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La inflación frena la caridad de los jóvenes: “Antes donaba mi ropa, ahora la vendo”

La subida de precios lleva a una parte de la población a ofrecer por un valor en internet prendas y calzado que antes entregaba a la beneficencia o regalaba a amigos y familiares

Una vendedora de ropa por internet fotografía una de sus prendas. M. C.

El alza desbocada del coste de la vida está mudando por completo los hábitos de una buena parte de gallegos, sobre todo jóvenes. El desorbitado precio de la luz, del combustible, de los alquileres y de los alimentos, entre otros frentes, provoca la necesidad de obtener ingresos adicionales a través de nuevas vías. Una opción para un sector de la población es la venta de su ropa por medio de internet, prendas que tan solo unos meses atrás donaban a la caridad o regalaban a familiares y amigos.

“Tengo muchos bolsos, ropas, etc. que no pongo, otros los puse escasas veces y algunos están sin estrenar; hasta hace poco los donaba, nunca me había planteado vender, pero ahora un dinero extra viene bien”, relata a FARO Laura, una joven de A Coruña que oferta 70 artículos, entre vestimentas, complementos y calzado, en una conocida aplicación móvil para tal fin, Vinted, desde hace unas dos semanas. Su motivación radica en el aumento de los precios: “Las facturas, el alquiler, la comida... suben, pero mi sueldo sigue siendo el mismo desde hace cinco años: antes podía ahorrar 400 euros al mes, ahora, 200 como mucho, y eso me preocupa bastante”, sentencia.

"Las facturas, el alquiler, la comida... suben, pero mi sueldo sigue siendo el mismo desde hace cinco años: antes podía ahorrar 400 euros al mes, ahora, 200 como mucho, y eso me preocupa bastante"

Paula - A Coruña

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Manuel, de Vigo, tiene claro que, tal y como se presenta la situación actual, se ve obligado a “sacar algún beneficio por algún lado”. Es por ello que se creó un perfil en la antedicha app hace una semana “recomendado por un familiar”. Hasta el momento, ha subido 25 artículos de diversas marcas y categorías: “Jamás se me había ocurrido antes vender nada, solía regalar todo o incluso tirarlo al contenedor”. Este vigués también ha expuesto un escaparate virtual –con otro tipo de objetos– en otra aplicación de venta de segunda mano, Wallapop, para dilatar su economía particular.

Una historia de naturaleza semejante se esconde tras el avatar impersonal de Ángela, también vecina de la ciudad olívica, que ha estrenado su periplo en Vinted hace casi dos semanas con dos chaquetas, de 65 y 120 euros, respectivamente. “Antes donaba mi ropa en los contenedores de recogida, pero ahora la vendo porque todo está muy caro; prefiero ofrecer a otros lo que uso muy poco o no uso a seguir coleccionando prendas, además, tampoco puedo permitirme muchas compras por los precios”, expresa esta estudiante.

"Antes donaba mi ropa en los contenedores de recogida, pero ahora la vendo porque todo está muy caro"

Ángela - Vigo

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Lejos de comprenderse como una coyuntura aislada, son numerosos los jóvenes gallegos que se asoman a estas vidrieras digitales para tratar de contrastar la inflación –situada en el 9,2 % interanual en Galicia en el mes de septiembre tras experimentar una ralentización de su crecimiento– Cristina, con medio centenar de efectos personales en su armario virtual, es otra brigantina que, a pesar de contar con un empleo, precisa de un suplemento monetario para hacer su vida más fácil: “En los últimos meses he tenido que poner a la venta bastantes prendas que no tenía pensado vender por sacar un dinero extra”. Al igual que en los anteriores casos, esta joven optó por dejar a un lado la beneficencia: “Antes solía donar mi ropa o regalársela a amigas”, detalla a FARO. Del mismo modo, el freno al consumo también parece haber tocado de lleno al conocido outlet de origen lituano: “He notado que hay una bajada en cuanto a las compras: no hay tantos compradores como antes y los que hay buscan precios muy reducidos”, analiza esta coruñesa.

En los últimos tres meses, un 19,8 % de los usuarios gallegos de internet ha vendido alguna suerte de bien o servicio a través de la red, lo cual se traduce en cerca de 400.000 personas, una tendencia que cada vez se explora más, a tenor del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Contenedores de ropa

Contenedor de recogida de ropa de Cáritas en Vigo. Ricardo Grobas

En Cáritas, una de las organizaciones cabecera en la recogida y gestión de la ropa usada en España, sus datos concretamente para la diócesis de Tui-Vigo no han sufrido un cambio sustancial en los últimos meses, probablemente porque su público más fiel no suele estar presente en las plataformas de venta de artículos, según señalan desde la estructura perteneciente a la Iglesia católica. Tras registrar unas cifras más escuetas durante los meses de verano –junio, julio y agosto–, en septiembre, la cantidad de residuo textil reunido remontó hasta situarse en algo más de 106 toneladas, el segundo mejor guarismo del año después del de mayo, cuando se recolectaron alrededor de 111 toneladas.

Tras registrar unas cifras más escuetas durante los meses de verano, en septiembre, la cantidad de residuo textil reunido por Cáritas en Tui-Vigo remontó hasta situarse en algo más de 106 toneladas

Sin embargo, desde Humana Fundación Pueblo para Pueblo, con 363 contenedores en Galicia y sede en Santiago de Compostela, apuntan a una reducción de la cuantía de textil almacenado: “Hemos advertido que llega un poco menos de ropa, hay gente que ahora la vende on-line y hay otra que la aprovecha más debido a la crisis”.

Un panorama semejante se percibe en la Institución Benéfico Social Padre Rubinos, que dispone de 120 depósitos en la ciudad de A Coruña: “Llega más o menos la misma ropa, pero sí que hemos percibido que viene más desgastada, más vieja, la gente la aprovecha más, y actualmente no hemos recibido muchas prendas de invierno, cuando lo normal es que en esta época entren más”.

Deberes de Europa para 2025: una recogida separada de los residuos textiles

Según Cáritas, en España, cerca de un millón de toneladas de textil acaba en los vertederos. La Comisión Europea corrobora este número: un 87 % de las prendas termina en basureros o incineradas directamente. Además, este organismo sitúa en alrededor de 11 kilogramos la cantidad de ropa tirada por los europeos; en nuestro país, diversos estudios elevan esta cifra hasta los 12-14 kg.

Para evitar este despilfarro y a favor de una economía circular, la Unión Europea obligará a todos los estados miembros a establecer una recogida separada de los deshechos textiles antes del 1 de enero del 2025, a raíz de la nueva directiva sobre residuos aprobada en el 2018, la cual contempla, asimismo, iniciativas para tratar la presencia de sustancias químicas peligrosas en los tejidos y para ayudar a los consumidores a elegir vestimentas sostenibles.

El Congreso aprobó en consonancia con esta directiva, y de aplicación en cada municipio, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados –entró en vigor en abril de este año–, que además prohíbe, en condiciones ordinarias, la destrucción de aquellos excedentes no perecederos que no fueron vendidos: “Dichos excedentes se destinarán en primer lugar a canales de reutilización, incluyendo su donación, y cuando esto no sea posible, a la preparación para la reutilización o a las siguientes opciones de la jerarquía de residuos”, reza la norma.

Este reto marcado para el 2025 urge. Uno de los datos más justificativos, entre una infinidad, radica en que la producción textil, mediante los tintes y los productos de acabado, es la responsable de alrededor del 20 % de la contaminación de agua potable en todo el mundo.

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