Agoeiro, el islote del tesoro vigués

La curiosa historia del “hermano pequeño” de las Cíes, que ha sido noticia estas Navidades por el alto precio de sus percebes

Islote de Agoeiro y carta náutica actualizada con posición del mismo.

Islote de Agoeiro y carta náutica actualizada con posición del mismo. / FDV

Rafa López

Rafa López

A media milla de la isla de San Martiño (isla sur de Cíes) se encuentra el islote Agoeiro. Un pequeño islote coronado por un faro blanco rematado en rojo, de difícil acceso y que ni está habitado ni se puede visitar, pero que forma parte del Parque Nacional marítimo-terrestre de las Islas Atlánticas, aunque quizá sea el islote menos conocido de todas las islas que lo conforman.

Agoeiro ha sido noticia en este mismo diario hace escasos días por el precio de sus percebes: 250 euros el kilo en la lonja, un día en el que se sacaron 40 kilos de sus rocas. Pero no solo percebes. Sus aguas rompientes también surten a los pescadores de lubina salvaje entre otras especies muy cotizadas, y es que la extracción o la pesca en los alrededores del islote se hacen muy difíciles (incluso con buen tiempo) por sus duras rompientes al estar rodeado todo el islote de bajos: los peligrosos Castros de Agoeiro, entre otros.

Percebeira en Agoeiro.

Percebeira en Agoeiro. / FDV

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El precio del percebe de Agoeiro se disparó por Navidad e igualó su tope histórico, a 250 euros el kilo, informó el 18 de diciembre David García en la edición de Morrazo de FARO. En la imagen, una percebeira muestra el preciado marisco extraído por ella en Agoeiro.

Etimológicamente el nombre “agoeiro” sería un canal de desagüe, por eso no de extrañar que, dada sus rompientes y la peligrosidad de la navegación alrededor del mismo, los marineros que entonces pescaban por esa zona lo bautizasen como Agoeiro, en referencia a las vías de agua que producía en las embarcaciones.

De hecho, buscando en la hemeroteca, hay todavía casos recientes de marineros desaparecidos en esas aguas al volcar o hacer agua sus embarcaciones mientras faenaban.

Pero Agoeiro, además de rico en percebes y lubinas, es parte muy importante de la historia viguesa. En 1702 la flota anglo holandesa entra en la ría de Vigo para saquear los galeones procedentes de América, en teoría llenos de oro y plata. Lo que se sabe por los documentos de la época es que la mayor parte de ese cargamento, ante la llegada de los anglo holandeses, fue vaciado a tierra y transportado en carros a la Corte.

Sin embargo, todo parece indicar que una parte del botín sí fue robada por los anglo holandeses, ya que el barco inglés “Monmouth”, al mando del capitán Baker, se llevó uno de los galeones, también conocido como “la presa del Monmouth”. Y algo debía de haber a bordo, porque como nos recuerda el historiador Ramón Patiño en su artículo “Nuestra Señora de los Remedios versus Santo Cristo de Maracaibo”, al propio Baker lo enjuiciaron por perder esa captura, lo que obliga a pensar que sí llevaría a bordo un buen botín.

Hay dos momentos en que estos barcos que salen desde Rande rumbo a Inglaterra son atacados. Uno de forma manual y otro de forma artificial.

Cuando la flota llega a la altura de la playa de la Coya, lo que hoy conocemos como Alcabre, se lanzan desde el fortín allí existente los últimos cañonazos de la conocida como batalla de Rande. Ese fortín o castillo, lo recoge Gaston Leroux, autor de “El fantasma de la ópera” en su libro “La batalla invisible” (Ediciones Agoeiro, 2020, con prólogo del cronista de Vigo Ceferino de Blas), en el que detalla una guerra bajo las aguas de la ría para conseguir los tesoros de Rande, y precisamente el castillo de la playa de la Coya es el cuartel general de uno de los dos países que tienen la licencia para hacer prospecciones bajo las aguas viguesas.

Ese castillo o fortín con el tiempo fue una fábrica de conservas, y hoy se encuentra allí la que es la casa, a pie de ría, del que fue presidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa.

Y el segundo ataque, el artificial, de Vigo contra la flota que se lleva el botín, tiene como gran testigo al islote Agoeiro.

La flota con este galeón español apresado salió por lo que hoy conocemos como canal sur de la ría, es decir, el canal que se abre entre las islas Estelas y las Cíes. Se supone que el barco español iba remolcado por el “Monmouth”, ya que debía estar o bien medio desarbolado tras los ataques, o sin velas para poder navegar.

Sí se sabe por los escritos que el 6 de noviembre salían de Vigo por dicho canal y que el tiempo no acompañaba mucho, ya que había bastante mar y olas. A la altura de los Castros de Agoeiro, el buque remolcado, que no era otro que el “Nuestra Señora de los Remedios”, aunque a día de hoy muchos todavía quieren creer que era el “Santo Cristo de Maracaibo”, roza con esas piedras del islote.

Durante algunas horas intentaron tapar la vía de agua producida en el galeón español, hasta que definitivamente se hundió gracias al buen hacer de Agoeiro. Por el rumbo, supuesta velocidad (reducida) y tiempo de flote antes de hundirse, el pecio estaría ya en profundidades de entre 100 y 200 metros, de ahí la dificultad de encontrarlo por parte de las 15 expediciones que intentaron hallarlo.

Por ello este islote vigués bien podría llamarse “Agoeiro, el islote del tesoro”, porque no solo tiene los percebes a 250 euros el kilo y las mejores lubinas de la ría, sino porque un auténtico tesoro en oro y plata, todavía sin cuantificar, está cerca de él.

Playa y petroglifo

Hay pocos nombres similares al del islote, lo que lo hace aún más peculiar. Es conocida en Boiro la playa “Agoeiros”, un arenal de 160 metros, si bien sus aguas no son recomendadas para el baño por la cercanía de las industrias conserveras.

También en Boiro están los conocidos como petroglifos de “Laxe de Agoeiro”, muy cerquita de la ermita de San Ramón de Bealo, piedras prehistóricas en las que se representan una especie de serpientes y una cuarentena de cruces.

El último Agoeiro que podemos encontrar es una joven editorial viguesa que tomó el nombre precisamente del islote: Ediciones Agoeiro, y que en sus casi tres años de vida lleva publicados más de 60 libros, muchos de ellos relacionados con la ciudad de Vigo.

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