Son alrededor de las ocho de la tarde de un sábado. En una casa de turismo rural de Vilaboa (Pontevedra) un grupo de amigas y amigos celebra una despedida de soltera. Acaban de regresar de una trastada con la novia en las salinas de Arcade ante público desconocido. Al entrar en la vivienda, a la futura esposa, María, una joven gallega afincada en Bilbao, le espera una silla adornada con flores en la que le invitan a sentarse.
Excepto ella, todo el mundo sabe que le espera un show especial. No será la típica actuación al uso de un sexyboy. Durante cerca de una hora se sucede un espectáculo teatral calibrado con danza del vientre, poesía, monólogos, alguna escena erótica y un número musical de chotis con personajes que presentan diversidad de género; en definitiva, un cabaret queer de sobresaliente del teatro gallego.
Al remate de la actuación, los cuatro actores son ovacionados y cuando cesan los aplausos se entabla conversación. Uno de los que más habla es Nico. La novia de la despedida tiene los ojos agigantados. “La última vez que la vi era una chica de rasgos dulces. Ahora es un hombre, Nico. Estudiamos en la Escola Superior de Arte Dramática (ESAD)” de Vigo, comenta.
Tanto Nico como sus otros tres compañeros forman parte de la compañía teatral Marinita y sus maromas, asentada en Vigo. La conforman Leonor Sangabriel, Nicolás Martínez, Carolin Sanders, Roberto Casal y Edu Domínguez.
En 2014 nació esta agrupación teatral. “En un comienzo eran espectáculos de travestis, drags y playbacks para poco a poco ir teatralizándolo con un guion que iba uniendo los números musicales y personajes. Además de la comedia de enredos lo abrimos a espectáculos de cabaret, de variedades”, explica Nico.
Su compañero Rober señala que “usar el trasvestismo para crear nuestros personajes lo tenemos desde siempre. Se ven personajes con rasgos muy ambiguos que viven de forma natural temáticas de género pero no queremos que sea lo más relevante de la historia; lo que queremos es normalizarlo”.
Por ello, tienen clara su función social. “Queremos que el público vea como normal que una mujer tenga características masculinas o que hable con voz grave, que mujeres se enamoran de mujeres o que haya hombres con apariencia de mujeres. Por su puesto, hacemos crítica social en nuestras comedias. A nuestros espectáculos vienen niños a veces a vernos. Para nosotros es muy importante que desde niños se vea esa normalidad: poder ver a una persona con rasgos masculinos vestido de forma superfemenina”, reflexiona Nico.
En cuanto a los espectáculos de despedida de soltera y cumpleaños, aclara que comezaron de casualidad: “Normalmente la gente que nos contrata es gente que nos ha visto y que quiere hacer un evento un poco diferente. Nosotros trabajamos principalmente en el teatro”.
Reconocen que muchas reivindicaciones que plasman en la dramaturgia de sus espectáculos –si quieren ver a la compañía, estén atentos a sus redes sociales; su sala ahora mismo es la del auditorio del Centro Cívico de Teis en Vigo una vez al mes– nacen de su propia experiencia personal. “Si exponemos lo que exponemos es porque dentro de nuestro colectivo hay unas vivencias, tiene unas necesidades de hablar de unas cosas que para nosotros son importantes”, recalcan.
Pero, ¿hasta qué punto estas actrices y actores llevan bien que les pregunten por su identidad sexual? Edu Domínguez señala que no le molesta decirlo mientras que Nico plantea que es “necesario” hablar de esta cuestión.
“Soy una persona trans y en nuestro colectivo hubo gente que vivió experiencias muy traumáticas. Si a estas personas les estás todo el rato preguntando cómo lo lleva, le haces volver a un trauma. Por eso, la gente que tenemos una experiencia positiva en tema de diversidad tenemos la obligación de hablarlo para visibilizarlo”, confiesa.
Muy conectado con lo anterior, Carolin agrega que “el peso de nuestro espectáculo no está en mostrar un drama de tu orientación sexual, ni de tu aspecto o género. Lo importante es que eres una persona a la que le pasa algo. Es importante que nosotros, a quienes no nos importa mostrarlo y hablar de ello, lo normalicemos”.
No obstante, también reconocen que hay gente a la que le molesta estar dando explicaciones todo el rato de su género u orientación sexual. “Yo soy bisexual –señala Roberto– desde hace poco tiempo. Ahora mismo no sé cómo me identifico pero si me preguntan de buenas a primeras si soy bisexual mando a la porra a esa persona”.
Carolin da una clave: “Si no estás seguro y no quieres ofender, puedes decir: ‘Hola me llamo Carol; mi pronombre es ella, tú cómo te llamas’. Es menos invasivo”.