Para ilustrar una alternativa clara entre un “sí” y un “no” se suele poner el ejemplo coloquial de un embarazo: una mujer o está embarazada o no lo está. Un test rápido de embarazo es positivo o negativo, y obviamente no indica si se encuentra “poco embarazada” o “muy embarazada”. Con los test de antígenos de COVID sí se puede hacer una segunda lectura. Siempre se ha sabido que el tono de la línea del positivo indica la carga viral: cuanto más oscura es, mayor carga viral y, por tanto, mayor infecciosidad potencial de esa persona. Ahora, el inmunólogo estadounidense Michael Mina, uno de los mayores expertos mundiales en este tipo de test, ha compartido una tabla para interpretarlos y saber, de forma estimativa, cómo de contagiosos somos si nos infectamos con el coronavirus SARS-CoV-2.
“Si da positivo este otoño/invierno, su prueba rápida puede informarle más sobre su estado (en el momento de la prueba) de lo que cree (...) cuanto más rápido aparece la línea, más virus. Y cuanto más oscura es la línea resultante, más virus”, explicó ayer Mina, antiguo profesor de la Universidad de Harvard (EE UU), en su perfil de X (anteriormente Twitter), con el nombre de @michaelmina_lab. El también epidemiólogo y patólogo matizó que esto es esquemático y que cada prueba es un poco diferente, dependiendo de las marcas.
Como ya sabemos, el positivo en el test de antígenos indica que la persona es contagiosa. Los portadores del virus SARS-CoV-2 no siempre contagian. Pero dentro del positivo hay diferentes grados de infecciosidad, y Mina pone estos ejemplos: con una baja carga viral tal vez puedes contagiar a tu cónyuge, una persona con la que se supone que estás en contacto cercano durante mucho tiempo. Pero con una muy alta carga viral podrías contagiar a 50 personas permaneciendo en un espacio muy concurrido durante únicamente 30 segundos. Como sabemos que este virus se transmite por aerosoles (por el aire), partículas que permanecen en el ambiente durante un tiempo considerable, una persona con una muy alta carga viral puede convertir un ascensor en un lugar propicio para el contagio.
Todo esto, repetimos, es estimativo y muestra el potencial de una persona para contagiar a otras, pero no siempre una persona que tiene una alta carga viral se convierte en un “supercontagiador”. Esto depende de múltiples variables, como la cantidad de contactos sociales que tenga esa persona, el volumen de aire que exhale (que es menor en los niños, por ejemplo), si habla mucho o poco, en volumen alto o bajo; o sus síntomas, si estornuda o tose, por ejemplo.
La carga viral es importante. Recientes estudios han confirmado de manera empírica lo que ya se sabía, que el tiempo que pasamos con una persona infecciosa y la cercanía con dicha persona influye en la carga viral que se transmite a otra, y que esa carga viral puede ser determinante para superar la barrera inmunitaria de una persona vacunada: si la carga viral inhalada es baja, es posible que nuestros anticuerpos –respuesta humoral, que decae con el tiempo– por infección anterior o vacuna neutralicen la infección. Pero si la carga inhalada es muy alta es más probable que nuestras defensas se vean desbordadas y que nos infectemos, en cuyo caso la vacuna nos seguirá protegiendo contra enfermedad grave y muerte gracias a nuestra respuesta celular.
Virus exhalado
Pero no está bien definido cuánto virus exhalan las personas durante el curso de la infección. Un reciente estudio liderado por científicos de la Northwestern University (Chicago, EEUU) ha cuantificado el número de copias de ARN del SARS-CoV-2 exhaladas por minuto durante la respiración natural en el transcurso de un infección de COVID-19. El estudio, publicado como preimpresión (aún no revisado por pares) en el repositorio medRxiv.org, ha sido comentado en la revista “Science News”.
El investigador Gregory Lane y sus colegas analizaron más de trescientas muestras de aliento de 43 personas con COVID-19 y las siguieron durante casi tres semanas. Los niveles variaban entre los individuos y dentro de ellos, pero algunas personas liberaban a veces más de 800 copias de ARN viral por minuto.
En promedio, los participantes exhalaron 80 copias por minuto durante ocho días completos después de que comenzaron los síntomas. Solo después de ese punto las partículas virales cayeron a niveles casi indetectables.