El hipnotismo escultórico de Sergio Portela
El arte regresa con una exposición suya al “hall” del Auditorio Mar de Vigo el día 3

Sergio Portela, con algunas de sus obras en el taller. / RAFA VAZQUEZ
Cada vez que se visita el Auditorio Mar de Vigo, resulta poco probable no fijarse en las dos esculturas de una chica y un joven que dan la bienvenida en el hall. Su padre, el escultor Sergio Portela, regresa allí para rodearlos de una nueva familia: el trabajo de una exposición de arte contemporáneo gallego que se inaugurará el próximo día 3 de mayo con un evento –a partir de las ocho de la tarde– que incluirá la música de Juanma Lodo y las palabras de Maika Aguado.
Portela ha labrado las nuevas esculturas, un total de 23, en su taller de Poio, un espacio a medio camino entre lo onírico y lo fílmico. Entrar allí y toparse de frente con las obras hace reflexionar sobre la belleza y la necesidad del arte.

El artista Sergio Portela, en su taller de Poio. / RAFA VAZQUEZ
El propio Portela reconoce lo especial del lugar, “una nave conservera entre el mar, la tierra y el cielo, literalmente. Trabajo y vivo en ella. La luz cae desde el cielo al tiempo que rebota en el mar cuando la marea está alta iluminando las cubiertas interiores. En el atardecer la luz dorada inunda el espacio pintando el aire. Es hipnótica”.
Esta última capacidad del espacio se traslada a las esculturas que encierran historias vitales pétreas. “Para encontrar un mármol Thassos griego del cual hice ‘Ángel durmiente. Solsticio de Invierno’, me recorrí unos 4.000 km hasta encontarlo en Almería. Es un mármol inmaculado. Sólo encontrarlo ya fue un trabajo. Luego viene tallarlo. Es tan frágil como el cristal. Me llevó seis meses hacer esta escultura. El último mes tenía que cambiarme cuatro veces al día la camiseta de lo que sudaba por la tensión de no hacer un gesto mal calculado”.
Tras esta explicación, surge la pregunta de qué busca en los materiales, cómo los escoge. Portela responde que “una parte fundamental” de su trabajo consiste en “conocerlo”. “La otra, añade, es saber utilizar bien las herramientas. Otra es conocerte a ti mísmo. Siempre te puedes equivocar. Siempre está el dar lo mejor que puedas. La mano guiada desde el corazón hace y siente: es la mejor herramienta. La experiencia es clave. Se hace a través del tiempo de muchas jornadas de esfuerzo”.

Esculturas de Sergio Portela. / RAFA VAZQUEZ
Quienes se acerquen a su exposición en el Mar de Vigo verán esculturas de bronce, madera, mármol y gesso que “contemplan la sensualidad y sexualidad desde la erótica nudista de la realidad sin tabúes”, resume el artista.
Aclara que “no hay agresividad ni escapismo, sino calma y reflexión. No hay tragedia ni drama. Las cosas son como son”.
Amor y fuerza en arte
Una de las esculturas elegidas para las invitaciones y carteles muestra a una embarazada. Al preguntarle por la elección, detalla que “es una alegoría del ser consciente del mundo interior. La madre transmite sus sentimientos y emociones para formar un descendiente completo en amor y fuerza”.
Pero ¿hastá qué punto un artista es hoy en día libre para acometer el proyecto que desea? Sergio Portela reconoce que “la libertad es una ilusión. Asumo los encargos. Es una responsabilidad que no quiere decir que no sea divertida”.
Tanto con encargo como motu proprio, las ideas le surgen y el lugar del que proceden es “un misterio”, reconoce. una persona que en su nuevo hogar en Poio ha plasmado una porción de su infancia: “Las carpinterías que tengo son parte de la casa de mi infancia. Las llevo guardando 36 años para ahora emplearlas. También hice una galería con las puertas-ventanas del antiguo Concello de Pontevedra que tiraban y con las ventanas del antiguo edificio de Caixanova”.
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