“Los profesores son maravillosos pero les cortan las alas” , aseguró ayer la escritora y comunicadora científica Deborah García Bello en Club FARO, cuando la presentadora, la periodista María Bueno, le demandó su opinión acerca de cómo se estaba enseñando la química en las aulas.

“Yo di clases en Bachillerato durante casi ocho años. Lo que hablábamos todos los compañeros y lo que viví era que nos cortaban las alas. Tenías que hacerlo todo con un orden muy concreto, un temario muy concreto. Hay muchas cosas que empiezan al revés y espantan a los niños. No me extraña. Un ejemplo es la tabla periódica. El niño tiene que memorizarla y no entiende nada. Es una cosa absurda: (aprender) una valencia, que es un número, que tengo que asociar a unas sílabas”, recordó.

García Bello mantuvo un coloquio en el que se trataron diversos temas, entre ellos, la publicación de su última obra, “La química de lo bello” (Paidós) que ya va por su reimpresión solo dos meses después de salir su primera edición.

Respecto del volumen literario-científico indicó que cuenta con una parte de novela y otra de ensayo, si bien se presentan retazos autobiográficos para apelar a la emotividad de la persona lectora y captar su atención.

Bello reconoció que a la hora de preparar el libro “quería hablar de la relación entre química y arte desde una perspectiva de la ética, estética y epistemología pero sin utilizar esas palabras en el libro”.

El público llenó Club FARO ayer. | // JAVIER TENIENTE

En la conferencia hizo referencia a tres capítulos del mismo. Uno es el encargado de abrir la obra. Bajo el título de “Terciopelo azul” busca las claves de los pigmentos de la pintura utilizada por el artista Yves Klein (1928-1962) en su obra escultórica “La Venus Azul”.

La pieza, realizada sobre yeso, aparenta estar cubierta por terciopelo. Sin embargo es pintura con el color ahora denominado azul Klein.

Relata en el libro que “Yves Klein falleció trágicamente a los 43 años, solo estuvo en activo durante siete, y aun así se convirtió en uno de los artistas más importantes del siglo XX”.

También en su obra, Deborah García señala que la historia del arte “se podría contar a través del azul”.

Recuerda que en las cuevas de Altamira no se halla dicho color porque “los primeros pigmentos se extraían sobre todo de la molienda de piedras, por eso destacan los ocres, los marrones y los rojos”.

La piedra azul de la que se extrae el pigmento azul ultramar se en encuentra en el lapislázuli, que durante siglos fue carísimo.

Otro capítulo citado por Bello en su charla en Club FARO fue “El color del oro es un enigma” donde recuerda el anillo de boda de su abuela comparándolo con el de su madre. De niña, pensaba que los anillos de oro de las bodas iban aumentando de tamaño según crecía el amor. Lo imaginaba así al ver que la pieza de su abuela presentaba casi el doble de ancho que el de su madre.

Respecto del oro, señaló en Club FARO que “representa lo divino” al tiempo que recordó que se trata de un elemento “raro”, que no se oxida y que es valioso, de hecho “los mercados funcionan en oro”.

Matizó que el oro puede entenderse como algo lujoso pero también hortera y que ha sido utilizado a lo largo de la historia del arte. Como ejemplos, indicó los retablos y tallas religiosas, “El beso” de Klimt y la obra “América” del artista Maurizio Cattelan en la que plasmó un inodoro de oro macizo.

Deborah reconoció que hizo uso del mismo en el Guggenheim de Nueva York al tiempo que aclaró que el objeto artístico –valorado en más de un millón de euros en 2019– fue robado en otro lugar. La sustracción tuvo lugar en el Blenheim Palace de Londres.

El tercer episodio de “La química de lo bello” del que hizo referencia fue “Polvo de caucho en el aire”.

“Me fascinan los neumáticos”, confesó ante el público explicando que su padre vendía ruedas, por lo que ese material le “evoca” su “infancia”. “Mi padre era un apasionado de su profesión”, añadió para indicar que el polvo negro depositado en las ciudades procede de los neumáticos.