El poliamor y las relaciones abiertas rompen el tabú

Crece la aceptación social por las opciones no monógamas, según constata una reciente encuesta del CIS | Expertos en sociología y sexología enmarcan esta tendencia en la evolución de la sociedad

Dos mujeres y un hombre comparten cama.

Dos mujeres y un hombre comparten cama. / FDV

Rafa López

Rafa López

Dos son compañía y tres son multitud, se suele decir de las parejas cuando aparece una tercera persona. El poliamor, entendido como relación amorosa simultánea entre tres o más personas; y las parejas abiertas, aquellas que acuerdan tener relaciones sexuales con terceros, no han tenido una amplia aceptación social, al menos hasta ahora: según una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 41% de los españoles está de acuerdo en que se pueden mantener relaciones sexuales fuera de la pareja y un porcentaje algo superior, el 47%, opina que una persona puede mantener dos o más relaciones afectivosexuales a la vez. Los datos denotan que, al menos, se está rompiendo un tabú. Pero, ¿es realista esta estadística? ¿Responde a una evolución real de la sociedad? La respuesta de los expertos es afirmativa.

“Me parecen datos muy buenos, porque hablan de un incremento de la normalización de las múltiples orientaciones relacionales existentes más allá de la monogamia”, destaca Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub, una comunidad basada en la sexualidad liberal que cuenta con un portal web y una aplicación. “Esta perspectiva más tolerante la noto en el día a día y lo notamos también en la comunidad de JOYclub, que crece cada vez más”, asegura.

“Entendemos la vida como que nosotros tenemos libertad para elegirlo todo”

José Durán-Profesor de Sociología

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El también sociólogo José Durán coincide en darle credibilidad a estos datos del CIS. “Las encuestas del CIS tienen mala fama por el tema político, pero están bien hechas, las utilizamos mucho los sociólogos”, precisa. Este profesor de Sociología de la Universidad de Vigo considera que, para tener un retrato más fehaciente de esta cuestión, la encuesta tendría que estar descompuesta por grupos de edad y clase social. “Observaríamos, casi seguro, que en las personas que tienen más de 50 años se reduciría bastante la opción por una pareja abierta y aumentaría en la medida en que bajamos la edad. Probablemente tuviese también que ver con el nivel cultural de las personas”, estima.

Tampoco le resultan chocantes estos datos a la sexóloga y psicóloga Emma Placer. “Forman parte de la evolución natural que estamos viviendo en la sociedad –comenta–. La monogamia es una norma social, una regla que se ha impuesto como tantas otras, por influencia del ‘orden establecido’, la religión, la moral... Sin embargo, el amor como tal es una emoción individual, personal y humana, mucho más flexible y caprichosa que la monogamia, por lo que es normal que muchas personas lo vean como una opción para sus vidas afectivo-sexuales”, añade.

Este tipo de relaciones acordadas entre tres o más personas están en la cultura popular desde hace décadas, aunque más bien como elemento exótico y de ficción, como muestra el estribillo de esta canción de Luis Eduardo Aute de 1984: Una de dos / O me llevo a esa mujer / O entre los tres nos organizamos / Si puede ser.

Pero, ¿estamos hablando de amor cuando queremos decir sexo? Emma Placer apunta que las personas que tienen relaciones poliamorosas “manifiestan emociones y dinámicas igual que las parejas monógamas. Otra cosa es abrir a relaciones sexuales, que en ese caso sí estamos hablando de ‘relaciones abiertas’”. Para esta experta, colaboradora del suplemento Estela de FARO, existen tantos tipos de relaciones como personas: “Cada pareja o trieja expone sus límites y normas, dependiendo de sus necesidades afectivas y sexuales. Lo más importante para evitar el conflicto es que exista un consenso entre las partes y que nadie sienta presión”.

Cecilia Bizzotto, por su parte, recalca que “el poliamor en sí mismo nada tiene que ver con el sexo en grupo. El poliamor es la no exclusividad, es poder vincularte sexual y afectivamente con más de una persona al mismo tiempo y de forma consensuada. El poliamor es responsabilizarte afectivamente de todas las personas con las que te vinculas. Es cuidados, es ética y compromiso. Todo eso puede implicar tríos y orgías o no tener nada que ver”, explica.

Si hablamos de sexo, ¿es mayoritariamente el hombre el que suele proponer a la mujer tener relaciones abiertas? Bizzotto cree que esto es un tópico totalmente caduco. “Conozco tropecientos casos que fueron al revés. Sí que, según dicen las generaciones mayores que yo (de entre 40-50 años) fue un fenómeno normal en esta generación: mujeres que presuntamente se ven arrastradas al mundo liberal por las fantasías de sexo en grupo de su marido. Sin embargo, esto no es una realidad que yo me haya encontrado ni creo que sea una realidad de la mayoría. Los datos demuestran que las fantasías de sexo en grupo son comunes entre cualquier género”, indica la socióloga.

Emma Placer tampoco cree que haya una “brecha de género” a favor del hombre en el aspecto de abrir las relaciones sexuales: “Es una decisión bastante consensuada, respetuosa y con una reflexión previa. Yo he tenido casos en consulta consensuados y también propuestos por mujeres”, asegura.

¿Fenómeno de importación?

Quizá recaigamos también en un tópico trasnochado si consideramos que las relaciones abiertas en la pareja son más frecuentes en el norte de Europa que en el sur latino. “Hasta donde yo sé, no hay estudios sociológicos que demuestren que las personas en los países nórdicos sean más abiertas sexualmente que en otros lugares del mundo, incluyendo los países latinos, puede ser un estereotipo –subraya Cecilia Bizzotto, cuya comunidad, JOYclub, tiene su origen en Alemania–. Es cierto que, en algunos países nórdicos, como Suecia y Dinamarca, existe una cultura más liberal en cuanto a la sexualidad y a la igualdad de género, pero esto no necesariamente significa que las personas sean más propensas a tener relaciones abiertas –matiza–. En Francia, Alemania y el Reino Unido hay una mayor aceptación de la diversidad sexual y una mayor apertura a discutir sobre la sexualidad de manera general. Sin embargo, también es cierto que las relaciones no monógamas son aún una minoría dentro de la población”.

Respecto a los países nórdicos, el sociólogo José Durán cree que es una cuestión “más compleja”, porque “la religión también ha ido en una dirección de represión de la sexualidad” en esos países protestantes, que en cualquier caso “se han desprendido mucho ya del manto religioso”. Durán considera que la religión “tiene peso” en esta cuestión, pero “cuanto más jóvenes son las generaciones, menos pesan esos elementos” religiosos, católicos o protestantes, que condicionan la moral sexual.

Para mantener este tipo de relaciones diversas (poliamorosas, abiertas, intercambios de parejas...), ¿es necesario eliminar los celos de la ecuación? Emma Placer considera que, para cualquiera de esas opciones, los celos “pueden ser muy dañinos. Partimos de la base de que la persona celosa siente esa emoción porque de alguna manera siente que su pareja ‘es suya’ y los celos son un grito de dolor por la posibilidad de perderla. Sean parejas monógamas, poliamorosas o estés en una relación abierta, los celos deben ser revisados y tratados porque forman parte de un concepto del amor muy relacionado con la dependencia emocional”, subraya.

La sexóloga y psicóloga afirma que los celos son “una emoción secundaria que aprendemos un poco más tarde que el miedo o la alegría, que las llevamos incorporadas al nacer. Tienen que ver con la ansiedad por acaparar los recursos, la atención y el miedo profundo a perderlos. Comienzan con los hermanos o hermanas, y se puede llevar a la adultez con las parejas”, explica. “Para quienes los sufren –añade– son las emociones más amargas y desgastantes que existen. La cultura, el ambiente, influye desde nuestra infancia, cuando perpetuamos los mitos del ‘amor para toda la vida’ o el ‘sin ti no soy nada’”.

¿Por qué?

¿Cómo explicamos esta tendencia de mayor aceptación de las relaciones poliamorosas y abiertas? José Durán explica que actualmente, para formar una pareja, la gente se vincula básicamente por amor, y no por un proyecto vital predeterminado. “Alguien ha dicho que el amor se ha convertido en una especie de religión, una creencia en que si encontramos la pareja adecuada, con la que podamos establecer una empatía total porque sentimos algo fuerte uno por el otro, estaremos plenos. En otras épocas no se creía en esto: en los años 60, las personas se unían por amor, pero también por emprender un proyecto de vida que tenía que ver con formar una familia, tener hijos, trabajar y sacarlos adelante”, explica el sociólogo.

Durán vincula esta cuestión con otra pregunta de la misma encuesta del CIS: ¿le importaría que su pareja no estuviese dispuesta a tener hijos con usted? La respuesta es que el 55% de españoles otorga “poca o ninguna” importancia a que la pareja no quiera tener descendencia. “Se le quita bastante importancia, con lo cual concebir la relación de pareja como un proyecto que vaya más allá de esa relación puramente sentimental y amorosa pierde calado”, sostiene el sociólogo. “En los 60 las personas no se sentían plenamente realizadas si no tenían hijos o un trabajo... y eso tenía una dimensión institucional –recuerda Durán–. Ahora la realización pasa por esa relación puramente amorosa, sentimental, particular, afectiva; muy pegada a lo privado de cada uno, y también muy electiva. Entendemos la vida como que nosotros tenemos libertad para elegirlo todo, desde lo que compramos hasta la pareja con la que hemos decidido emparejarnos”, agrega el sociólogo.

“En 10 años estará normalizada la diversidad en las relaciones”

Emma Placer-Sexóloga y Psicóloga

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Viraje

Por su parte, Cecilia Bizzotto enmarca este viraje hacia las relaciones no monógamas en “una deconstrucción de muchos ideales que durante mucho tiempo consideramos que eran inamovibles. Se nos impuso la creencia de que la buena sexualidad era algo muy determinado y todo lo que fuera más allá eran enfermedades mentales. Se nos ha obligado a creer que la monogamia tradicional era la única alternativa posible y el resto no es amor ni sano. Todas estas falacias se están viniendo abajo”, dice la socióloga.

“Recuerdo de pequeña ver la televisión y tener cero referencias de diversidad sexual –rememora, por su parte, Emma Placer–, todas las parejas eran heterosexuales, monógamas y básicamente machistas. Hoy por hoy no nos extraña en absoluto la visibilidad LGTBI en las series de ficción, por lo que en 10 años estará normalizada la diversidad en las relaciones afectivo-sexuales”, augura la sexóloga Emma Placer.

“Notamos que más personas hablan del poliamor, más gente se lo plantea”

Cecilia Bizzotto-Socióloga

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“Notamos que más personas hablan de esto, más gente se lo plantea o simplemente muchas más personas aceptan a las poliamorosas”, apunta Cecilia Bizzotto, que sin embargo matiza que “no hay datos que demuestren que hay más personas poliamorosas” y percibe que “sigue habiendo mucho estigma”.

Lo cierto es que el poliamor sigue siendo una excepción, y aunque Aute lo plantease en su éxito “Una de dos” hace casi 40 años, Maluma cante ahora “Felices los 4” y Nuria Roca y Juan del Val hablen de ello en televisión, el asunto sigue suscitando polémica y la monogamia afectivo-sexual continúa siendo, por ahora, la tónica dominante.

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