BRENDA NAVARRO | Escritora

“Mi escritura es reflejo de un mundo entero”

“Las mujeres solo poseen el 1% de la riqueza global, mientras todo el capital se sostiene sobre sus cuerpos”

La autora mexicana Brenda 
Navarro, en Madrid.   | // A. VIGARAY

La autora mexicana Brenda Navarro, en Madrid. | // A. VIGARAY / Elena pita

Elena pita

Las editoriales tuvieron miedo a Brenda y ella se autopublicó online: necesitaba compartir tanto dolor; el de las mujeres migrantes, el que causa el feminicidio en México, la soledad de los ancianos en la vieja Europa o el sufrimiento hoy de lo más maravilloso: ser madre. Sexto Piso la rescató y solo cuatro años, miles de lectores y varios galardones después, los libreros la premian por partida doble.

–¿Qué significa que una novela que denuncia sin ambages a la clase media española sea doblemente elegida libro del año (por los libreros de Madrid y por los Premios Cálamo)?

–Es un orgullo recibir dos premios que no tienen que ver con los lobbies literarios. Me alegra que premien mi necesidad de compartir tanto dolor en una novela que sí, es dura.

–Convivimos a diario con el drama de las mujeres migrantes que se separan de sus hijos para venir a cuidar a los nuestros o a nuestros mayores. ¿Somos siquiera conscientes?

–No. Se ha implantado una narrativa muy individualista que normaliza el robo de los derechos. Pero el desmantelamiento de los Estados europeos es consecuencia de ello, porque todo su capital se dirige a América Latina a explotar la tierra y las materias primas, expulsando a sus habitantes, que se van a buscar trabajo donde creen que sí lo hay.

–Abandonamos a nuestros mayores en una inmensa soledad. ¿Cómo hemos podido llegar a esto?

–Se sobrepone la productividad del individuo a los afectos. No conozco aquí a nadie de mi generación (nacida en Ciudad de México, 1982) que no reciba ayuda de las pensiones de sus padres, mientras les dejan en manos de personas ajenas que llaman “cuidadores” y toda su aspiración se reduce a huir, viajar a cualquier lugar olvidando su propia comunidad.

–“La familia es la madre”, escribe. ¿Esto nunca va a cambiar?

–Está cambiando de forma muy perversa, haciendo creer a la mujer que gana independencia con su trabajo. Pero las mujeres solo poseen el 1% de la riqueza global, mientras todo el capital mundial se sostiene sobre el cuerpo de las mujeres.

–En ese Estado feminicida que según usted es México, ¿la violación y el asesinato son una forma de castigar a la mujer independiente?

–Sin duda. El feminicidio, que hoy se ha normalizado, empezó en la frontera, donde se ofrecían trabajos miseria a las mujeres, que de este modo sintieron un espejismo de libertad y pudieron decir no a la violencia doméstica. Ellas se negaron a casarse y ellos las mataron y quedaron impunes, y a eso hay que sumar que con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos las armas hoy se consiguen muy fácilmente, propiciando un capitalismo gore donde los cuerpos pueden ser castigados y exhibidos para sembrar el miedo. Y todo esto está muy arraigado en el Estado mexicano, que forma parte del crimen organizado.

–¿Ha habido una involución en los derechos de la mujer?

–Sí, se han creado ciudades del miedo en los países latinoamericanos, donde se castiga a la mujer autónoma.

–El suicidio adolescente que aborda en ‘Ceniza en la boca’ tiene su origen, dice, “en los ejes económicos que dictan el orden del mundo”. Pero, ¿hay alguien capaz de escapar a ese dictado?

–Sí, los propios banqueros, que estos años de pandemia han ganado muchísimo dinero y se lo están pasando fenomenal. En cuanto al suicidio, ¿por qué la sociedad tiene derecho a obligar a los adolescentes y a los mayores a vivir lo que les estamos dando? Atendemos a un movimiento de la derecha que defiende la vida a toda costa y en cualquier circunstancia.

–Los movimientos alternativos y libertarios de Europa, ¿le parecen una pose?

–Creo que están desinformados y necesitan autocrítica. Yo también quiero vivir en un mundo verde, pero antes hemos de hablar de los derechos de las personas que lo cultivan, de la explotación de estos territorios, del trabajo infantil.

–“No era que una se sintiera triste, sino que vivíamos en la tristeza misma”. ¿La depresión sería una forma de vida endémica en su país?

–México es una sociedad derrotada en sí misma, en nuestro inconsciente colectivo hemos nacido para ello. Pero incluso en esa tristeza hay que aprender a reírse.

–¿Utiliza el lenguaje oral para hacer creíble el horror que relata?

–Es mi lengua materna. Esos espacios periféricos del lenguaje y la ciudad son mi centro: soy hija de la clase obrera y mi escritura es reflejo de un mundo entero.

–¿Por qué es peligroso “pensar que somos buenos”?

–Ser bueno hoy está relacionado con ser de derechas: acatar órdenes, no cuestionar, gestionar correctamente las emociones… Cuando la bondad es otra cosa. Quienes criticamos lo establecido estamos en el lugar incorrecto de la historia, el de los malos. Ser bueno es entrar en una jerarquización de la filantropía religiosa, y lo que hay que hacer es luchar para que el mundo sea mejor e igualitario.