Que la Organización Mundial de la Salud (OMS) esté valorando incluir en la lista de alimentos potencialmente cancerígenos al edulcorante más utilizado en industria alimentaria, el aspartamo, he generado cierto nerviosismo entre los consumidores. Especialmente después de saber que este aditivo está presente en cientos de productos de los catalogados como light, bajos en calorías o de dieta. Refrescos, mermeladas, cereales y barritas energéticas, caramelos y chucherías o kétchup, son solo algunos de los tipos de alimentos comunes en los que, en su versión ‘0 azúcares’, contienen aspartamo. Pero mientras rematan los estudios abiertos por el referente sanitario internacional, que se prevé se hagan públicos el próximo 14 de julio, FARO ha hablado con el Presidente de la Sociedad Oncológica de Galicia, el doctor Martín Lázaro para ver qué supone todo esto.
–Doctor, ¿cómo debemos tomarnos el anuncio de que el aspartamo puede ser “posible carcinógeno”?
–Con tranquilidad. De confirmarse, de momento y por el nivel que se le concede en la tabla de clasificación de alimentos carcinógenos de la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) que es el nivel 2B, significaría que los estudios confirman la relación, pero no la causalidad. No hay suficiente evidencia científica. Primero debemos esperar a que ambos estudios (el de la IARC y el del Comité de Expertos en Aditivos Alimentarios , JECFA) se hagan públicos y ver. Porque existe la posibilidad de que sean contradictorios. Hay muchos estudios previos sobre el aspartamo realizados por entidades de prestigio a lo largo de estos 30 años que indican que no es un producto dañino.
–Pero se podría decir que han sido 30 años de sospecha sobre el edulcorante, desde que se aprobó su uso en industria alimentaria en 1981 no ha parado de ser analizado, por tanto, cuestionado.
–Sí pero siempre se ha concluido que era seguro. En otros estudios también se ha analizado la ingesta diaria admisible (IDA), que actualmente está marcada en 40mg/kg de peso corporal al día. Y, al menos de momento, se considera segura, excepto en personas con ciertas patologías previas. Más que catalogar el aspartamo como peligroso, lo que puede pasar es que se modifiquen las cantidades de referencia de consumo que hay establecidas.
–Pero entonces, ¿por qué preocupa ahora como para volver a analizarlo?
–Porque el año pasado se publicó en la National Library of Medicine (EEUU) un artículo titulado “Endulzantes artificiales y riesgo de cáncer: resultados del estudio de cohorte basado en la población de NutriNet-Santé” que sugería cierto riesgo del uso de estos aditivos en varios estudios experimentales. Y eso es lo que la OMS pretende comprobar. Igualmente, el riesgo de desarrollar cáncer por ello es muy pequeño. Si el índice normal está en 1, una persona que consumiera cantidades muy elevadas de aspartamo en comparación con una que no consumiera nada (por lo que se sugiere en ese artículo) elevaría el riesgo a desarrollar cáncer a 1,1. Es muy difícil saber hasta qué punto influye. Igualmente es un riesgo muy pequeño. Existen otros factores que están claramente relacionados con el cáncer y se sitúan en el nivel uno de la tabla de clasificación, como el tabaco o el beicon y los consumimos día a día. Sabemos que son malos y no dejamos de comer beicon por eso. Ni de fumar, a pesar de que se tomen medidas disuasorias del consumo como poner un impuesto alto o llevar a cabo políticas antitabaco, pero la gente sigue fumando. Con el alcohol pasa lo mismo.
–¿Hablamos de cáncer en general o es de un tipo en concreto?
–Es un riesgo relativo a padecer cáncer de mama y los tumores relacionados con la obesidad. Pero es más importante adelgazar que dejar de tomar el edulcorante. Aunque es posible que tras los resultados de la OMS se revisen las cantidades y haya que incluir específicamente en las etiquetas de los productos su presencia.
–¿Qué mensaje quiere transmitir a la sociedad ante todo este revuelo?
–El de precaución y tranquilidad. No es un asunto con una evidencia segura. Es conveniente entender que cada día tomamos decisiones conscientes de consumo de muchos productos que sabemos que son perjudiciales. A partir de dos vasos de vino también aumenta el riesgo de cáncer, pero bebemos. Lo importante es tener hábitos saludables. Y hay que esperar a ver lo que decida la OMS.