Mónica fue víctima de ‘pornovenganza’ a los 16 años. Acabó con la vida destrozada cuando difundieron un vídeo sexual en el que aparecía ella sin su permiso. "Se encerró en casa. No quería salir con sus amigas y tampoco de su habitación. Dejó de comer. Sentía tanta culpa y vergüenza que dejó los estudios. Costó año y medio que volviera y sus padres le cambiaron de centro. Y la respuesta del instituto fue que ‘tenía que haberse controlado y no grabarse’".

Cinco años después de aquello, Mónica sigue yendo a la psicóloga de la asociación Alanna. Chelo Álvarez es psicoterapeuta y presidenta de la organización. Cuenta que ese es uno de tantos casos que trata, y denuncia que "quien difunde un video por hacer la gracia puede producir que una chica acabe durante años con pastillas para la depresión, autolesiones e intentos de suicidio".

La ‘pornovenganza’ es un delito tipificado en el código penal. Es acoso. Y es una forma de violencia contra las mujeres. Suelen perpetrarla exparejas, y se trata de la filtración de un video íntimo sin consentimiento, con el objetivo de hacer mucho daño. Y muchas veces lo consiguen. Las penas por este delito varían en función de la gravedad de las consecuencias, pero algo importante es que son igual de duras para quien filtra el vídeo y para quien lo difunde a otras personas.

En Instagram y Facebook

Según un estudio del Observatorio de Violencia Digital del Gobierno, la ‘pornovenganza’ es el delito de violencia digital más común, y lo es cada vez más entre mujeres de 18 y 24 años. Es más, Álvarez afirma que está creciendo mucho entre las chicas menores de edad, que son el 5%. Este delito acapara el 35% de los casos, seguido del ciberacoso (30%) y las publicaciones sin consentimiento de datos personales (15%). Los canales donde más se cometen estos delitos son Instagram (35%) y Facebook (35%).

Para este tipo de delitos digitales el Gobierno cuenta con el teléfono 017. Es gratuito y está disponible las 24 horas. Cuenta con personal para perseguir y penar los delitos que se cometen en la esfera digital.

Ángela Escribano es asesora de Delegación del Gobierno para la violencia machista, y remarca que, aunque la mayoría de mujeres víctimas no denuncian y prefieren olvidar, hay que hacer todo lo contrario. "Es necesario dar un paso adelante, hay que recopilar toda la información que se pueda, guardarla, y buscar ayuda para denunciarlo", explica. La gran mayoría de denuncias son de mujeres de 45 a 60 años.

Pero no solo hay que concienciar a los alumnos, Álvarez reivindica que también se hable con los maestros. "Los institutos no tienen ningún protocolo de actuación para estos casos. No saben qué hacer, y de hecho, normalmente la que acaba cambiándose de instituto por la culpa y la vergüenza que siente es ella ¡No el agresor! Ella se va, y él se queda. Y lo decimos por experiencia, en base a los casos que llegan a la asociación", denuncia.