“Blue Monday” o la mercantilización de la tristeza

Una campaña de markenting es la responsable de que el día de hoy esté considerado como el más triste del año

“Blue Monday” o la mercantilización de la tristeza.

“Blue Monday” o la mercantilización de la tristeza. / FDV

M. González

M. González

Resulta paradójico que pocos días después de la conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión (13 de enero) el mundo le dedique un día a la tristeza, concretamente el tercer lunes del año, al que se conoce como Blue Monday. Pero se trata de una estrategia comercial, ni más ni menos, para incentivar las compras en la ya famosa cuesta de enero y que valida, de algún modo, el sentirse tristes o apáticos por un sinfín de factores que la sociedad ya casi ha interiorizado.

“Mucha gente piensa que verdaderamente existe el día más triste del año sin pararse a pensar en el origen de todo”, indica la psicóloga del gabinete Personal Mind Paula Rodríguez. “San Valentín, el Día del Padre, el de la Madre, el Black Friday o el Cyber Monday..., son fechas que fueron inventadas con un solo propósito: que compres”, afirma. “De hecho”, prosigue, “así nació el Blue Monday, con un propósito tan comercial como las fechas antes señaladas: en 2005, una agencia de viajes (Sky Travel) contrató a un profesor y psicólogo galés, Cliff Arnall, para que crease la fórmula matemática para determinar el día más triste del año para promocionar la reserva de vacaciones”, explica.

Dicha fórmula es la siguiente: [C+(D-d)]TI / MNa. “C hace referencia al factor climático; D, a las deudas adquiridas durante la Navidad; d, al dinero recibido en enero; T, al tiempo que ha pasado desde el Día de Reyes; I, al tiempo transcurrido desde el último intento, sin éxito, de abandonar algún mal hábito. El resultado habría que dividirlo entre M, o nivel de motivación, y Na, la necesidad de hacer algo. Como resultado salió el tercer lunes de enero”, expone la psicóloga.

“En realidad, los factores incluidos en la fórmula no tienen mucho sentido ni relación, pero lo cierto es que lo que empezó como una campaña de marketing se convirtió en un término tan repetido y tan utilizado por tantos sectores, en tantos medios de comunicación, que se acabó normalizando hasta el punto de que realmente hay gente piensa que es verdad que existe el día más triste”, analiza la experta, quien, sin embargo, destaca que “la comunidad científica rechaza por completo este término”.

Destacar este día como el más triste del año puede llegar también a tener consecuencias sobre la población. “Cuando repetimos un mensaje hasta la saciedad acaba por asumirse como realidad aunque no tenga nada de cierto. No creo que la gente, en líneas generales, se ponga triste por el hecho de que le señalen este día como el más triste del año, aunque sí creo que algunas personas podrán sufrir alguna clase de sugestión al respecto y atribuir los acontecimientos desagradables que les puedan ocurrir en esa fecha a que es el día más triste del año”, dice Paula Rodríguez. “Cabe plantearse si este mensaje que parece a priori inofensivo podría afectar a otras personas cuya forma de percibir la vida difiere de la mayoría; por ejemplo, las personas extremadamente supersticiosas, las creyentes en energías o aquellas que sufren trastornos que cursan con ciertas alteraciones del pensamiento o de la realidad”, subraya. “Pero estos mensajes se permiten sin evaluar sus consecuencias y sin embargo los que necesitan ser hablados, como es el caso del suicidio, se convierten en tabú por miedo a que puedan causar un efecto llamada (efecto Werther). Es totalmente contradictorio. Para vender sí, para tratar y sanar no”, sentencia.

“Se criminaliza la tristeza y se cataloga como una emoción muy negativa”, dice la experta, quien añade que “en realidad no hay emociones buenas o malas. Todas las emociones tienen una función adaptativa. La sorpresa es la portera del resto de emociones, aunque nadie la mencione como una emoción en sí misma. La alegría nos invita a repetir los resultados que nos han llevado al éxito. El miedo y el asco nos protegen de experimentar situaciones peligrosas o indeseables, la rabia nos invita a cambiar aquello que no nos gusta y la tristeza es la más reflexiva de las emociones, ya que nos detiene a pensar en aquello que nos ha hecho daño para que no se repita. Y es que a veces es más importante saber hacia dónde no queremos volver, que hacia dónde queremos ir”, reflexiona.

PAULA RODRÍGUEZ - Psicóloga

“La tristeza no se puede encasillar en épocas del año”

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–¿A qué puede deberse que la gente experimente una tristeza o un estado de ánimo más bajo en el arranque del año?

–Creo que es una generalización errónea. Muchas personas llevan mal el arranque de año, pero otras lo viven con ilusión. Lo mismo sucede con la Navidad. Hay gente que la vive como una época de felicidad y otros que desean que se acabe. Cada persona es un mundo y la tristeza no se puede encasillar en épocas del año.

–¿Qué se puede hacer para sobrellevar la vuelta a la rutina tras las vacaciones navideñas y todo lo que conlleva este periodo vacacional?

–Cabe matizar que no todas las personas pierden su rutina en estas épocas, pero a aquellos que sí la rompen de alguna manera, aunque no hay una receta universal, les diría que aplicasen la técnica de soft landing (aterrizar poco a poco), concederse unos días previos para ir cogiendo ritmo, donde se fueran instaurando de nuevo las rutinas y, sobre todo, concederse espacio para el descanso, un poquito de autocompasión a la hora de valorar el regreso, no exigirse un rendimiento perfecto…

–A principios de año también se suele hacer balance y se plantean nuevos retos para el siguiente. Si ese balance no es positivo, ¿pueden surgir las crisis existenciales?  

–Los balances tradicionales de Navidad... En esto caemos todos un poco por costumbre, pero no creo que sean precisamente los provocadores de las crisis existenciales. Lo que sí creo que las está creando es esta cultura hedonista donde se busca la belleza, la perfección y el placer y se escapa de lo chungo. Porque a todas las personas les pasan cosas, pero cuando entramos en redes sociales todo el mundo exhibe lo bueno y cuando alguien tiene el valor de expresar su dolor se convierte en el centro de la crítica; si no, que se lo digan a Shakira.

–Afirma que estas crisis existenciales pueden ser “un arma de doble filo”, ¿por qué?

–Las crisis existenciales surgen cuando, de pronto, nos cuestionamos aspectos de la vida que hasta ahora no nos preocupaban demasiado y nos preguntamos si el camino elegido es el correcto, o si realmente ha merecido la pena el esfuerzo. El problema de hacerse demasiadas preguntas es justamente eso, el beneficio de la duda. Porque hay preguntas que son tan ambiguas que no tienen una sola respuesta que sea válida, fiable y correcta. Es precisamente por ese motivo que las crisis existenciales son un arma de doble filo. Las respuestas a estas preguntas pueden resultar todo un descubrimiento que potencie el desarrollo personal y el crecimiento, pero también nos obligan a movilizar una cantidad ingente de recursos personales cuyo coste emocional puede repercutir notablemente en nuestra salud mental.

–¿Pueden servir, sin embargo, para salir más reforzado ante una situación como una crisis sentimental, laboral o familiar?

–Esto hay que cogerlo con pinzas. Circula un bulo que dice que el término representa los conceptos de oportunidad y problema y de ahí la gente ha sacado la conclusión de que crisis es lo mismo que oportunidad. A mí me gusta verlo más como dice Ben Furman: “The shit happens” (la mierda sucede), solo podemos aprender formas útiles de lidiar con los problemas”. Una crisis es un problema y en todos los problemas hacemos cosas bien y cosas que no hacemos tan bien. Si somos capaces de analizar lo que hemos hecho bien y lo que hemos hecho mal, perfecto; pero no todos los problemas tienen solución, no todo el dolor es aprendizaje y, por tanto, no todas las crisis son oportunidades. Hay crisis que bloquean, que paralizan, que se convierten en un bucle de sufrimiento infinito para la persona. Sin embargo, a veces de estas crisis uno puede aprender a hacer algo distinto, a manejar de otra forma las situaciones o a ver las cosas desde otro punto de vista, y gracias a este nuevo enfoque salir fortalecido de ellas, pero no directamente como consecuencia de esa crisis, sino como resultado de las soluciones que ha aplicado la persona ante ella.

–¿Cómo se puede afrontar un periodo de crisis y salir airoso?

–Para superar una crisis existencial necesitamos encontrar un nuevo significado o reconstruir el valor que le habíamos dado anteriormente a nuestra vida. Y esta tarea no es fácil de comprender para nosotros ni para las personas que nos rodean. Así que, sigamos la estrategia que sigamos, debemos procurar formular todas las opciones posibles de respuesta, intentando no posicionarnos ni focalizarnos en el lado negativo de esta experiencia, ya que todas las situaciones que vivimos siempre tienen dos lecturas, una buena y otra no tan buena. Depende de la perspectiva. Porque al final, como diría la escritora Daniela Rivera Zacarías, “existe un breve momento en la vida en el que te sientes más perdido que nunca, pero ese momento también es el principio de un nuevo encuentro contigo”.

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