El director del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Luis Enjuanes, afirmó que la pandemia por el SARS-CoV-2 es “la más mortífera”, según los datos disponibles en la actualidad debido a su rápida evolución antigénica y a la falta de inmunidad de la población frente al mismo. Enjuanes se pronunció así en el marco del XVI Congreso Nacional del Laboratorio Clínico, que se celebra en Málaga.

“Que sea la más mortífera no implica que el virus haya causado la muerte a un porcentaje alto de las personas infectadas, que ha estado por debajo del dos por ciento, sino que el virus se ha diseminado con mucha facilidad”, dijo.

Las principales características de este coronavirus son la alta variabilidad del virus, su politropismo, es decir, que puede infectar a todos los tejidos del cuerpo humano, y que requiere una inmunidad en las mucosas respiratorias al entrar por estas vías, algo que no se induce eficazmente por inmunización intramuscular.

Asimismo, Enjuanes mencionó la investigación que lidera sobre la vacuna intranasal contra el COVID. “Se basa en un RNA autorreplicativo que puede amplificar la dosis más de 1.000 veces. Se administra por vía intranasal para inducir inmunidad en mucosas respiratorias, e incluye varios antígenos del virus, todo lo cual aumenta su eficacia determinada por el momento en el modelo del ratón humanizado”, argumentó.

En el encuentro se va a tratar el COVID persistente, el cual afecta a aproximadamente un 10% de las personas infectadas, siendo los síntomas más comunes aquellos asociados a alteraciones del sistema nervioso, respiratorias, circulatorias y musculares, que afectan significativamente a la calidad de vida de estos pacientes.

La guía clínica para la asistencia de estos pacientes define esta condición como un complejo sintomático multiorgánico que afecta a aquellos pacientes que han padecido COVID (con diagnóstico confirmado por pruebas de laboratorio o sin él) y que permanecen con sintomatología tras la considerada fase aguda de la enfermedad, pasadas 4 e incluso 12 semanas, persistiendo los síntomas en el tiempo.

En este sentido, uno de los responsables del Comité Científico del Congreso, Luis García de Guadiana Romualdo, explicó que el informe ‘CiberPost-COVID’, encargado por el Ministerio de Sanidad, incluye como criterio para definir el COVID persistente la demostración de un diagnóstico previo de infección aguda. “Esta distinción ha generado polémica, especialmente entre las asociaciones de pacientes, dado que supone dejar fuera a un elevado número de pacientes sin diagnóstico de laboratorio, especialmente durante la primera ola, cuando el acceso a este tipo de pruebas era limitado”, apuntó.