Entrevista | José Mª Eiros Bouza Catedrático de Microbiología y director del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid

“Vacunar de la gripe a los niños es una excelente medida de salud pública”

“Hay buena concordancia entre lo que la Organización Mundial de la Salud ha recomendado para la vacuna y el virus que está circulando”

José María Eiros Bouza.

José María Eiros Bouza. / FdV

Rafa López

Rafa López

José María Eiros Bouza es uno de los mayores expertos españoles en gripe. El microbiólogo de Mondoñedo se muestra optimista ante la vacuna de este año, que contribuirá a combatir una epidemia de gripe estacional atípicamente adelantada. Bouza, director del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid, esgrime los buenos datos del estudio de percepción sobre vacunación antigripal que ha publicado: la intencionalidad de la población gallega de vacunarse en la actual campaña antigripal es del 51% –cifra superior a la media española (49%)–, mientras que asciende al 80,4% en los mayores de 65 años.

–¿La pandemia de COVID ha aumentado la adherencia a la vacuna contra la gripe?

–La pandemia, a mi juicio, ha traído tres buenas actitudes. Hemos publicado un trabajo sobre la percepción de las personas en todas las comunidades españolas acerca de la vacunación. La percepción y la acogida de la vacunación es más elevada que en otras temporadas. En segundo lugar, ha contribuido a implantar métodos de diagnóstico microbiológico, que son muy necesarios, especialmente en invierno. La temporada de la gripe es del 1 octubre al 31 de marzo. En este contexto convive el SARS-CoV-2 con el virus de la gripe, del que hay cuatro tipos circulando, y otros como el virus respiratorio sincitial, que causa bronquiolitis. Es bueno que haya cultura diagnóstica. En tercer lugar, y esto es importante, en los segmentos de población que se vacunan con criterios de edad, los mayores de 65 años, se percibe una adherencia más intensa a la vacunación. Es una muy buena noticia. Tener cohortes de personas mayores que, de manera sistemática, se vacunan a lo largo de los años.

–Ha mencionado que circulan cuatro tipos de gripe. ¿Es lo habitual?

–En puridad, los virus gripales que conocemos son cuatro: tipo A, tipo B, tipo C y tipo D. El “D” es muy anecdótico. Del “C”, según nuestra experiencia en uno de los tres centros nacionales de gripe que tiene España, solo hemos documentado una decena de casos. El “D” y el “A” son los que realmente circulan. El “A” es el más importante, y los dos tipos que circulan son el H1N1 y el H3N2, ambos incluidos en las recomendaciones vacunales de la Organización Mundial de la Salud para la composición de las vacunas antigripales, que son diferentes para el hemisferio norte y el sur. Estas recomendaciones se emiten cada año a mediados de febrero por la unidad de enfermedades víricas de Ginebra. Las compañías multinacionales que fabrican vacunas antigripales siguen este patrón.

–¿Y el virus “B” de la gripe?

–Más que de subtipos, en el virus “B” de la gripe hay que hablar de linajes. Tiene dos, el Victoria y el Yamagata. Estos dos linajes se incluyen también en las vacunas, de modo que las administradas habitualmente a la población son tetravalentes: tienen fragmentos de hemaglutinina, que es un antígeno del virus, de estos cuatro tipos, frente a los cuales la persona vacunada desarrolla anticuerpos, una respuesta inmunitaria de tipo humoral, activando los linfocitos B. Perdón, creo que esto es demasiado técnico, aunque nunca se sabe... [risas].

“Los cambios que va introduciendo el virus son todavía muy pequeños”

–En definitiva, ¿se ha dado en el clavo con la vacuna? ¿Hay una buena concordancia entre la cepa de la gripe circulante en España y las cepas incluidas en la vacuna antigripal?

–Es muy interesante. Esto no siempre ha sido así en todas las temporadas. Pero hasta donde somos capaces de ir monitorizando, este año, cuando aún nos quedan tres meses de temporada de gripe, de momento la concordancia entre las cepas incluidas en la vacuna y lo que los centros de virología vamos secuenciando, es elevada. Cada año se produce deriva antigénica: los virus, en la medida en que replican, experimentan cambios en su genoma. Afortunadamente para el ser humano, los cambios que va introduciendo el virus en su avance por la población, son todavía muy pequeños, por eso hay buena concordancia entre lo que la OMS ha recomendado para la vacuna y lo que está circulando. Es una buena noticia.

–¿En la pandemia se han publicado varios estudios sobre eficacia de las vacunas contra el COVID. ¿Hay estudios de eficacia frente a hospitalización de la vacuna contra la gripe?

–Sí, en otras latitudes. Aquí todavía es pronto para hacer estudios de eficacia, de enfermedad prevenida. Eso se ve siempre a toro pasado. La red canadiense, que es muy robusta en vigilancia de gripe, ha publicado estudios de efectividad de hace dos temporadas, y ahí la efectividad fue baja, no sobrepasaba el 40 por ciento. Pero, aunque pueda parecer poco, más vale algo que nada. Nosotros damos por buena una efectividad vacunal que se sitúa en torno al 60 o 65%. Basándonos en la concordancia existente entre los virus secuenciados esta temporada y lo recomendado en la vacuna, podemos presumir que, de seguir así, la eficacia puede ser buena.

–Entiendo.

–Luego hay estudios de inmunogenicidad, que consiste en ver cómo responden, por ejemplo, personas institucionalizadas, mayores, a una determinada vacuna. Nosotros siempre hemos apostado por que a las personas de más de 65 años se les den vacunas de inmunogenicidad aumentada, que tienen en su composición algún elemento que permite potenciar la respuesta inmunitaria. En este sentido, hemos obtenido ya las segundas muestras de nuestros pacientes, y en un plazo de 4 a 6 semanas tendremos resultados.

–Este año ha sido novedad la decisión de Galicia, además de Andalucía y Murcia, de vacunar contra la gripe a los niños de 6 meses a 5 años.

–Es una excelente noticia para el sistema sanitario y para los niños gallegos y sus padres. Hay que tener en cuenta que, si se leen los textos clásicos de medicina y lo que escribe nuestro grupo en los libros médicos en lengua española, siempre hemos sostenido que la gripe es una enfermedad que complica a personas de edad avanzada y que tiene alguna enfermedad de base. Vacunar de la gripe a los niños, como hacen países de nuestro entorno como Reino Unido, es una excelente medida de salud pública. Aplaudimos la decisión de Galicia y de otras pioneras, y hay más que se irán sumando. El Consejo Interterritorial de Salud de noviembre ya lo recomendó, de acuerdo con lo emanado de la Ponencia de Salud Pública, que es donde se reúnen los directores generales de salud pública de las 17 comunidades autónomas, Ceuta y Melilla. Siempre nos ha parecido una medida muy eficiente en salud pública, y hay estudios de coste/efectividad que la avalan: hay que mirar el balance entre el coste y, además de las complicaciones médicas, el absentismo escolar de los niños y el absentismo laboral de sus padres y cuidadores.

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–La temporada de gripe se ha adelantado. ¿Es posible que haya un segundo pico de gripe en los próximos meses, el habitual que se solía producir en enero antes de la pandemia?

–Nadie sabe lo que va a ocurrir en gripe. Lo que sí se sabe es lo que usted señala, que veníamos de una intertemporada en la que los virus gripales, lejos de estar ausentes, circulaban. Aquí, en Castilla, tuvimos brotes entre pacientes institucionalizados en el mes de agosto, lo que para nosotros era muy novedoso. En las últimas 40 temporadas no habíamos asistido a este fenómeno. Esto se deriva de que, tras dos temporadas gripales con poca circulación, el número de personas que se han inmunizado de manera natural ha bajado. No sabemos cómo va a evolucionar.

-¿El coronavirus SARS-CoV-2 ha modificado el ciclo estacional de la gripe y del virus respiratorio sincitial (VRS) para siempre, o todo volverá a su sitio?

-Esta pregunta hay que responderla desde dos ópticas. Una es la interferencia viral, la competitividad por un huésped de distintos agentes, que tienen receptores celulares diferentes y por tanto no es raro que una persona pueda infectarse con varios virus respiratorios, así lo publicamos antes de la pandemia con los rinovirus y enterovirus, el VRS, los metapneumovirus y la gripe. Documentamos que 1 de cada 5 niños menores de 4 años en Castilla afectados por el virus de la gripe tenían una coinfección por otro virus respiratorio. En segundo lugar, modelizar la tendencia del protagonismo de los diferentes agentes es algo que nos queda por hacer. Cuando tengamos una visión firme de cómo han ido evolucionando las distintas olas lo publicaremos. Sabíamos que, en el contexto de las pandemias de gripe, el VRS alteraba su aparición: si siempre el VRS es como el heraldo de la gripe, antecede la aparición del virus de la gripe en unas semanas, cuando ocurrió la pandemia de gripe en 2009 fue al revés: apareció el virus pandémico, y el respiratorio exhibió actividad más tarde. Tenemos que monitorizarlo, porque los picos no son iguales, pero las redes de información son bastante sólidas en el mundo más desarrollado. No es lo mismo África que Europa o Norteamérica.

–Suele decir usted “queda un día menos para la próxima pandemia”. La atención parece haberse desplazado a los coronavirus. ¿La próxima pandemia será de gripe?

–Lo digo por lo que leo y por lo que estudio. Fíjese, hay un estudio muy bonito de Anthony Fauci y David Morens que dice que desde el año 1500 ha habido 14 pandemias de gripe. El intervalo de aparición más corto es de 6 años y el máximo lo sitúa en 149. Pero si se calcula, en cada generación, cada 32 años y medio, ha ocurrido una pandemia. Si eso se mantiene, y no hay por qué pensar que no, en algún momento tendremos pandemia de gripe. El mensaje positivo es que hay que trabajar conjuntamente con las redes de vigilancia animal para delimitar qué virus, tanto en aves como en otros reservorios animales, pueden exhibir un potencial pandémico. Que la pandemia nos haya enseñado a reforzar las redes de vigilancia es una gran noticia.

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