El sueño del vigués Alejandro Fariña parecía inalcanzable: poder vivir de su pasión, los caballos, habiendo nacido y crecido en una comunidad como Galicia, sin apenas tradición de doma clásica, y en una familia ajena al ambiente elitista que rodea esta actividad. Pero a sus 39 años Fariña puede asegurar que los sueños se cumplen: es el jinete de competición y jefe de cuadras de la segunda mujer más rica de Rusia, y vive y trabaja en una espectacular finca inglesa de 400 hectáreas.
“Si viniera Amancio Ortega y me dijera que me pondría lo mismo en Galicia, dudaría”, explica a FARO Fariña, que trabaja con los mejores profesionales. “Entreno con Laura Tomlinson, que fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres, y aquí es una diosa. Y el herrador que trabaja conmigo, Nathan Appleton, es herrador de las cuadras reales, era el herrador de la reina de Inglaterra”, apunta.
"Si viniera Amancio Ortega y me pusiera lo mismo en Galicia, dudaría; no es solo el caballo en sí mismo"
Preguntado por la extensión de Beaurepaire Park, la finca con mansión del siglo XVIII a unos 80 kilómetros al suroeste de Londres en la que vive y trabaja, Alejandro Fariña duda, pero estima que ronda las 400 hectáreas. “De las puertas hasta el meollo tienes que conducir unos dos kilómetros –calcula–. Es el típico estate inglés antiguo con todos los detalles, lo que hace bonito a Inglaterra”.
El amor sonríe también a Álex. La pasión por los caballos es lo que le unió también a su esposa, Hazel, catedrática de Biología y Ciencias Medioambientales con la que se casó el pasado año en el monasterio del Aciveiro, en Forcarei. La pareja espera un bebé: ella salió de cuentas el pasado sábado. “Su locura son los caballos, es lo que nos une –comenta el jinete sobre su esposa–. Está encantada de vivir en la finca. Tenemos nuestra propia casa en la propiedad y nuestro propio caballo. Ella siempre tuvo caballos, a nivel modesto de competición y de técnica. Ahora está mucho mejor”.
–Porque tiene un magnífico profesor, ¿no?
–Bueno, se intenta (ríe).
Alejandro también empezó desde abajo. Recuerda ir con sus padres de niño al concurso hípico de Vigo, cuando se celebraba junto a la playa Samil, pero no fue hasta que su tío Joaquín Fariña le llevó a montar por primera vez, en 1997 –tenía unos 13 años– cuando se enamoró de los caballos. “Salíamos por el monte y solíamos ir desde Vigo hasta el Miño. A veces nos bañábamos con los caballos en el río”, recuerda. En la biografía que figura en su página web cuenta que inmediatamente sintió una especie de flechazo por esos animales y quería saber todo sobre ellos, limpiarlos, ducharlos, montarlos... “Para mí los caballos eran lo máximo, pero es un deporte muy elitista y no vengo de una familia de dinero, con lo cual mis padres siempre lo vieron algo muy alejado, un hobby y ya”, rememora.
Acabado el Bachillerato en Jesuitas, empezó la carrera de Ingeniería Industrial. Pero, aunque le encantan las ciencias, vio que no era lo suyo. Así que empezó Filosofía por la UNED, al mismo tiempo que trabajaba en Ponteareas con Isaac Ares, que fue la primera persona que le dio perspectiva del mundo equino, hace ya 18 años.
En 2008 dio el salto a Llavaneras (Barcelona) para trabajar como asistente para el jinete olímpico Luis Lucio. Al año siguiente se mudó a Madrid para desempeñar el mismo cometido con Ángel Bermejo. Estos dos trabajos le dieron su primer contacto con las competiciones de doma clásica, pero su gran influencia y mentor fue el jinete holandés Bert Rutten. Trabajó con él entre 2010 y 2014. “Montaba todos los días con él, eran caballos impresionantes. Es como si pones a alguien que quiere ser pintor a pintar con Picasso todos los días. Fue el gran paso y lo que realmente definió mi carrera deportiva”, explica el jinete vigués.
Fariña empezó a competir, tuvo su propio negocio durante dos años y después llegó el tren que no debía dejar escapar, su gran oportunidad, de la mano de la multimillonaria rusa Elena Baturina. Los ingleses la llaman una de las “billonarias” de Rusia, ya que en inglés un billón son mil millones. La fortuna de esta mujer de 60 años se estima en unos 1.200 millones de euros. Solo la supera la empresaria Tatyana Bakalchuk entre las mujeres más acaudaladas de Rusia. “Su equipo de trabajo me encontró. Ella quería un jinete de competición, que llevase adelante los establos y que hiciese a sus caballos competir a nivel nacional e internacional. Hace doma clásica, pero no ha competido”, detalla Fariña, que ya lleva seis años y medio en Inglaterra trabajando para Baturina, residente en Londres y madre de dos hijas. “Tengo todo lo que quiero”, destaca.
El origen de las grandes fortunas de Rusia ha estado siempre bajo la lupa, y más con la actual guerra. Baturina fundó una empresa de inversiones y construcción en 1991, durante el derrumbe de la Unión Soviética. Su marido, fallecido en 2019, era Yury Luzhkov, que fue alcalde de Moscú entre 1992 y 2010 y considerado por la prensa internacional como miembro destacado de la “cleptocracia” rusa.
Alejandro Fariña no comenta nada sobre su jefa al margen de su trabajo con los caballos. La invasión de Ucrania arroja otra sombra sobre ella, pero en su cuadra y en su propiedad hay ucranianos trabajando, asegura el jinete vigués. “Ella está totalmente fuera de todo eso, que yo sepa no tiene ningún problema y no está en ninguna lista de sanciones internacionales”, afirma. Baturina sí figura, como ha podido comprobar FARO, en un listado de personas de la Federación Rusa sancionadas por el Gobierno de Ucrania, aunque esta propiedad en concreto no está sancionada. Según el gobierno ucraniano, “durante la alcaldía de su marido, Baturina era propietaria de la empresa constructora Inteko y de fábricas de cemento, que se beneficiaban de las comisiones de la ciudad”.
Equipo de élite
En el equipo de Alejandro Fariña en los establos hay una terapeuta, un herrador, una medallista olímpica, un veterinario, una quiropráctica, un asesor nutricional... Una auténtica élite de profesionales dedicados a formar a los futuros campeones día a día, desde que son potros hasta que compiten en los torneos. “Hay 8 premier leagues desde abril hasta julio y normalmente hago 4 o 5 al año. Estas competiciones duran de 4 a 5 días y tenemos un camión de 17 toneladas para acoger hasta 6 caballos”, detalla el jinete. En la actualidad monta un caballo de competición, propiedad de Elena Baturina, llamado Wasryw, con el que representa a España.
Alejandro Fariña no se muestra dispuesto a cambiar de destino. Inglaterra, junto con Alemania, Holanda y Bélgica, son “el primer mundo” de la doma clásica y los países que ofrecen las mejores condiciones. “En España hay muy buenos jinetes, pero aquí, en Inglaterra, tienes la paciencia y una clientela que entiende de caballos a niveles deportivos y psicológicos. Las competiciones de doma aquí son muy reñidas, son muy buenos técnicamente, y eso te hace mucho mejor. Igual llegas a Galicia y lo ganas todo, pero la cuestión no es solo ganar. Lo que te rodea te hace mejor, y eso aquí se nota. Es algo a lo que cuesta renunciar”, sentencia.