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Ozempic, más allá del control glucémico

Un estudio de Novo Nordisk destaca sus beneficios cardiovasculares en personas sin diabetes, pero con antecedentes cardiacos

Cajas de Ozempic, en lanevera de una farmacia. | // HÉCTOR FUENTES

La diabetes es reconocida actualmente como una epidemia y un problema sanitario grave. “Se calcula que un 14% de la población española la presenta, lo que conlleva un incremento de la morbimortalidad, fundamentalmente por patología cardiovascular, y que puede generar un amplio abanico de complicaciones”, advierte la endocrina del Hospital HM Rosaleda, Ana Sánchez Bao.

La investigación en diabetes “es una de las áreas que más ha evolucionado en los últimos años, dando lugar al desarrollo de nuevos tratamientos que han cambiado radicalmente el pronóstico de la enfermedad”. “Entre los fármacos que han revolucionado el panorama se encuentran los análogos del receptor del GLP-1 (semaglutida es uno de ellos) y los inhibidores del receptor de SGLT-2, que tienen un mecanismo de acción más dirigido, permitiendo mejorar el control metabólico y ofreciendo también mejoras en la pérdida de peso y protección cardiovascular y renal”, destaca.

Precisamente, la semaglutida (“aprobada en España para el tratamiento de la diabetes con el nombre de Ozempic y que en algunos países ya está autorizado también para el tratamiento de la obesidad con el nombre de Wegovy”) se puso de moda entre los famosos en su lucha contra la báscula. “La llamaban la droga de Hollywood”, apunta Juan González Soler, presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna (SOGAMI): “Son fármacos que mejoran mucho lo que teníamos hasta ahora en cuanto a pacientes con determinadas indicaciones: pacientes diabéticos tipo 2 que tenían también obesidad. Además de ser eficaces contra la diabetes, también reducen peso”.

Pero la semaglutida parece ir todavía más allá. “Con la pérdida de peso ya hay beneficios cardiovasculares, pero esta molécula había mostrado beneficios incrementados de protección cardiovascular en pacientes diabéticos”, expone. ¿Cuál es la novedad ahora? “Novo Nordisk anuncia que ha hecho un estudio, llamado SELECT, que demuestra que en pacientes no diabéticos, pero obesos y con sobrepeso, reduce también hasta en un 20% los eventos cardiovasculares mayores (ictus, infarto de miocardio o muerte por motivo cardiovascular)”, prosigue.

“Lo que se sabe hasta ahora es que en este estudio participaron 17.604 personas que ya tenían enfermedades cardiovasculares, pero sin antecedentes de diabetes”, explica la doctora Sánchez Bao. “Los participantes recibieron un tratamiento semanal con semaglutida o con placebo y realizaron un seguimiento de hasta cinco años. Los que recibieron el fármaco tenían un menor riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular y muerte por enfermedad cardiovascular que los que recibieron el placebo”, indica.

Para González Soler resulta importante el dato de que “son pacientes obesos o con sobrepeso que no son diabéticos, pero que ya tienen enfermedad cardiovascular establecida; son pacientes obesos que ya tienen enfermedad cardiovascular definida. Es decir, el estudio demuestra este beneficio, pero en pacientes en prevención secundaria, que ya sabemos que tienen enfermedad cardiovascular; en esos pacientes demuestra que reduce un 20% esos eventos”, puntualiza. “En medicina tenemos que basarnos en la evidencia científica, en lo que se ha demostrado, no en lo que supongamos que se puede demostrar. Y lo que se ha demostrado es que sí los baja, pero en esos pacientes en los que ya tienen enfermedad cardiovascular”, dice sobre posibles usos futuros del fármaco en medicina preventiva.

“Son muchos los casos en la historia de la medicina donde un fármaco inicialmente aprobado para una patología se mostró beneficioso para otras condiciones clínicas. En el caso de la diabetes, los mencionados inhibidores del receptor SLGT-2, inicialmente aprobados como fármacos anti-hiperglucemiantes o tratamientos para la diabetes, han mostrado posteriormente grandes beneficios tanto a nivel de protección cardiovascular como renal”, expone la doctora Bao.

“La semaglutida actúa imitando una hormona llamada péptido 1 similar al glucagón (GLP-1), que se asocia con la regulación del apetito. Los investigadores analizaron si esta molécula podría además proteger contra las enfermedades cardíacas en pacientes de muy alto riesgo cardiovascular. La obesidad en sí misma es un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares, y la pérdida de peso puede conducir a mejoras en otros factores de riesgo, como la presión arterial y los niveles de colesterol. Pero además ya hay evidencia de que estos medicamentos que imitan al GLP-1 nativo pueden mejorar el metabolismo de los ácidos grasos y reducir la inflamación, por ejemplo. Más datos podrían ayudar a explicar si el efecto protector se asocia principalmente con la pérdida de peso o si se desencadena por otros cambios promovidos por el fármaco”, sostiene.

Se espera que los resultados completos del ensayo se presenten en una conferencia a finales de este año. “A partir de ahí, saldrán otros analizando los resultados de SELECT. Esto es un inicio, aunque no cabe duda de que es un inicio muy importante, muy relevante”, destaca González Soler.

“Probablemente, con los resultados de estos estudios y las modificaciones de las guías de práctica clínica, veremos un aumento en la prescripción del fármaco a pacientes con obesidad y factores de riesgo cardiovascular. Dado que se trata de fármacos de uso crónico, el aumento en el número de prescripciones sí podría agudizar el problema de desabastecimiento, por lo que es importante que se dispense con prescripción y que se sigan las recomendaciones regulatorias en cada momento para la prescripción y dispensación, de cara a evitar faltas de producto en pacientes que ya están en tratamiento con él”, advierte la endocrina.

Además, como todo fármaco, no está exento de los efectos secundarios: “Estos fármacos son bastante seguros porque ya se llevan utilizando durante años en pacientes diabéticos, pero aún así pueden generar problemas gastrointestinales, pancreatitis..., e incluso ahora ha habido una alerta sobre el aumento de ideas suicidas en pacientes tratados con este fármaco”, dice el presidente de SOGAMI: “Cada vez se conoce más la fisiopatología de la obsesidad y los fármacos cada vez son más eficaces, pero es cuestión de saber utilizarlos y emplearlos en los pacientes en los que son necesarios”.

“Hay que evitar la banalización de estos tratamientos”

“El uso de fármacos para el tratamiento de la obesidad debe ir acompañado siempre de cambios en el estilo de vida, con especial hincapié en la alimentación y el ejercicio físico. Su uso debe ser evaluado y prescrito por facultativos cualificados, estudiando cada paciente de forma individualizada, ya que su mal uso podría aumentar los efectos adversos”, advierte Ana Sánchez Bao. Esta idea entra en consonancia con el mensaje que el presidente de SOGAMI lanza contra la banalización de este tratamiento en la obesidad. “El problema es que se banalice demasiado su utilización. Su eficacia es alta, lo que puede llevar a la gente a utilizarlo pensando que no tiene que tener otros cuidados”, subraya. “Pero estos fármacos son eficaces cuando se utilizan, porque al dejarlos se pierde ese efecto. No es una medida definitiva, sino un complemento, por lo que es importante huir de esa banalización”. El fármaco autorizado en España para el tratamiento de la obesidad es Saxenda, una “versión 1.0 de Ozempic cuyo principio activo es liraglutida, si bien la pérdida de peso que consigue es más moderada (en torno a un 8 %)”, dice González Soler. “Probablemente en los próximos años haya un boom en el tratamiento de la obesidad; además de la semaglutida hay ya otros que se están aprobando más potentes todavía como la tirzepatida y la retatrutida, que consiguen rangos de reducción de peso que solo se lograban hasta ahora con la cirugía bariátria. Es una revolución completa a algo tan prevalente como la obesidad, que es la base de otras muchas enfermedades: hipertensión, inflamación, diabetes, apnea del sueño... Con fármacos tan potentes como estos habrá una revolución en su tratamiento”, anuncia. “Actualmente ya están en investigación otros fármacos agonistas duales del receptor de GLP-1 y de GIP que parecen tener resultados excelentes en el control de la diabetes y la reducción de peso. Más allá aún, el desarrollo de fármacos triagonistas sobre GLP-1, GIP y glucagón también están ya en ensayos clínicos con resultados todavía más prometedores”, coincide Sánchez Bao. Se trata de fármacos que llegan a la obesidad “de rebote”. “Se diseñan y se estudian para pacientes diabéticos pero, al poco tiempo, se ve que son eficaces en el tratamiento de la obesidad”, afirma. “El problema es que estos fármacos están financiados para los pacientes diabéticos, pero no para los pacientes con obesidad, lo que genera una inequidad”, se lamenta González Soler.

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