Fandiño insta a crear una tribu hereje que mire a la longevidad como algo ‘cool’

Reivindica ante los futuros médicos unidades de gerontología en los centros de Atención Primaria

Xaime Fandiño, ayer en la Facultad de Medicina.

Xaime Fandiño, ayer en la Facultad de Medicina. / Antonio Hernández

Koro Martínez

Xaime Fandiño, uno de los impulsores de la primera cátedra de Edadismo en la Universidad de Vigo, defendió ayer ante un centenar de futuros médicos de todo el país la creación de “una tribu hereje que mire a la longevidad como algo cool y no mediocre; una tribu longeva, militante y participativa, que mantenga relaciones intergeneracionales y no se quede en su reducido gueto cronológico”.

Participante como conferenciante en las IV Jornadas Estatales de Estudiantes de Medicina, que congregan en Santiago a representantes de 35 universidades de todo el Estado, Fandiño se presentó ante los asistentes como “un viejo de 70 años” al que no le gustan eufemismos como “sénior, silver o maduro porque soy un viejo en fase de realización vital tras la jubilación”. Un viejo dispuesto a luchar contra todos los estereotipos que se atribuyen a los de su generación por una cuestión de edadismo, con actitudes discriminatorias hacia un colectivo que, insistió, no es homogéneo, ya que “hay viejos de la Panorama y viejos del Resurrection”.

Tras considerar edadista la campaña de un jubilado pidiendo la apertura de las oficinas bancarias para luchar contra la brecha digital de los mayores porque “los bancos deben estar abiertos para todo el mundo, este señor pide una discriminación positiva para los mayores, cuando no es cierto lo de la brecha digital, puesto que muchos utilizan WhatsApp o tinder”, dijo que “el edadismo, la discriminación por edad mata, e incluso se da más con los jóvenes”.

Animó a los futuros médicos a dedicarse a la geriatría y a la gerontología porque “no os va a faltar chollo, si no viene un virus extraño, la longevidad está asegurada; habrá personas de 120 años con hijos de 90, así que lo que yo os digo es pon un geriatra en mi vida”.

Y reivindicó que, al igual que hay pediatras, los centros de atención primaria deben contar con unidades de gerontología para, entre otras cosas, aliviar las excesivas cargas de trabajo de los médicos de cabecera.

Explicó que tras su jubilación intentó volver a estudiar, pero solo se le ofrecía la universidad para mayores de 50, con lo que optó por un máster de Filosofía, donde se relacionaba con alumnos de distintas edades. También se encontró con que no podía ni tocar gratis con su grupo Deteriorados porque corría el riesgo de perder la pensión, y abogó por buscar fórmulas que permitan este tipo de actividades. “No es normal que en un país de viejos como éste los extras de viejos tengan que ser personas jóvenes disfrazadas”, indicó refiriéndose a Ocho apellidos catalanes, en la que fue eso lo que sucedió a sus extras de edad avanzada.

Recalcó que él siempre ha abogado por la corresponsabilidad y el compromiso social, así como por la solidaridad intergeneracional para mantener el actual sistema de la seguridad social”, por lo que siempre ha estado encantado de pagar sus impuestos, e insistió en que “los viejos somos personas heterogéneas, yo quiero un apple watch que me diga cómo estoy de salud, mis parámetros, pero no un botón rojo del miedo, no me estigmatices por mi edad”.

Pidió a los futuros médicos que respeten la diversidad, que se pregunten y sientan curiosidad por los que no son sus congéneres, por aquellos a los que van a tratar en sus consultas, y defendió a ultranza las relaciones intergeneracionales, así como la necesidad de “aprender a envejecer desde niños porque la alternativa a la vejez no es buena, así que debe haber una educación, una formación desde la niñez que nos enseñe a disfrutar de una longevidad audaz, ya que si tienes bien tu cabeza, tu universo puede ser bestial”.