Entrevista | Ariel Rot Músico, exintegrante de Tequila y Los Rodríguez

“La soledad tiene mala fama, pero yo la disfruto mucho”

El músico cierra en Vigo el 27 de mayo su gira “Hablando solo”, con la que celebra sus 25 años de carrera en solitario y para la que reúne a la banda que le acompañó en 1998

El músico Ariel Rot.

El músico Ariel Rot. / Javier Salas

Hizo saltar a toda una generación y la hizo bailar rock and roll en la plaza del pueblo con Tequila, la banda hispanoargentina que anticipaba la llegada de la movida con la que el país se asomaría a la libertad tras la dictadura franquista. Era el año 1978. Disuelta esta formación, volvió en los noventa con Los Rodríguez y, ocho años después, continuaría en solitario. Pero sea como sea, el guitarrista y compositor Ariel Rot (Buenos Aires, 1960) siempre es reconocible. El músico bonaerense celebra ahora el 25 aniversario de su primer disco en solitario, “Hablando solo”, con una gira en la que reúne a la banda original que le acompañó en 1998 en los conciertos de presentación: Tito Dávila (teclados), Ricardo Marín (guitarra), Jacob Reguillón (bajo) y Pablo Serrano (batería). La actuación en Vigo cerrará esta gira, el próximo 27 de mayo (apertura de puertas, a las 21.00 horas) en la Sala Rouge. Las entradas se pueden adquirir ya a través de los canales habituales a 25 euros (venta anticipada). Será, lo adelanta el músico, un “concierto cojonudo”.

–Tras más de 40 años de carrera, ¿mantiene intacta la ilusión por subirse a un escenario? ¿Sigue sintiendo ese hormigueo previo?

–En cada proyecto que haces las ilusiones se renuevan; es como volver al casillero de salida. Vuelven los nervios y las expectativas. Además, las sensaciones arriba del escenario con el tiempo se intensifican. Hay un mayor control y eso produce mayor placer, como en otros aspectos de la vida.

–En esta gira, que cierra en Vigo, celebra el aniversario de su primer disco en solitario, “Hablando solo”. ¿Se ha sentido muchas veces solo en la música?

–No existe un término para definir el tipo de vínculo que se crea en las giras, pero son únicos y muy intensos. Nunca me siento solo mientras estoy de gira, ni siquiera en el formato “Solo Rot”, en el que, como el nombre indica, salgo solo al escenario. Siempre hay una sensación de hermandad muy fuerte con las personas que viajan contigo. Sin embargo, componer con el tiempo se convirtió en un ejercicio solitario. No es algo que padezca, me gusta. La soledad tiene mala prensa, pero yo la disfruto mucho.

–Su trayectoria combina grupos, trabajos en solitario y colaboraciones con otros músicos. ¿Es una persona inquieta?

–Son más de cuarenta años de trayectoria y uno busca distintas alianzas y estímulos. No me considero muy inquieto profesionalmente. Me gusta hacer cosas, pero disfrutarlas a mi ritmo. Conozco otros casos mucho más compulsivos.

–Si echa la vista atrás, a los orígenes de Tequila. ¿Qué Ariel Rot ve?

–Un Ariel (disculpa que hable en tercera persona) muy intrépido, en un país desconocido, con mi Les Paul dorada buscando con quien tocar. Consciente de que tenía algo potente entre las manos. Tenía solo dieciséis años, pero ya me sentía muy sólido como músico y guitarrista. Tenía las ideas claras. Luego con el tiempo vas perdiendo esa inconsciencia y en algún momento incluso llegan las dudas. Sobrevivir a cuatro décadas de rock no es fácil, uno pasa por momentos de oscuridad.

–El documental “Sexo, drogas y rock and roll” cuenta la historia de Tequila: cinco jóvenes que alcanzaron de golpe su sueño de triunfo y a los que la fama y el éxito los derribó. ¿Una fama tan inmediata y tan brutal siempre pasa factura? ¿Cuál fue el peaje que tuvo que pagar por esa fama?

–La fama la llevamos bien. Éramos cinco amigos haciendo lo que más nos gustaba, nos divertíamos, disfrutábamos tocando y nos protegíamos entre nosotros. Las facturas tuvieron más que ver con el signo de los tiempos, que fue la heroína. Por eso todos pagamos un precio y algunos muy alto.

"Sobrevivir a cuatro décadas de rock no es fácil, uno pasa por momentos de oscuridad"

–Qué fue más duro, ¿la caída o volver a levantarse?

–Me considero un afortunado. No recuerdo que haya tenido grandes caídas. La única fue el final de Tequila, pero también fue un aprendizaje. En todo caso, hubo ciclos que empezaron y acabaron. Empezar de nuevo siempre es maravilloso, es el comienzo de algo, tiene romanticismo y pasión. En el fondo, uno siempre está empezando, nunca se acaba de aprender.

–¿Cómo ha cambiado el rock desde esos años 70 y 80 a la actualidad?

–¡Vaya!, es una pregunta que nos llevaría mucho tiempo contestar. El rock ya vivió como cinco de las supuestas siete vidas. En los cincuenta ya dijeron que estaba acabado y solo estaba empezando. No quiero pecar de optimista, pero igual aún nos tiene a alguna sorpresa guardada.

–¿Ahora es más fácil o más difícil hacer canciones que se conviertan en himnos intergeneracionales?

–Siempre es difícil porque es inexplicable. Es un gran misterio ¿por qué una canción sí y otra no? No guarda relación con la calidad; es otra cosa que creo que aún no hemos conseguido descifrar. A ver si la inteligencia artificial lo logra, pero lo dudo, porque es algo que no responde a datos ni patrones, es algo puramente emocional. Pero ya veremos... sería un gran desafío.

–¿Cómo ve el panorama musical actual?

–Música actual es un concepto muy ambiguo. ¿Qué es la música actual?, ¿lo que suena en la radio?, ¿ lo que arrasa en las listas?, ¿lo que suena en los gimnasios, en los bares? Si es así, te diría que la tendencia actual me interesa más bien poco. Lo noto tremendamente uniforme. Sé que suena a frase de viejo, pero me suena todo igual Para mí, la música actual es Thelonious Monk, Prince, Willie Dixon, Iggy Pop, Chopin... Bueno, afortunadamente hay una lista inabarcable.

"Empezar de nuevo siempre es maravilloso, es el comienzo de algo, tiene romanticismo y pasión"

–¿Cómo fue la experiencia de “Un país para escucharlo” y la gira con Kiko Veneno que surgió al abrigo de este programa?

–Fueron tres temporadas de diez capítulos, unos diez meses dedicado a viajar, a tocar y a conocer a un montón de artistas interesantes. Fue un lujo, un regalo inolvidable. Con Kiko seguimos tocando y está siendo una experiencia enriquecedora, un aprendizaje importante.

–Escogió la música siendo muy joven, cuando aún vivía en Argentina. ¿Pensó alguna vez en tirar la toalla?

–Nunca pensé en tirar la toalla porque nunca lo viví como una competición deportiva. Con la música siempre se gana. ¡Ganamos todos!

–¿Qué podrá ver el público que asista al concierto de Vigo?

–Vamos a tocar unos cuantos temas de “Hablando solo”, pero también otro tanto de los temas emblemáticos de mi carrera. Una banda de músicos de alta gama y convicción rockera. Una historia, un reencuentro amistoso musical. Un concierto cojonudo para amantes de la música.

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