Los escaparates se llenan estos días de corazones, ositos amorosos y flores como anticipo del día de los enamorados. El 14 de febrero, San Valentín, está marcado en el calendario como el día del amor y millones de parejas en todo el mundo lo celebran con regalos y cenas románticas, y las redes se llenan de fotografías y vídeos de parejas perfectas y felices en entornos idílicos. Esta idealización del amor y de la pareja, sin embargo, puede tener un impacto negativo en muchas personas, que viven San Valentín como una fecha triste solo por no tener pareja o por tener una que no es tan idílica como otras que ven en la pantalla del móvil. Asimismo, la presión social por encontrar ese amor idílico puede desembocar en problemas de salud mental como depresión, ansiedad y trastornos alimenticios. Y los expertos advierten: existen muchos tipos de amor y no todos son sanos.
En opinión de la psicóloga y sexóloga viguesa Emma Placer, todo lo relacionado con el romanticismo tiene una connotación positiva. “Lo relacionamos con la felicidad, el bienestar y las emociones gratificantes. Hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, con las canciones, las películas y las referencias publicitarias, que ‘estar enamorada’ es el culmen de la felicidad y, por lo tanto, todo lo que tenga que ver con esa sensación está absolutamente idealizado y mediatizado”, dice.
La especialista asegura que en consulta se ven trastornos de todo tipo que tienen una clara base en la cultura del amor romántico, como celopatías (celos que llegan al delirio). “Personas que te cuentan que aman por encima de todo, personas que se centran en un enamoramiento exclusivo en el que no hacen otra cosa que estar con la pareja, y, pasados unos meses, han roto sus otros vínculos sociales e incluso familiares y la percepción de tener solamente a la pareja les hace sentir un intenso miedo a perderla y entran en paranoia constante de infidelidades de todo tipo”, comenta.
Otra cara de la moneda son las personas deprimidas y frustradas por no tener pareja porque entienden que la felicidad plena se da en un estado romántico y buscan desesperadamente “esa pieza que les falta”. “Esto mina su autoestima. Lo que hacemos en consulta es deshacer esa madeja para encontrar la individualidad y el poder de esta para tener relaciones sanas y equilibradas”, explica.
En su opinión, existe una presión social para encontrar el “amor perfecto y para siempre”, ese “...y fueron felices y comieron perdices”. “Si hemos aprendido que estar en pareja es lo mejor, obviamente no tener un amor de película va a ser deprimente y me va a generar ansiedad por encontrar ese amor idílico”, expone.
En este contexto, las redes sociales no hacen más que echarle leña al fuego, al convertirse en un inmenso espejo de la felicidad amorosa en el que muchas veces es difícil verse reflejado. “Si observamos las redes sociales, de alguna manera nos estamos comparando. En estas fotos o clips solo tenemos una parte de esas familias, obviamente la parte más súper ‘chic’ y perfecta. De esa comparación vamos a obtener casi automáticamente una buena bajada de autoestima”, afirma. ¿La receta? Consumir menos horas en redes sociales y dejar de seguir aquellos perfiles que no aportan aprendizaje y sí malestar.
Según la teoría del amor de Sternberg, psicólogo estadounidense, el amor completo lo forman la intimidad (amistad), la pasión (deseo) y el compromiso (lealtad) y el amor romántico es solo una forma de amar. “El amor romántico es el integrado por la intimidad y la pasión, pero sin compromiso, y, sí, las relaciones actuales se caracterizan por miedo al compromiso, el escaso valor de la lealtad y la poca responsabilidad afectiva con el otro”, comenta Diana Rodríguez, psicóloga social.
En su opinión, hay muchos estereotipos sobre el amor que persisten, como las ideas de “la media naranja” y “las almas gemelas”, inculcadas a través de la literatura, el cine y la música, que crean mapas mentales y cogniciones que son aceptadas como creencias verdaderas. “Lo peligroso es que normalizamos y aceptamos amores tóxicos e interpretamos apegos traumáticos como enamoramiento. ‘Sin ti no soy nada’ es un apego dependiente; ‘me llevas al cielo y al infierno” es un apego ambivalente; “a pesar de los años y del daño sufrido sigo enamorada/o de esa persona’ es un apego traumático”, ejemplifica.
Respecto a esto, sin embargo, Placer entiende que, aunque aún hay muchos clichés que derribar, también ha habido avances. “Ya encontramos, sobre todo en mujeres, muy interiorizado el ‘yo soy la naranja entera y si decido estar con alguien es para sumar y no para completar’. También se empieza a afear frases como ‘sin ti no soy nada’, y el romanticismo que perpetúa el heteropatriarcado y la dependencia emocional”, opina la sexóloga.
Asimismo, Diana Rodríguez advierte de los peligros de estos mitos, que favorecen las relaciones tóxicas, dependientes, ambivalentes y traumáticas. “Una relación tóxica afectará a nuestra autoestima, amor propio, la forma de relacionarnos con los demás y nuestra proyección personal y profesional, y puede generar trastornos como ansiedad, celotipia, adicciones y depresión”, alega.
Por ello, es importante aprender a detectar las banderas rojas (red flags, en inglés), que alertan de que una relación es peligrosa. Rodríguez apunta, entre otras, las humillaciones con sarcasmo, la falta de empatía, expresiones como “menuda locura”, “estás loco/a” y “tú tienes alucinaciones”, o “si me quisieras lo harías” (maltrato psicológico) o “yo lo hubiera hecho por ti” (chantaje emocional), el silencio hostil y la agresividad verbal o física, actitudes con las que se busca crear una dependencia emocional y que puede ser, alertan, la antesala de la violencia machista.
Para desbancar, de una vez por todas, los estereotipos sobre el amor y lograr relaciones de parejas sanas, abogan por la educación integral en emociones, afectividad y sexualidad.
Espejos para aprender a quererse a uno mismo
Para querer a los demás, primero es necesario quererse a sí mismo. Esta es la premisa que inspira “#ChocaEsas5”, un proyecto del equipo de convivencia del CEIP Mestre Martínez de Mos que pretende mejorar la autoestima y la confianza en uno mismo de alumnos y profesores con una práctica tan sencilla como chocarse los dedos a uno mismo delante de un espejo. ¿Y qué mejor día para arrancar un proyecto sobre el autoamor que el día de los enamorados?
El colegio colocará espejos al lado de las puertas de las aulas y en otros espacios, como la sala de profesores para que quien pase delante de ellos se mire, choque los cinco con su reflejo y se sonría. La idea, de la profesora y formadora de profesorado Alba Alonso, está inspirada en el libro “Un hábito para cambiarte la vida” de Mel Robbins, una de las principales personalidades en el desarrollo y la transformación personal, en el que enseña a quererse a uno mismo o, al menos, a intentarlo, con un simple hábito: chocar los cinco.
“Robbins comenzó a practicarlo consigo misma y comenzó a notar un cambio positivo en su estado de ánimo. Un día compartió una fotografía chocándose los cinco en un espejo, sin ninguna explicación, y miles de personas comenzaron a hacer lo mismo y en seguida empezaron a decirle que desde entonces se encontraban mejor, más animados”, comenta Alonso. La explicación es que el cerebro asocia ese gesto a algo agradable, por lo que cuando chocamos nuestros propios dedos le mandamos un mensaje positivo que genera dopamina, lo que repercute en el estado anímico.
La docente, especialista en coeducación, quiso trasladar esta práctica al ámbito educativo y conocer si también funciona en los alumnos. Por ello, “#ChocaEsas5” se desarrollará, en principio, durante todo este curso escolar y la idea es que se perpetúe. “Queremos ver que efecto tiene en el alumnado, si entran de otra manera a clase y si se quieren más a sí mismos, sobre todos los preadolescescentes, que suelen tener bastantes problemas de aceptación”, comenta.
Alonso es partidaria de que los adultos prediquen con el ejemplo, por lo que el proyecto se extiende también al equipo docente, que no solo tendrá que hacer este gesto delante del espejo, sino escribirse a sí mismo algo que le guste de él. “Cuando a una persona le preguntas que te diga cinco defectos ni se lo piensa, pero le cuesta un verdadero trabajo decirte cinco cosas que haga bien”, comenta la profesora y fundadora de Realkiddys, proyecto que trabaja para erradicar los estereotipos de género.
El mismo Día de San Valentín, el Club de Igualdad del colegio, compuesto por representantes de alumnos de 3 a 12 años, explicarán a sus compañeros esta iniciativa con la que se quiere empoderar a los pequeños y enseñarles a valorarse a sí mismos, lo que a su vez les ayudará a construir relaciones interpersonales tanto de amistad como amorosas.
Alonso nos anima a poner en práctica este gesto ante el espejo y a sonreírnos como muestra de nuestra aceptación. “Funciona”, asegura.