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Entrevista | Javier Yanguas Lezaún Psicólogo, gerontólogo

“El modelo de envejecimiento activo ha generado muchos frutos, pero necesita una revisión”

Hablará de soledades en la charla inaugural del XXXIII Congreso Anual Internacional de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría

Javier Yanguas.

Javier Yanguas. / FdV

Para el psicólogo y gerontólogo Javier Yanguas Lezaún, director científico del Programa de Mayores de las fundaciones “la Caixa” y Aubixa, es necesario replantearse el modelo de vejez y diseñar nuevas estrategias para hacer frente a los retos que plantea el envejecimiento de la población. Entre otras cuestiones, entiende que hay que retomar la mirada comunitaria para combatir la soledad y el aislamiento social que afectan a muchas personas mayores. De esto hablará en “Una mirada compleja de la soledad para abordar soledades de manera diferenciada”, ponencia inaugural del XXXIII Congreso Anual Internacional de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX) que se celebrará en el Verbum de Vigo los próximos días 9 y 10 con el lema “

Soledad y aislamiento social. Nuevos retos y recursos”.

–Habla de soledades, en plural...

–Sí porque la soledad del viudo es distinta a la del enfermo con cáncer, a la del migrante, a la del niño al que le acaban de boicotear en redes sociales... Y luego, tiene otra complejidad, y es que hay soledades relacionales, es decir, te faltan personas significativas con quienes compartir; emocionales porque te sientes abandonado; existenciales, porque tienes un proyecto de vida que no te gusta o crees que nada de lo que haces merece la pena... La conferencia pretende abordar la soledad desde esa mirada más compleja, más global y no pensar que la soledad se resuelve sólo con compañía como muchas personas creen.

–Muchas personas mayores sufren soledad. ¿Cómo combatirla?

–Esto es cierto, aunque no es un problema exclusivo de este colectivo. Si le pregunta qué es a un niño de cuatro años, le responderá porque sabe lo que es. La soledad no tiene tanto que ver con la edad como con las situaciones de vulnerabilidad de la vida y es verdad que en la vejez se dan más por pérdidas, por transiciones... En cuanto a la intervención, hay tres niveles. Uno, el personal: nos tenemos que empoderar para aprender a vivir y a gestionar nuestra soledad. La soledad ni es un tsunami ni una epidemia. Es una parte de la condición humana. Dos: necesitamos invertir en infraestructuras comunitarias porque hay una parte de la soledad y el aislamiento social que va más allá del ‘tú y yo’ y del ‘yo mismo conmigo mismo’, y que tiene que ver con tener comunidades donde haya vínculos, proyectos, redes de relaciones... El triunfo del individualismo galopante ha hecho que hayamos perdido esa mirada comunitaria y de interdependencia, una palabra hoy casi clandestina. El tercer nivel es político, porque la soledad no sólo es una cuestión de la persona y de la comunidad. La política de vivienda, la de transporte, las políticas de cuidados... tienen que ver con disminuir la soledad. Que tanta gente esté sola es un indicador de la salud moral de nuestra sociedad. No sólo es el número de personas que sufren, es lo que dice de nosotros como sociedad.

"La vejez no sólo tiene que ver con necesidades; también con potencialidades”

–Dice que tenemos que aprender a vivir con nuestra soledad. ¿También a envejecer y a asumirlo?

–El ciclo vital tiene etapas, la vejez es una de ellas, sin duda, la más compleja, y tenemos que aprender a adaptarnos a cada una de ellas. La vejez no es una etapa sólo de decrepitud, de pérdidas y de transiciones. Entre los 65 y los 90 años pasan muchas cosas y también es una etapa de crecimiento personal. La vejez no tiene que ver sólo con necesidades, sino con potencialidades. Sin embargo, también entiendo que no queramos reconocernos en el viejo que seremos porque esto es aceptar nuestra vulnerabilidad y que somos seres finitos.

–¿Hay que replantearse el modelo de vejez?

–Totalmente. El modelo de vejez actual hace aguas por todas partes. El envejecimiento activo ha sido una política que ha generado muchos frutos, pero necesita una revisión, manteniendo las cosas que funciona, pero añadiendo otras. Necesitamos ir a paradigmas que tengan que ver no sólo con el hacer, con actividad, actividad, actividad, sino también con el ser, con tener una vida con sentido.

–Se denuncia edadismo respecto a los mayores. ¿Lo comparte?

–Sí, pero sólo hacia las personas mayores, también con los jóvenes. Clasificamos y esto, aparte de conculcar derechos, hace que no nos demos cuenta de la diversidad que hay en el colectivo de las personas mayores.

–¿Hubo edadismo en la pandemia?

–Claramente. Hubo problemas en el acceso a la salud para algunas personas. Se sabía que la brecha digital iba a incidir en un colectivo más que en otro y dio igual. Y tampoco hemos hecho nada con los 35.000 o 37.000 muertos en las residencias. A mí me enfada mucho que nos estemos olvidando de esto. Necesitamos ser más autocríticos con todo esto y no olvidarlo.

–¿Se les da la palabra a los mayores? Porque a veces parece que son otros los que deciden por ellos.

–No, porque como pensamos que no son seres de potencialidades, creemos que no tienen nada que decir. Si no le queremos darle la palabra, no reconocemos ni su autonomía ni su dignidad. Y en este sentido, la realidad es bastante patética porque todos vamos a llegar a viejos.

"La soledad ni es un tsunami ni una epidemia. Es una parte de la condición humana"

–El envejecimiento es un logro, pero también plantea desafíos. ¿Cuáles son los principales?

–Son muchos, pero voy a destacar tres. El reto de hacer frente a la nueva longevidad, de qué propuestas ofrecer para los próximos 20-25 años a las personas que llegan ahora a los escenarios de la vejez, a los ‘babies boom’, que son muchos, muy diversos y muy distintos a las anteriores generaciones. Otro, el de las relaciones y la soledad del que hablábamos, y el otro, el de los cuidados a las personas.

–¿Estamos preparados para hacer frente a esto?

–No. Creo que necesitamos una conversación sobre cómo queremos organizar los cuidados en una sociedad más global, cómo los hombres nos tenemos que implicar en éstos, cómo renovar el pacto entre generaciones, tenemos que hablar de asistencia social, sanitaria, de vivienda, de quién nos va a cuidar, de formación... Nos cuesta dar respuesta a problemas complejos y el desafío de la vejez es uno de ellos y, además, global.

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La evidencia científica demuestra que la soledad y el aislamiento social influyen decisivamente en el estado físico y emocional de las personas mayores. De los retos que plantean estos dos fenómenos, así como de los recursos para combarirlos hablarán durante los más de 50 ponentes y los cerca de 200 congresistas que participarán en el XXXIII Congreso Anual Internacional de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX), los próximos 9 y 10 de junio.

Según José María Faílde, presidente de SGXX, los datos reflejan que el 56% de los hombres y el 72% de las mujeres refieren sentir algún tipo de soledad, una proporción que aumenta a medida que avanza la edad. El gerontólogo añade que “la ‘soledad subjetiva’, es decir, cuando la persona se siente sola, es un “sentimiento muy doloroso” y al que temen un 22% de las personas mayores, un malestar que ha sufrido en alguna ocasión hasta el 70% de esta población”.

Por este motivo, esta entidad quiere profundizar en este tema crucial para el bienestar de las personas mayores, más aun teniendo en cuenta que Galicia es una de las 10 regiones que registra porcentajes de población más elevadas de Europa. Otro tema que se aboradará será el edadismo, forma de discriminación social por cuestión de edad que afecta a muchas personas mayores Durante el congreso, se presentará también el ‘traje de la vejez’, único en España, que utilizan los estudiantes del del máster en Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores de la Universidad de Granada (UGR) en sus prácticas, para que empaticen y sientan en su propia piel cómo afecta la vejez a nuestro día a día, y lograr una mayor inclusión efectiva y empática.

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