Entrevista | Marisol Soengas Científica del CNIO, presidenta de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA)

“El potencial lo tenemos, pero nos falta financiación y nos sobra burocracia”

“En España es heroico lo que se está logrando en investigación con una inversión en I+D+I muy por debajo de países del entorno”

Marisol Soengas, en las instalacionesdel CNIO.

Marisol Soengas, en las instalacionesdel CNIO. / FdV

Podría decirse que la curiosidad –desde pequeña quiso saber cómo funcionaban las cosas– y un juego de química determinaron su vocación científica. Así lo cuenta Marisol Soengas (Agolada, Pontevedra, 1968) en “Historias de vida”, una iniciativa de MSD y la Fundación para la Excelencia y la Calidad de la Oncología (ECO) que muestra el testimonio de pacientes de cáncer, familiares, profesionales de la salud y de la ciencia y cuidadores que acompañan en el día a día a las personas con cáncer. Soengas es una de las investigadoras del cáncer más prestigiosas del mundo y el laboratorio que dirige en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid ha identificado factores que ayudan a definir el melanoma, un tumor muy agresivo y con una gran capacidad de hacer metástasis. La científica gallega, que desde este año preside la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA), estará el próximo 20 de abril en Santiago para recoger el Premio Ramiro Carregal, una distinción de la que se siente, asegura, especialmente orgullosa, y que suma a una larga lista de reconocimientos.

–¿Qué le animó a participar en la campaña “Historias de vida”?

–Me gustó mucho la idea y me pareció muy necesaria porque ofrece una visión del cáncer desde todas las perspectivas: la investigación básica y clínica, los pacientes, las familias, los cuidadores y la industria farmacéutica. Los investigadores trabajamos con muestras de los pacientes, nosotros queremos descubrir, pero no estamos en contacto con ellos en el día a día ni con los cuidadores. Creo que ponernos a todos en una iniciativa conjunta era muy importante.

–También acerca el trabajo de los científicos.

Una de las reivindicaciones de ASEICA es que se conozca mejor a la persona que está detrás de la bata, que se sepa quiénes somos, cómo trabajamos, porque a veces sigue habiendo ese estereotipo del investigador encerrado en un cuarto oscuro. Y también que se sepa cómo se está avanzando. En España es heroico lo que se está consiguiendo en investigación porque tenemos una inversión en I+D+I muy por debajo de los países del entorno. Nosotros en ASEICA reclamamos desde hace años que se duplique la inversión en investigación. Pero aun con todo, tenemos centros muy buenos de investigación. Me parece una oportunidad de sacar pecho, de visibilizar que en España también se hace ciencia de calidad, lo que pasa es que podríamos ser mucho más competitivos.

“En España se hace ciencia de calidad, lo que pasa es que podríamos ser más competitivos”

–¿Se visibiliza poco el trabajo del científico?

–Nuestro objetivo fundamental es investigar, descubrir, pero creo que también hay que contar mejor la ciencia, porque hoy por hoy hay mucho acceso a información, pero también a desinformación por redes sociales. Esto hace que muchas veces los pacientes encuentren por internet una información ya no solo que no es verídica, sino que es peligrosa, porque en muchos casos se dejan de tratar tumores por terapias alternativas que no están ni demostradas ni validadas. Es peligroso que la desinformación afecte al diagnóstico y al tratamiento. Un paciente que conoce su enfermedad, conoce las alternativas y sabe los efectos secundarios que se puede encontrar, tendrá una mejor capacidad para tomar una decisión con el equipo oncológico que le trate.

–¿Se encuentra donde quería estar hace veinte años?

–¡Huy! Hace 20 años no me podía ni imaginar por dónde me iba a llevar esta vida científica. De hecho, una de las cosas que más me motivan de la ciencia es, precisamente, no saber dónde voy a estar ni siquiera en cinco años. Yo hace cinco, ya no digo 20, no me imaginaba que pudiera ser presidenta de ASEICA ni que me iban a elegir para la European Molecular Biology Organization (EMBO) ni que iban a concederme premios por liderazgo, por mi trabajo de impulso a la mujer, por impulso a los jóvenes... Y espero seguir aprendiendo y sorprendiéndome, y no saber dónde estaré dentro de cinco años.

“No hay nada más enriquecedor que intentar descubrir algo nuevo”

–¿El acceso de la mujer al liderazgo científico sigue siendo una asignatura pendiente?

–Acaba de salir el informe “Mujeres en cifras”, del Ministerio de Ciencia e Innovación, y seguimos como casi hace diez años, con muy pocos avances. Las mujeres siguen ocupando todavía menos del 30% de los puestos de liderazgo en centros de investigación básica, en la universidad y en centros clínicos, y las cifras son más preocupantes aún en carreras técnicas. En biomedicina, hay muchas mujeres, en algunos departamentos hasta un 70%, pero en las fases iniciales. Hay muy pocas jefas de servicio, directoras de centros y presidentas de organizaciones, por tanto, nos queda mucho que reivindicar y que pelear.

–¿A usted qué fue lo que la motivó a dedicarse a la investigación científica?

–Yo era una niña muy curiosa. Quería saber cómo funcionaban las cosas. Recuerdo que cuando íbamos a comprar los regalos de Reyes yo me quedaba parada no delante de las muñecas, sino de los juegos de química, que entonces se anunciaban más para niños. Por suerte, mis padres se dieron cuenta y me regalaron el Quimicefa y entonces decidí que quería hacer ciencia. Por eso es muy importante que los juegos no se dirijan a niños o a niñas. Luego los profesores y profesoras de Biología que fui teniendo me impulsaron. Hice Biología porque en aquel momento no sabía que se podía llegar a la investigación en cáncer desde la medicina, la farmacia, la química o incluso la matemática, porque no tenía ningún referente. Elegí el cáncer por el reto que supone y porque quería un trabajo más aplicado. Y elegí el melanoma porque es un tumor muy agresivo. Ahora me motiva que las niñas y chicas (y a sus compañeros) descubran el mundo científico. En ASEICA desarrollamos “Conócelas”, que en tres ediciones ha conectado a más de 25.000 alumnos y alumnas de toda España con investigadoras en cáncer.

–¿Cuáles son las líneas de investigación del laboratorio que dirige en el CNIO?

–Nos interesa, primero, contribuir al diagnóstico del melanoma. El melanoma es la versión maligna de los lunares. Ambos se inician a partir de los melanocitos, las células que producen melanina y que son responsables de que nos pongamos morenos. En los lunares, los melanocitos son benignos. En el melanoma, sin embargo, se siguen duplicando y se transforman en una lesión maligna. Nos interesa saber cómo ocurre esta transformación en melanomas, que además son muy agresivos y tienen la capacidad de diseminarse por el organismo desde lesiones de muy pequeño grosor. La segunda área de investigación busca entender el código de barras del melanoma: qué lo define y por qué es tan metastásico, con la peculiaridad de que ahora sabemos que hay muchos tipos de melanoma. Y no solo eso, sino que nos interesa también cómo las células tumorales se comunican con el entorno y lo alteran. Estamos intentando encontrar debilidades para atacar a estos melanomas de una forma más eficiente y entender también por qué se escapan al control, por qué nuestras defensas no funcionan y no reconocen ni atacan a los melanomas y cómo desarrollar mejores tratamientos.

“Uno de los grandes retos será el manejo de los efectos crónicos de los tratamientos”

–¿Cuáles son los principales avances en el campo del cáncer?

–Se ha avanzado en todos los niveles. Uno muy importante es entender que cada tumor es único y que la malignidad no está determinada solo por las células cancerosas. Una de las grandes herramientas en estos momentos es poder estudiar, por una parte, todas las células del tumor y las de su entorno, y, por otra, realizar estudios a nivel de todo el organismo y en análisis de cientos y miles de pacientes. Esa capacidad de pasar de lo más pequeño a grandes estudios poblacionales ha sido un gran avance, y aquí entran en juego la biología molecular, la medicina, la farmacia, la química, la matemática, la inteligencia artificial. Además, se dispone de mejores herramientas para poder tratar estos datos y diseñar fármacos más eficientes y selectivos. Uno de los grandes retos es mejorar la detección precoz de los tumores, y ahí serán muy importantes técnicas poco invasivas como la biopsia líquida. Finalmente, no podemos olvidar la concienciación, porque los investigadores intentamos contribuir a tratar mejor cánceres cuando ya están formados, pero casi un tercio de los tumores se podrían evitar controlando factores de riesgo que ya se conocen: tabaco, alcohol, alimentación, vida sedentaria, exposición excesiva al sol...

–Además de la detección precoz y la prevención. ¿Qué otros grandes retos se plantean?

–Hay muchos. En cuanto a investigación, prevenir mejor, identificar antes y personalizar las terapias para que sean más duraderas y con menos efectos secundarios. Se han desarrollado muchos fármacos, pero el problema es que no solo atacan a la célula tumoral, sino también a las normales, por lo que reducir su toxicidad es otro gran reto. Otro es la resistencia, porque hay tumores que responden inicialmente, pero luego progresan. Otro gran reto va a ser el manejo de los efectos crónicos, porque hay tratamientos que están extendiendo la vida media de los pacientes pero que dejan secuelas. Uno de los retos de cara al futuro será paliarlas.

–Cuando se habla de cáncer solemos emplear términos como “lucha” o “batalla”. ¿Qué opina de este vocabulario?

–No me gusta y, de hecho, a muchos pacientes les molesta mucho. La palabra lucha tiene distintos componentes. Por un lado, la parte activa: “voy a intentarlo”, que es positiva. Pero también tiene otro de perdedor y a mí no me gusta el concepto de perdedor en el cáncer. Nosotros no controlamos nuestras células tumorales. El paciente puede intentar tener una actitud positiva y participar en ensayos clínicos, pero no puede luchar contra su propio cuerpo. Una cosa es no rendirse y otra es que la responsabilidad recaiga en el paciente.

”Hablar de ‘lucha’ tiene un sentido de perdedor que a mí no me gusta en el cáncer”

–¿La pandemia ha dado el impulso que parecía que iba a dar a la ciencia?

–La pandemia puso de relevancia que la ciencia era necesaria y que los países que estaban preparados, que ya habían dedicado fondos a la investigación, que ya habían “sembrado”, recogieron antes. El COVID puso de manifiesto que la inversión es importante, porque se pudo avanzar rápido gracias a que se dedicaron grandes sumas de dinero, tanto público como privado, a resolver un problema. Lo que ha sido frustrante es que desde ámbitos políticos se anunciaron y publicitaron grandes intenciones de apoyar a la ciencia en España, pero, aunque se ha avanzado, estas medidas no han llegado realmente de una forma competitiva a los laboratorios. Tenemos que conseguir una financiación duradera que no dependa del partido político de turno. El potencial lo tenemos, lo que nos falta es financiación, pero, sobre todo, planificación, y nos sobra burocracia. En España, que una universidad contratara a un premio Nobel sería complicadísimo.

–¿Qué supone dirigir un laboratorio en el CNIO?

–Es un reto, porque estamos entre los diez mejores centros de investigación del mundo. El CNIO, además, tiene un sistema de evaluación cada cinco años con un comité externo internacional muy riguroso. Esto supone que tenemos, y queremos estar, al día en investigación de frontera, planteando proyectos ambiciosos en un ambiente internacional.

–¿Hay falta de vocaciones científicas?

–Faltan vocaciones en las carreras técnicas. Tenemos que influir mucho en la infancia, pero también en la adolescencia, para que el alumnado tenga referentes en la ciencia y sepa lo interesante que es la vida del científico. Para mí no hay nada más enriquecedor que intentar encontrar algo nuevo.

"La desinformación es pelgrosa. En muchos casos se dejan de tratar tumores por terapias alternativas que no están ni demostradas ni validadas"

–¿Cuál es la sensación cuando se descubre algo?

–Lo primero que aprendes como científico es a aceptar el error. Cuando tienes una hipótesis y haces experimentos para comprobar algo que esperas que ocurra es una alegría. Pero muchos avances ocurren cuando algún experimento no te funciona, cuando te encuentras algo inesperado, y estos son los experimentos, de hecho, que más te permiten avanzar, porque tienes que replantearte tu hipótesis y buscar alternativas. A mí, ahora que no estoy en la poyata del laboratorio, me motiva mucho cuando los propios investigadores me proponen experimentos y me muestran orgullosos los resultados.

–¿Echa de menos el laboratorio?

–Ahora estoy en otra fase. Me atrae pensar experimentos, buscar colaboraciones internacionales... Me veo más como “directora de orquesta”. Me motiva también poder contribuir a la ciencia en cáncer en España desde la presidencia de ASEICA

–¿Qué metas se ha marcado al frente de ASEICA?

–Queremos potenciar a los investigadores jóvenes a través de cursos, acciones de mentorazgo y dándoles visibilidad. En cuanto a las mujeres en la ciencia, queremos cambiar las cifras y que se nos conozca mejor, que se valore la contribución de las mujeres y que avancemos hacia puestos de responsabilidad. También integrar mejor la investigación básica y clínica, llegar mejor al paciente y a la sociedad, e internacionalizar nuestras actividades, porque somos parte de una comunidad y no nos podemos limitar a nuestro laboratorio.

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