Un colchón vigués para el Papa Francisco en el Congo

Una tienda de Vigo gestionó el envío, de más de 11.000 kilómetros, del equipo de descanso sobre el que estos días duerme el Pontífice

Juan Varela, ayer, en su tienda de Vigo, con un colchón del mismo modelo que el del Papa.

Juan Varela, ayer, en su tienda de Vigo, con un colchón del mismo modelo que el del Papa. / RICARDO GROBAS

Rafa López

Rafa López

El Papa llegó ayer a Kinsasa, capital de la República Democrática del Congo, en un viaje que se presume tenso, por las difíciles condiciones del país, y agotador, por los problemas de salud que arrastra el pontífice. Pero anoche pudo descansar divinamente, o en eso se ha empeñado al menos el vigués Juan Varela, que regenta dos tiendas de colchones en la Ciudad Olívica. Se encargó de enviar uno de ellos a la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en la capital congoleña, donde Bergoglio dormirá hasta el próximo viernes, cuando se desplace a Sudán del Sur.

Es un colchón de gama media-alta y de una firmeza muy alta, por el gusto del Papa y por su ergonomía, que necesita un descanso muy firme. Y como allí hace mucho calor elegí un modelo que además es transpirable”, explica a FARO Juan Varela en su tienda Bed’s en la calle Martín Echegaray, frente a la rotonda que corona el buque Alfageme. “Me enteraré la semana que viene si le ha gustado”, añade, con una sonrisa, este emprendedor que tiene otra tienda de colchones junto al hospital Ribera Povisa.

El origen de esta “cadena de favores” que ha hecho viajar un colchón nada menos que 11.000 kilómetros no es otro que su hermana Candelas, enfermera viguesa en el Congo, y que en septiembre sufrió una gravísima malaria que a punto estuvo de acabar con su vida. Si entonces se movilizó Roma con Santiago para que Candelas Varela –en coma inducido– pudiese ser trasladada a España en un avión medicalizado, antes incluso se puso en marcha la operación para asegurar el buen descanso papal.

“En la nunciatura no había colchones buenos y hacía falta uno –relata Candelas Varela–. Barajamos Sudáfrica, pero lo mejor siempre es Europa, donde hay más transportes y contactos, y pensé en mi hermano. Le dije: ‘¡Juan, necesito un colchón para el papa!’. Y no se lo creía”, recuerda la enfermera.

Era la primavera de 2022 y el papa tenía previsto viajar al Congo en julio de ese año, por lo que “no daba tiempo a enviarlo por contenedor”, según explica el comerciante vigués, que hace años trabajó en los ya desaparecidos almacenes Gran Vigo. “Tenía que ser un colchón gordo y muy duro –apunta Candelas–. Y tenía que ir rápido para el Congo”.

Fue una “logística complicada”, destaca su hermano Juan. “Se envió por carretera de Vigo a Amberes (en Bélgica, a 2.000 kilómetros), y desde Amberes lo metieron en un avión a Kinsasa (a más de 9.000 kilómetros). El coste lo sufragó al 50% un doctor congoleño que vive en París”, agrega.

Juan Varela prefiere que no trascienda el precio del colchón, pero se trata de un modelo muy asequible y sin lujos, como corresponde a un Papa jesuita pero defensor de la austeridad franciscana.

Juan Varela con el colchón donde dormirá el papa Francisco en el Congo.

Juan Varela con el colchón donde dormirá el papa Francisco en el Congo. / RICARDO GROBAS

Finalmente el Pontífice canceló su viaje previsto para julio por orden de los médicos, debido a sus continuos problemas de rodilla, pero el colchón vigués ya le estaba esperando. Ahora ha podido realizar su periplo africano. Para que su estancia transcurra con la mayor comodidad posible ha trabajado a destajo su compatriota Estela Murtagh, una argentina que lleva 40 años en el Congo y que ha trabajado con Candelas Varela en el Hospital Monkole de Kinsasa. “Fue ella la que hizo todo lo que el nuncio le pidió que preparase para la visita: las habitaciones, la capilla del Papa, el menú... Es la jefa de todo”, señala la enfermera.

Los niños de Monkole tenían previsto recibir al Papa vestidos con camisetas de la selección de fútbol del Congo y de San Lorenzo de Almagro, el club argentino del que Bergoglio es hincha, cuenta Candelas, que todavía se recupera de las secuelas de la grave malaria en Salvaterra de Miño, en casa de su hermana Sonsoles y junto a su madre, Maite Vázquez.

Nostalgia y alegría

La voz de la enfermera viguesa, que lleva más de dos décadas entregada a los más desfavorecidos en el país africano, trasluce nostalgia por tener que perderse una visita tan deseada y esperada, pero a la vez alegría por lo que están viviendo los congoleños estos días. “El país es una fiesta. Todo lo que sea alegría para ese pueblo que sufre tanto le da oxígeno y esperanza, que es lo más importante”, subraya, mientras sigue el viaje papal por los medios de comunicación.

Candelas Varela está pendiente de una intervención quirúrgica y de unos análisis que confirmen que todo vuelve a la normalidad. Mantiene el objetivo del mes de marzo para regresar a Kinsasa. Mientras, espera que la visita papal ayude a pacificar el país. “La Iglesia tiene mucha autoridad en el Congo; si el Papa dice ‘que pare la guerra’ le escucharán”, confía.

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