El Barroquista: “La nostalgia por los edificios históricos se nos está yendo de las manos”

“El discurso de la degeneración de la arquitectura está calando y es perverso porque compara una escuela de secundaria actual con Versalles”, manifestó el historiador del arte en Club FARO

Miguel A. Cajigal, El Barroquista, (izda) y Xoan Escudero.

Miguel A. Cajigal, El Barroquista, (izda) y Xoan Escudero. / José Lores

“La nostalgia por los edificios históricos se nos está yendo de las manos. El discurso de la degeneración actual de la arquitectura ha calado. Ponen fotos en Instagram comparando el Palacio de Versalles con una escuela de secundaria o un centro de salud. Eso es perverso. Cada edificio se hace con espacios que tiene que satisfacer unas necesidades. ¿Imaginaos dar una clase en el salón de los espejos?. Pasarían frío y no se oiría”. Así lo manifestó ayer en Club FARO el divulgador e historiador de arte especializado en arquitectura Miguel Ángel Cajigal Vera, conocido como El Barroquista, en el acto de presentación de su segundo libro, “Otra historia de la arquitectura” (Ediciones B).

Presentado y entrevistado por el cineasta Xoan Escudero, primero, y por algunos de los asistentes que le formularon preguntas, Cajigal afirmó que “con los edificios pasa lo mismo que en los últimos años con el vermú, si sobreviven se vuelven a poner de moda. El paso del tiempo los convierte en atractivos y valiosos, y eso es lo que hace que una iglesia románica nos guste ahora, pero para los de esa época era un templo más”, expuso.

Esa valoración de lo histórico – según argumentó – hace que minusvaloremos lo contemporáneo, de ahí que en los últimos cien años asistamos a lo que el historiador calificó de “cultura depredadora” que ha llevado a derribos de inmuebles como la Pagoda de Cristal en Madrid o a que se hubieran planteado acabar con la muralla romana de Lugo, “salvada por un arquitecto que les convenció que tirarla saldría carísimo”. “No se trata de conservar todo ni tirar todo y para ello hay que entender la arquitectura, no como algo bonito, sino por su calidad y valor para documentar la época en la que fue construido un edificio”.

Preguntado por su entrevistador sobre los casos de la fábrica de Pontesa en Arcade o La Panificadora de Vigo, Cajigal manifestó: “Las fábricas en general se deja a arruinar hasta que vienen los hipster y montan algo en ellas como un coworking”.

A lo largo de la charla coloquio, el historiador del arte y escritor desmontó algunos clichés sobre la arquitectura. “Nuestro amor por el patrimonio construido nos hace mitificarlo, nuestra relación con los monumentos está romantizada y es artificial. La imagen que tenemos por las películas de los grandes bailes en Versalles es imposible porque la música no se oía. Todos los inquilinos del Palacio Real se han quejado de que la comida le llegada fría desde la cocina a sus habitaciones. Los palacios no estaban calefactados y por eso tendían a construir en pequeñas estancias salones de té”. Sobre las catedrales, comentó que no eran ni por asomo parecidas a los lugares de residencia y que “los visitantes instalaban allí sus cuartos para no congelarse cuando iban a misa”.

Uno de los aspectos que remarcó del libro que presentó ayer y de su proceso de elaboración fue la injusta ausencia de mujeres en los manuales de la historia de la arquitectura y concretamente del siglo XX, salvo un par de excepciones. “Una de las historias más graves”, según comentó, es la de Robert Venturi y Dennis Scott Brown, ambos socios en su estudio de arquitectura, autores de libros conjuntos y marido y mujer. A él le dieron el Pritzer y ella no le acompañó ni siquiera a recogerlo. Años después, él se sumó a la petición de alumnos de Harvard para que el máximo galardón de la arquitectura reconociera en su listado que ella también lo había recibido.

Y puso otro ejemplo más reciente, el de un documental de la BBC sobre los grandes arquitectos del Reino Unido en el que borraron de una foto a la mujer que estaba entre Robert y Foster. “Era la presidenta del colegio de arquitectos”.

Defendió además la consideración de la arquitectura como una obra conjunta, no solo del arquitecto que firma, sino de artesanos y profesionales que intervienen en todo el proceso.

El edificio Chrysler para una noche romántica y el palacio de Versalles para estar con amigos

Considerado el Mejor Educador Digital de España en la categoría de Historia, premio que recibió en 2022, Miguel Ángel Cajigal es colaborador del programa “Galicia por diante”, de la Radio Galega, de “Julia en la Onda”, de Onda Cero, y de “El condensador de fluzo”, de TVE.

Preguntado por su lista de edificios favoritos en una entrevista a FARO publicada el pasado domingo en el suplemento Estela, el divulgador coruñés conocido como el Barroquista escoge el edificio Chrysler de Nueva York como mejor emplazamiento para pasar una noche romántica, concretamente una habitación “muy arriba con vistas a toda la ciudad”. Para recibir a amigos, el palacio de Versalles, por la cantidad de espacios y, sobre todo, por sus jardines, aunque también podría ser una casa inglesa de la campiña. Para que los turistas lo admiren al contemplarlo, sin duda el Taj Mahal, del que “no conozco edificio en el mundo que tenga ese magnetismo de primera vista” según dijo. Y para tener como residencia, la casa E-1027 de Eyleen Gray, en Roquebrune- Cap- Martin, al sur de Francia, edificio en el que Gray tradujo su pensamiento arquitectónico y se convirtió en uno de los modelos del movimiento moderno. “Me encanta por todo: por su ubicación al lado del mar, su comodidad y el mobiliario que ella misma diseñó”, explicó.

A la hora de escoger los edificios artísticamente más valiosos de Galicia, selecciona los tres que son Patrimonio Mundial de la Humanidad –la muralla de Lugo, la Torre de Hércules y la catedral de Santiago–, junto a Santa Eulalia de Bóveda, un edificio tardo-romano pequeño, y, yendo a obras más recientes, edificios de la llamada arquitectura ecléctica de Vigo, sobre todo el Teatro García Barbón.

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