Médico con discapacidad, sí se puede

Doctores en activo demuestran que siendo realistas y con fuerza interior es posible ejercer la medicina | Susana Rodríguez Gacio: “Nos dicen que no, pero los límites existen”

La doctora Susana Rodríguez, reconocida por la ciudad de Vigo por su valía.

La doctora Susana Rodríguez, reconocida por la ciudad de Vigo por su valía. / RICARDO GROBAS

Si se ponen las cartas sobre la mesa, en España faltan médicos. Las universidades (y hospitales) públicas forman a cientos de los mejores especialistas sanitarios de Europa. Todos los alumnos sobresalientes pueden estudiar Medicina, pero no todos ejercerán su profesión tras superar el MIR. Porque para las personas que tienen algún tipo de discapacidad, la igualdad de oportunidades acaba al rematar su etapa universitaria, en muchos casos.

Y es que, como otros profesionales, deben pasar un reconocimiento médico antes de empezar la residencia. Este examen lo realiza el Servicio de Salud Laboral de cada hospital y es determinante para el MIR, porque dicta si es ‘apto’ o no para el ejercicio. Supone una prueba que para una persona sana y sin ninguna dificultad conocida, es un trámite más. Pero para las personas con discapacidad significa el destino de su vida.

“Cuando empecé medicina no sabía si iba a ejercer o no”, sentencia Susana Rodríguez Gacio, campeona Paralímpica de Triatlón y Médico Especialista en Medicina Física y Rehabilitación. Además de un ejemplo de superación y lucha que ha traspasado fronteras, especialmente cuando TIME le dio su portada al valor personal. La vocación le viene de casa, su padre era médico anestesista. Pero la fuerza con la que se ha enfrentado a esta carrera de obstáculos es cuestión de carácter. “Nos dicen que no, pero los límites existen”, sentencia nada más empezar la conversación. “No podía haber hecho la mayor parte de las especialidades, es lo que hay”, dice plenamente consciente de que el individuo debe usar el “sentido común”.

Pero también señala que se trata de “una responsabilidad compartida entre la persona afectada y el servicio hospitalario. No es el todo o la nada. Yo me dediqué a preguntar en salud laboral si iba a poder trabajar, pero no puedes saber nada hasta el acto consumado de haber estudiado, sacado el MIR y elegido una plaza”, Susana se refiere al reconocimiento médico. 

"Sería fundamental saber con anterioridad a qué se puede acceder y a qué no, según el caso en lugar de esperar al dictamen tras superar el MIR"

“La legislación actual contempla médicos con discapacidad, pero es necesario habilitar un servicio de información y orientación para los estudiantes de Medicina en esta situación. Y sería fundamental saber con anterioridad a qué se puede acceder y a qué no, según el caso” en lugar de esperar al dictamen tras superar el MIR, sostiene.

“Cuando empecé me preocupaba más si sería posible ejercer, que cuando estaba en cuarto”, reconoce. Y explica que intentó informarse por todos los medios de sus opciones para ser médico. “Hasta hablé con gente de otros países para conocer sus situaciones. Cuanto más avanzaba, más complejo se volvía todo”, recuerda esos años de estudio en los que se volcó por conseguir su sueño. Tras terminar Fisioterapia en la Universidade de Vigo supo que las ciencias de la salud eran los suyo y se metió en Medicina en la Universidade de Santiago. “Nunca oculté quien soy, como soy. Siempre me gustó hablar de las cosas. En la facultad no había habido una alumna con unas circunstancias similares y al principio había algo de desconfianza. Había quienes pensaban ‘esta qué hace aquí’, pero siempre sentí el apoyo general”, recuerda.

“En un país con un Ministerio de Igualdad (y otro de Derechos Sociales) no puede ser que existan este tipo de vacíos. Hablamos de personas que han puesto todo su esfuerzo, su tiempo y su dinero en prepararse como el mejor profesional. Pero es que el Estado también ha invertido en ellos a través de su formación pública”, sentencia convencida de que lo justo es facilitar la vida de estos estudiantes permitiendo que conozcan sus opciones desde el principio. Al mismo tiempo que se “rentabilizaría la inversión pública hecha en estas personas” y que puede revertir positivamente en una sociedad ávida de médicos.

Discriminación estructural

Esta lucha personal comienza con el autorreconocimiento de las limitaciones que le han tocado a alguien. Y finaliza, tras pasar por escarnio social y rechazo, en la desidia de la Administración. Según el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, “Las personas con discapacidad, especialmente las que presentan un grado severo, padecen altos niveles de desempleo”. Y reconoce que “siendo el empleo un elemento esencial para garantizar la igualdad de oportunidades, el desarrollo personal y la participación plena en la vida económica, cultural y social, la política de empleo, en este ámbito, deber buscar la integración de las personas con discapacidad en el sistema ordinario de trabajo”, dicta el ente responsable de garantizar políticas inclusivas.

Entre las medidas para fomentar el acceso al mercado laboral se establecen cuotas reservadas a profesionales con discapacidad, que en caso del empleo público responde al 7% de los puestos disponibles “en todas las Administraciones públicas”, dicta el Ministerio. Lo que incluiría al personal sanitario público. Pero como Sanidad forma parte de las competencias cedidas a las comunidades autónomas, van apareciendo vacíos legales que dejan sin garantías a los médicos con discapacidad.

“Es un tema complejo. Si lo ves desde la perspectiva de la persona implicada es una injusticia tomar tanto esfuerzo para sacar el MIR, mucho mayor que el de otras personas. Pero las limitaciones son reales, por eso hay que buscar soluciones”, sostiene la vocal representante de médicos licenciados en los últimos 5 años y en formación del Colegio de Médicos de Pontevedra, Valeria del Valle. Ante la posibilidad de proponer adelantar a otra fase más temprana el reconocimiento médico vinculante para el ejercicio, del Valle responde que es complicado porque tienen que coordinarse Ministerio de Sanidad y comunidades autónomas.

“El caso de Berta Domínguez, (MIR extremeña tetrapléjica contratada por un hospital y luego declara ‘no apta’ para el ejercicio de ninguna de las especialidades que ha pedido) puede ser un punto de partida para buscar soluciones. Ya lo he hablado con el vocal nacional, para tratar el asunto en las próximas asambleas de la vocalía de médicos jóvenes y formación”, dice Del Valle que es una forma de buscar opciones entre todos.

"Es una barbaridad, una falta de equidad y de respeto"

Carlos Frade

— Doctor con discapacidad

Carlos Frade. |   // CEDIDA

Carlos Frade. | // CEDIDA / coco vecino

Carlos Frade es médico, profesor de la USC, deportista, montañero, curioso investigador de las cascadas de Galicia. Pero también es discapacitado, tiene un 56% de discapacidad reconocida que le produce un dolor insoportable desde el punto de la mañana y que permanece todo el día.

“Debido al dolor, Salud Laboral del hospital ha adaptado mi puesto de trabajo a mi discapacidad. Paso consulta y opero en quirófano siempre sentado"

En 2013, mientras se preparaba para la ‘Titan Desert’ sintió las primeras molestias en los pies. Después de un peregrinaje por hospitales de España durante tres años, le diagnosticaron una rara enfermedad neurológica con la que tiene que convivir. “Debido al dolor, Salud Laboral del hospital ha adaptado mi puesto de trabajo a mi discapacidad. Paso consulta y opero en quirófano siempre sentado”, explica que tuvo que dejar las guardias y las jornadas de tarde porque era demasiado. Es un ‘privilegiado’ en el mundo de los médicos discapacitados porque el destino quiso que su patología debutara después de alcanzar su meta laboral.

“Es muy duro vivir con un dolor neuropático todo el día”, dice este profesional que no ha dejado de trabajar desde que acabó el MIR en 1995 hasta hoy. “Siempre trato de ser positivo, por lo que a una persona que estudie medicina y tenga una discapacidad siempre le animaría a escoger la especialidad que le guste pero que pueda desarrollar con sus limitaciones”, aconseja a quienes, se encuentren en una situación similar a la que vivió la doctora Susana Rodríguez Gacio. 

“Me parecería una barbaridad, una falta de equidad y de respeto a la persona que tenga algún tipo de limitación, que no le dejen ejercer una profesión como la medicina"

Cuando se le pregunta si dejar fuera a médicos con discapacidad es desperdiciar el talento, Frade es tajante. “Me parecería una barbaridad, una falta de equidad y de respeto a la persona que tenga algún tipo de limitación, que no le dejen ejercer una profesión como la medicina. Tiene un abanico de especialidades entre las que cualquier persona discapacitada puede elegir una adaptada a ella”, sentencia. Y pone como ejemplo un compañero de carrera que perdió una mano por culpa de un petardo. “Sacó notas excelentes en la carrera y luego eligió Radiología. Actualmente es un gran profesional”, explica el doctor.

Estudió en Salamanca y empezó la especialidad de otorrinolaringología en el Hospital Clínico de Santiago. “Tuve suerte y empecé a trabajar donde me formé (Santiago)”, donde ejerció su labor sin ningún problema hasta 2012. “La gente se podría preguntar cómo es posible seguir trabajando con un dolor permanente. Pues bien, les contestaría que seguir ejerciendo mi especialidad me ayuda a olvidarme del dolor que tengo. Es más, cuanto más siento, más sonrío para mandarle un mensaje a mi cerebro. Aunque la vida sea dura, yo no me rindo”, explica este hombre lleno de vitalidad.

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