregación entre los ámbitos urbano, metropolitano y rural, algo que no hace el metaanálisis. “Cuando se habla de actividad en personas con más de 65 años es importante buscar este corte, porque las ciudades ofrecen muchas más actividades culturales y de ocio y más accesibles que el medio rural. De igual manera, si se le pregunta a una persona de 75 años que vive en el rural qué actividades hace, probablemente responda que vendimiar, podar los árboles, atender la tierra, posiblemente también a los animales, y cuidar de la familia. Puede que esa persona no tenga nada de esto un ‘hobby’, pero son actividades con las que igualmente disfruta y que le hace feliz ”, comenta el geriatra.
A tenor de los resultados del metaanálisis, Vázquez apuesta no sólo por seguir incentivando las políticas de envejecimiento activo, sino por dar un paso hacia adelante haciendo partícipes a las personas mayores en la sociedad y dejando que sean ellas quienes diseñen las políticas que van dirigidas a ellas.
Potenciar la protección de los derechos de las generaciones actuales y futuras de personas mayores
En 2050 se prevé que haya más de 1.600 millones de personas mayores de 65 años en el mundo
La esperanza de vida en España se sitúa en los 80,42 años para hombres y los 85,86 para las mujeres, edad que aumentará hasta los 86,03 años para hombres y 90,05 para las mujeres en 2071. Asimismo, según el INE, en el 2020, la esperanza de vida en buena salud a partir de los 65 años de edad es de 11,6 hombres y 11,5 en mujeres.
Si estos años adicionales están marcados por una disminución de la capacidad física y mental, las consecuencias serán negativas. Pero, aunque España se encuentra entre los países más longevos del mundo, la cada vez mayor esperanza de vida es un fenómeno que se replica en todo el planeta.
Se prevé que el número de personas de 65 años o más en todo el mundo se duplique con creces en los próximos años, pasando de los 761 millones que había en 2021 a 1.600 millones en 2050. El número de personas de 80 años o más está creciendo aún más rápido. En todo el mundo, se espera que los bebés nacidos en 2022 vivan 71,7 años de media, 25 años más que los nacidos en 1950.
El envejecimiento poblacional es, sin duda, un logro de los avances de la medicina, pero también supone un reto. Es importante que se incentive un estilo de vida más saludable y autónomo para las personas mayores y menos dependiente de la atención institucional, establecer redes de apoyo social, reeducar a la sociedad para acabar con el estigma social de que las personas mayores son una carga y verlas como un recurso valioso, y darles mayor participación activa en la vida social.
El 14 de diciembre de 1990, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 1 de octubre Día Internacional de las Personas de Edad. Los objetivos del Día Internacional de las Personas de Edad para 2023, que se celebra con el lema “Cumplir las promesas de la Declaración Universal de Derechos Humanos para las personas mayores: entre todas las generaciones”, son incrementar el conocimiento global y concienciar sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos y generar compromisos entre todas las partes interesadas para potenciar la protección de los derechos humanos de las generaciones actuales y futuras de personas mayores en todo el mundo; compartir y aprender de los distintos modelos intergeneracionales para la protección de los derechos humanos en todo el mundo, y pedir a los gobiernos y a las entidades de la ONU que revisen sus prácticas actuales con el fin de integrar mejor en su trabajo un enfoque de los derechos humanos a lo largo de la vida de las personas.