asuntos propios

“Los ricos seguirán cruzándose entre ellos”

Con una esquirla de hueso de un individuo de la Edad de Piedra o un rastro de sangre seca de Luis XVI, este biólogo ‘lee’ la descripción íntima de sus dueños

Carlos Lalueza-Fox.

Carlos Lalueza-Fox. / Joan Cortadellas

NÚRIA NAVARRO

El biólogo Carlos Lalueza-Fox (1965), director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, es un referente mundial del análisis del ADN antiguo. En el ensayo Desigualdad. Una historia genética (Crítica), descubre que usted y yo, todos, llevamos una mayor fracción genómica de aquellos que se beneficiaron de la desigualdad en el pasado.

–¿La desigualdad es el precio a pagar por el progreso?

–En todo caso, pese a que percibimos que en la antigüedad las sociedades eran más desiguales, en términos económicos hay más desigualdad hoy que nunca. Jeff Bezos, CEO de Amazon, tiene casi tanto dinero como la mitad de la humanidad. Debemos preguntarnos por los mecanismos sociales para intentar corregirlo.

–Suena irremediable.

–Históricamente, la guerra, la revolución, el colapso y los desastres naturales corrigieron la desigualdad. En estos casos, hubo un remplazo de las élites.

–¿El fallo nos viene de fábrica?

–Lo que digo es que somos descendientes de aquellos que se beneficiaron de la desigualdad en el pasado. Los hombres poderosos tuvieron centenares de hijos. Durante seis generaciones, por ejemplo, la descendencia de Gengis Kan siguió teniendo cientos de concubinas y gobernando enormes extensiones. Eso significa que las mujeres son las que más han contribuido a la diversidad genética.

–Para lo que les ha servido... ¿Tiene explicación la brecha de género?

–Las mujeres han sufrido una historia terrible, pero, en cada episodio, hay hombres que literalmente no expandieron sus cromosomas. En la colonización de América, los que menos descendencia tuvieron fueron los hombres nativos americanos.

–Insisto en el papel secundario...

–Aparte de la diferencia de tamaño y fuerza, el factor del sesgo ha sido el control de la reproducción: los hombres pueden tener centenares de hijos, y una mujer, una decena.

–Los influyentes ya no tienen tanto hijo.

–Pero seguirá operando lo que en inglés se llama assortative mating [apareamiento selectivo]. A excepción de los futbolistas [ríe], los ricos seguirán cruzándose entre ellos. Es un mecanismo de perpetuación de la riqueza, al que se suman otros culturales. Incluso en sociedades tan igualitarias como la escandinava, donde se suprimieron los títulos nobiliarios, hoy cobran más los que descienden de los nobles de hace 300 años.

–La agricultura fue la madre de todas las desigualdades, ¿no?

–No estoy de acuerdo. Rastreando el Pleistoceno, he visto episodios de violencia extrema entre los cazadores-recolectores. Por el registro arqueológico, sabemos que en la Edad de Bronce hubo una explosión de desigualdad. Hay tumbas para una sola persona que requirieron el trabajo de muchos, y empezó la transmisión hereditaria de riquezas.

–¿Hay motivos para presumir de ser descendiente de un antiguo poderoso?

–El genoma se fragmenta. De tus padres tienes la mitad; de los abuelos, un 25%. Pero, además, los cromosomas no se rompen en partes iguales. Al retroceder seis generaciones, puede que no hayas recibido nada de él.

–¿Y los supremacistas? ¿Tienen argumentos?

–Una de las lecciones del estudio genético de la antigüedad es que ninguna población ha mantenido una composición genética estable. Somos una superposición de capas de ancestralidades. La comunidad afroamericana, por ejemplo, tiene un 24% de genes europeos.

–Aun así, no hay mecanismo de igualación posible.

–Uno de los que ha operado siempre es la muerte. Pero eso también pude cambiar. Los multimillonarios, aparte de comprar terrenos en Groenlandia y en la isla sur de Nueva Zelanda, están obsesionados con prolongar la vida. Bezos ha fundado un instituto de investigación de la longevidad.

–De momento, con el editor genético CRISPR se pueden corregir erratas.

–Ya se ha hecho el primer ensayo de edición genética en casos de anemia falciforme, algo que parece socialmente aceptable. Pero, ¿qué será lo siguiente, y cómo se regulará? No es descartable que los poderosos quieran editarse, más que por su descendencia, por vivir para siempre.

–¿Algún dato esperanzador?

–La cultura tiene el poder de modelar comportamientos a veces determinados genéticamente. Y sabemos que los episodios de gran desigualdad en la historia han llevado a la caída de imperios. Está en el interés de todos, también de los muy ricos, asegurarse de que la desigualdad no siga creciendo.