“Sabíamos que algunas penas bajarían, pero castigar más no protege mejor a la víctima”

“Los delincuentes no suelen saber cuáles son las penas previstas para los delitos que cometen”

Patricia Faraldo, catedrática de Derecho de la UDC y líder del grupo Ecrim.

Patricia Faraldo, catedrática de Derecho de la UDC y líder del grupo Ecrim. / FDV

Enrique Carballo

La catedrática de Derecho Penal de la Universidade da Coruña (UDC) Patricia Faraldo es doctora en esa disciplina y diplomada en Criminología. Con una larga carrera de investigación que comprende la publicación de más de cien artículos, fue una de las expertas que participaron en la redacción de la ley del solo sí es sí. También dirige el grupo de investigación Criminoloxía, Psicoloxía Xurídica e Xustiza Penal no século XXI (Ecrim), que integra a unos 25 investigadores de Derecho, Psicología y Sociología de la UDC.

–Formó parte del grupo de redacción de la ley del solo sí es sí, que ha creado una polémica por la rebaja de condenas en algunos de los delitos sexuales. Esta modificación ha permitido a personas salir de la cárcel antes de lo previsto en la legislación anterior, con diferencias de criterio según los jueces que la han interpretado ¿Esta posibilidad ya la habían previsto?

–Sabíamos que las penas se reducían, sí. Algunas, porque otras aumentaron notablemente.

–Entonces sabían que había condenados que se podrían beneficiar de eso.

–Sí, lo que no sabíamos era la reacción que iban a tener los medios de comunicación ante algo que es absolutamente normal en todas las reformas penales.

–¿Cree entonces que se ha puesto el foco en eso y no en otras cuestiones más importantes de la ley?

–Sí.

–¿Por qué cree que ha ocurrido?

–Bueno, porque hay una cacería contra todo lo que hace el Ministerio de Igualdad, eso está claro.

–¿Mediática? Desde el ministerio se ha acusado a jueces de actuar de manera machista.

–Los jueces, fiscales, policías, tienen exactamente los mismos prejuicios que la sociedad en la que están trabajando: son tan machistas como la sociedad española. Yo creo que los medios le están dando un relieve a un aspecto menor, pero no están destacando otros aspectos mucho más interesantes que la reforma penal.

–Uno de los cambios sería el consentimiento. ¿En qué cree que se avanza con respecto a lo que existía anteriormente?

–Es un cambio de paradigma, tan claro como eso. Hemos pasado de la disponibilidad por principio del cuerpo de las mujeres, salvo que ellas digan que no, a la indisponibilidad por principio salvo que digan que sí. Ahora el principio es “no me toques hasta que yo diga que sí”. Antes existía “el que calla otorga”: si puedes hablar y no dices nada, entendemos que consientes. Eso ya no es posible.

–¿Cree que este cambio de paradigma permitirá castigar a agresores que no serían condenados con la anterior legislación?

–Sí. Si un juez tiene dudas acerca el consentimiento de la víctima, que suele ser el aspecto que se debate en muchos juicios, pero se prueba que no ha habido comunicación entre las partes, que la víctima no expresó el consentimiento de manera clara, tiene que condenar. Y antes no.

–¿Sobre quién recae la carga de la prueba?

–Sigue recayendo, como antes, en la acusación. Ahora bien, la declaración de la víctima, si reúne algunas características que la jurisprudencia ha ido precisando, puede ser prueba de cargo suficiente. Sobre todo, si viene corroborada con otros indicios.

–Aumentan las penas para abusos sin violencia ni penetración. ¿Cuál fue el criterio a la hora de ajustar los tramos de castigo?

–Partíamos de que estábamos creando un tipo penal, de agresiones, que tenía que abarcar lo que antes eran dos, abusos y agresiones. La idea era que el marco penal fuese de lo que antes eran abusos a lo que antes eran agresiones: bajaba un poco el límite inferior y mantenía más o menos el límite superior de las agresiones. Y hay que tener en cuenta que la doctrina llevaba años criticando que las agresiones sexuales estaban demasiado penadas. Se castigaban más, y todavía se hace, unas agresiones súper agravadas que un homicidio, y no es normal. Lo más importante es la vida, no la libertad sexual. Queríamos reajustar las penas para evitar esa crítica.

“Los delincuentes no suelen saber cuáles son las penas previstas para los delitos que cometen”

–¿Un Código Penal con castigos severos desincentiva la comisión de los delitos?

–Los delincuentes no suelen saber cuáles son las penas previstas para los delitos que cometen. O sea que no, no lo creo.

–¿Cuál cree que debería ser el paradigma necesario para que haya menos delitos sexuales?

–Creo que la regulación penal, que ha sido retocada en múltiples ocasiones desde la renovación del Código Penal, más o menos ya está. No vale la pena seguir retocándola, excepto para corregir errores que se hayan apreciado o que se pongan de relieve en la aplicación práctica. Lo que falta por hacer en la sociedad española es proteger mejor a las víctimas. No se trata de castigar más, sino de proteger menor. Y eso se consigue no con más penas para los agresores, sino con medidas de apoyo, sociales, reparadoras, educativas, de acompañamiento de las víctimas.

–¿Por ejemplo?

–Por ejemplo, las víctimas de delitos sexuales en nuestro país casi nunca llegan a cobrar la reparación que se pone en sentencia.

–Por insolvencia del condenado.

–Sí. Y ahora se prevé un fondo de reparación. Esperamos que las víctimas reciban reparación, reciban asistencia, que las acompañemos, que las entendamos y las apoyemos en el proceso de recuperación.

Suscríbete para seguir leyendo