¿Y si la tecnología fuera capaz de detectar la reacción de miedo que se produce en una mujer maltratada ante una situación de peligro y enviar de forma automática una alerta para protegerla del agresor? Este proyecto ya está en desarrollo en España y uno de sus investigadores acaba de convertirse en el primer hombre en ganar el premio de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género a la mejor tesis doctoral sobre violencia contra la mujer.

José Ángel Miranda Calero, doctor en Ingeniería Electrónica Industrial y Automática por la Universidad Carlos III de Madrid e investigador en L’École polytechnique fédérale de Lausanne(EPFL), trabaja en un sistema tecnológico capaz de detectar el miedo en las víctimas de violencia machista. Se trata de una pulsera y un colgante equipados con sensores que registran la voz y diversas variables fisiológicas de las mujeres. Conectados a un teléfono inteligente, cuando el sistema interpreta que los parámetros registrados son indicativos de una situación de riesgo, manda una señal de alarma.

La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ha reconocido el trabajo de Miranda Calero por su "rigor técnico y analítico" a la hora de desarrollar "de forma impecable un proyecto con gran utilidad práctica que, además de proporcionar una tecnología innovadora y necesaria para avanzar en la protección de las mujeres víctimas de violencia que están en situaciones de riesgo, mantiene en todo momento la perspectiva de género".

'Clasificación del miedo usando computación afectiva, información fisiológica, y dispositivos portables e inteligentes para ayudar a combatir la violencia de género' se titula la tesis premiada. El trabajo del investigador se desarrolla en el seno de UC3M4Safety, un equipo multidisciplinar de la Universidad Carlos III de Madrid que se dedica a la detección, prevención y lucha contra la violencia de género dirigido por Celia López Ongil. La de Miranda Calero es la primera tesis doctoral que produce UC3M4Safety.

"A nivel técnico y de tecnología, lo que hacemos es usar distintos dispositivos 'wearables', pulsera y colgante, que registran información fisiológica y física, tanto el audio del entorno como la propia voz de la usuaria o de las personas que la están rodeando. Con estas variables, usamos inteligencia artificial para detectar las emociones de las usuarias y a través de una aplicación en el móvil podemos fusionar esa información y elevar una determinada alarma a diferentes sitios, a un círculo guardián, por ejemplo", explica Miranda Calero en conversación con El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica.

Los sensores de la pulsera y el colgante monitorizan el movimiento y la información cardíaca, de conductividad de la piel y de la temperatura de la piel. En paralelo al desarrollo de estos dispositivos, se han elaborado bases de datos con registros (tomados en laboratorio, con simulaciones de realidad virtual, y en la vida real) de las respuestas fisiológicas de mujeres maltratadas y también de otras que no son víctimas, con el objetivo de entrenar y perfeccionar los algoritmos de inteligencia artificial de este sistema tecnológico para que pueda saber interpretar situaciones de crisis.

"El principal objetivo es llegar a entender los mecanismos de activación emocional, en este caso el miedo, en las víctimas de violencia de género", sostiene el ingeniero.

Los dispositivos (pulsera y colgante) cuentan con un botón del pánico para pedir ayuda, pero la clave está en su respuesta automática cuando la víctima se encuentre en peligro, ya que puede haber situaciones complejas en que no pueda utilizar las manos o situaciones bloqueantes. El sistema debe ser capaz de leer el peligro en la respuesta fisiológica de la mujer para ser capaz de enviar la voz de alarma sin que ella haga nada.

Todo empezó en la India

La implicación de Miranda Calero con el combate contra las violencias machistas comenzó en 2016. El equipo de UC3M4Safety se topó con "un problema bastante grave: el de la violencia de género" y se puso a pensar cómo la tecnología podía ayudar a combatirla o prevenirla.

En ese camino, tuvieron conocimiento del concurso Xprize, que premia con un millón de euros soluciones innovadoras a retos sociales. Y decidieron presentarse con un proyecto para prevenir la violencia sexual en la India: el sistema Bindi 1.0, un prototipo de 40 dólares que permitía avisar en menos de 90 segundos cuando estaba ocurriendo una agresión.

Llegaron hasta la semifinal, viajaron a Bombai donde compitieron con "productos bastante fuertes y universidades estadounidenses muy potentes" y volvieron a España "habiendo aprendido mucho y con ganas de seguir empujando la idea". Bindi y la India son el origen de todo el desarrollo posterior.

En 2019, el equipo se presentó a distintas convocatorias públicas y consiguió que la Comunidad de Madrid confiara a la Carlos III el proyecto "Empatía-CM" (Protección integral de las víctimas de violencia de género mediante computación afectiva multimodal).

El objetivo del mismo es entender las reacciones de estas víctimas ante situaciones de peligro, generar mecanismos de detección automática de estas situaciones y estudiar cómo reaccionar de forma integral, coordinada y eficaz para protegerlas de la forma más óptima posible.

Además, han obtenido ayuda de la Agencia Estatal de Investigación para desarrollar una "prueba de concepto" de pulsera y colgante, un prototipo "más vestible y discreto" que sea aplicable, se pueda usar y consiga una alta precisión de la detección de estas situaciones de miedo. Miranda Calero espera que el año que viene se pueda hacer una prueba piloto en la Comunidad de Madrid para testar su eficacia y la posibilidad de integrarlo en un protocolo general de actuación.

El ingeniero incide en que las víctimas forman parte del diseño del sistema desde el primer momento, con el fin de adaptarlo a sus necesidades y evitar revictimizaciones.

Una tecnología desfasada

En España, la tecnología que se emplea para la protección de las víctimas de violencias machistas data de 2009. Se trata de los dispositivos Cometa, las pulseras de control telemático de los maltratadores. Hay casi 3.000 en funcionamiento y la licitación asciende a 12 millones de euros.

"Estos brazaletes llevan una tecnología que está, por decirlo de una manera suave, desactualizada. Se basa en la geolocalización, no tiene ningún otro tipo de sensor o de actuador. Dan falsos positivos, falla la batería. (...) Al mismo tiempo, los consumidores llevamos en la muñeca y en el bolsillo tecnologías con una capacidad de cómputo y con un poder de monitorización tremendos. A nivel institucional, para un problema que a día de hoy cuenta con 700.000 víctimas registradas en Viogén, estamos usando una tecnología basada en 2009. Algo está fallando", denuncia.

El equipo investigador de la Carlos III se ha reunido con distintas instituciones, incluida la Policía Nacional, para explicar su proyecto. Ahora, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ha premiado la idea que, más pronto que tarde, será una realidad.