La cantera de la lírica gallega
Nuria Lorenzo enseña canto a una treintena de chicos en su coro I Bimbi Appassionati

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Pedro Fernández
Cada sábado por la mañana, sus voces resuenan en los espacios vacíos del colegio Apóstol Santiago de Vigo, aunque no pertenecen a sus alumnos. Son las de los chicos del coro, los de I Bimbi Appassionati, siempre fieles a su cita con su directora, la mezzosoprano viguesa Nuria Lorenzo. A pesar de su juventud –se fundó en 2018 y ha tenido un paréntesis de casi año y medio debido a la pandemia del COVID–, este coro infantojuvenil ya atesora un premio internacional, el obtenido en 2020 en un concurso de Moldavia que se celebró online debido a la crisis sanitaria. Sus voces forman parte de la gran familia Appassionati, que completan los coros Gli Appassionati y Amici Appassionati, proyecto de esta mezzosoprano viguesa, que compagina su trayectoria concertística con la docencia.
Lorenzo trabaja desde hace cinco años en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, donde es catedrática de canto, y cada viernes, al finalizar las clases, coge un avión rumbo a Vigo para reencontrarse con sus coros. Verlos sobre el escenario, disfrutando y haciendo disfrutar al público es aliciente más que suficiente para que mantenga esas jornadas maratonianas. “Llevo 18 años dirigiendo coros y Appassionati es mi proyecto. Mientras tenga ilusión, continuaré con él porque, además, es algo con lo que disfruto mucho”, afirma.
Irene Román (19 años) y Raúl Fernández (18) llevan en I Bimbi Appassionati desde su fundación. Irene ya tenía experiencia coral, ya que había cantado antes en la Coral Casablanca. Pero en este coro no solo disfruta de la música, sino también del “buen rollo” que se ha generado entre sus miembros a pesar de la diferencia de edad –tienen entre 9 y 19 años–.
“Un cantante es como un deportista de élite: cuando deja de entrenar tiene que volver a hacer ejercicios para que la voz vuelva a su sitio y esté ágil”
Pasar la mañana del sábado ensayando es un momento de esparcimiento para estudiante de Ingeniería Biomédica, que tiene el grado profesional de violonchelo, que comenzó a tocar con siete años.
“Para mí, la música es una afición. Me gusta mucha mucho y también me ayuda a desconectar”, afirma esta joven, que asegura que, aunque no se lo ha planteado, no le importaría convertirla en una profesión.
Para Raúl, sin embargo, cantar era su asignatura pendiente, ya que cuando era alumno del conservatorio de música –tiene grado elemental de saxofón– siempre suspendía coro. “Me decían que no sabía cantar, pero que tenía muy buena voz”, comenta. Reconoce que entró en el coro “para probar” y con mucho miedo, aunque a medida que pasaba lo fue venciendo y, a cambio, ha aprendido a cantar. En I Bimbi Appassionati también superó otro gran desafío: el cambio de voz. “Fue un año muy duro y estuve a punto de dejarlo –comenta–, pero gracias a Nuria, que me animó a continuar, sigo aquí, y me alegro mucho porque cantar me da mucha paz”, comenta este estudiante de 2º de Bachillerato.
Pocos varones
Raúl es de los pocos chicos de I Bimbi Appassionati. Este joven cree que esto se debe a que la sociedad aún considera que cantar en un coro es una actividad más propia de las chicas.
En este sentido, Lorenzo reconoce que el déficit de voces masculinas es uno de los problemas a los que se enfrentan los coros. “Cuando son pequeños no importa porque son voces blancas, pero a partir de la pubertad, que es cuando los chicos cambian la voz, es cuando nos encontramos con el problema”, explica la directora del coro.
El pasado mes de octubre, Elisabeth Gomes (18 años) y Antía Pinal, que los cumplió ayer, se presentaron juntas a las pruebas de acceso al coro. Estas dos estudiantes de 2º de Bachillerato Tecnológico son de las nuevas incorporaciones. Ninguna de las dos había cantado antes y el pasado puente de mayo actuaron con I Bimbi Appassionati en el teatro municipal de Almagro (Ciudad Real), dentro de una serie de conciertos que la formación ofreció en tierras de El Quijote. “Fue una experiencia increíble. Salí tranquila, a disfrutar, porque me sentí muy arropada por mis compañeros. Y luego, escuchar los aplausos del público fue un halago”, comenta Antía, que también ha descubierto en el coro géneros como la música sacra. “Pensé que no me iba a gustar, pero lo cierto es que disfruto con cualquier tema”, dice esta joven.

Los chicos del coro vigués. / MARTA G. BREA
Su amiga Elisabeth, la responsable de que ambas se hayan embarcado en esta aventura, recuerda que el coro les encantó desde el primer momento. “No solo disfrutamos con algo que nos encanta, que es cantar, sino también con el ambiente. Somos una gran familia. Además, en el tiempo que llevamos he notado que hemos evolucionado mucho y esto también me gusta”, opina.
Lorenzo también se refiere a los Appassionati como una gran familia, “unida e integradora”, que forman en estos momentos 27 chavales, entre ellos, dos niños con autismo, y seis chavales que vienen desde Boiro. “Lo más importante de este coro, aparte de la música, es que hacen piña”, comenta.
De la música sacra a Queen
I Bimbi Appassionati, que ha actuado en la Sagrada Familia y en el Monasterio de Montserrat, interpreta un variado repertorio que abarca temas de música sacra, ópera, musicales, bandas sonoras, folclore gallego y pop-rock, como “Bohemian Rhapsody” de Queen, en cuya adaptación trabaja en estos momentos Nuria Lorenzo. En estos momentos, el coro se recupera de los efectos del parón que supuso el COVID –muchos chavales no se reengancharon tras la pandemia– y espera volver a los certámenes internacionales en breve.
“Un cantante es como un deportista de élite: cuando deja de entrenar tiene que volver a hacer ejercicios para que la voz vuelva a su sitio y esté ágil”, afirma la mezzosoprano. Sin embargo, para cantar en un coro no se requiere grandes condiciones. “Yo les hago una prueba y lo único que pido es que tengan oído musical. No importa que tengan voces más o menos grandes; ya nos encargaremos de trabajarlas” comenta.
Lorenzo suele elegir temas de música sacra para iniciar las actuaciones porque desde un punto de vista armónico y musical son más complicados, según la directora del coro. En el medio, coloca canciones de bandas sonoras como "La vida es bella" y "Los chicos del coro", alguna de pop-rock -interpretan, entre otros, temas de U2- y cierra con folclore gallego. El coro sale a actuar aprovechando los días que los chavales no tienen colegio, para que no interfiera en su rendimiento escolar ni tengan que faltar a clase. Ellos mismos aseguran que ni los ensayos ni las actuaciones les roba tiempo a los estudios. Todo lo contrario, la mañana del sábado se ha convertido para ellos en un aliciente para iniciar la semana con más energía.
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