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Salud mental

Asturias, donde más se recetan antidepresivos y ansiolíticos, ultima un plan que rebaje su uso

Una campaña del Principado pondrá el acento en mejorar los estilos de vida y recurrir a medicamentos solo cuando fracasa esa fórmula

La Consejería de Salud de Asturias está ultimando una estrategia encaminada a reducir el consumo de psicofármacos, de manera particular entre la población femenina. La decisión de elaborar e implantar un plan de acción se adoptó a raíz de un estudio que ha desvelado que cuatro de cada diez mujeres asturianas consumen medicamentos antipsicóticos, ansiolíticos, hipnosedantes o antidepresivos, y que lo mismo hacen dos de cada diez hombres.

Ese mismo informe –llevado a cabo por la Consejería de Salud, el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado (ISPA) y el Servicio de Salud (Sespa)– puntualiza un dato muy preocupante: el Principado es la comunidad española en la que más se recurre a este tipo de tratamientos. Los niveles de consumo se han incrementado de manera notable –un 11 por ciento, tanto en hombres como en mujeres– durante la pandemia de covid, con un particular aumento en la franja de 15 a 29 años.

Los datos del estudio y el desglose de los mismos por áreas sanitarias fueron publicados por La Nueva España el pasado 5 de agosto. Las mayores tasas de uso de psicofármacos se registran en las cuencas mineras del Caudal y del Nalón. Las más bajas, en Oviedo y el centro de la región. Entre las mujeres, los fármacos más empleados son los antidepresivos, consumidos por el 18,2 por ciento de la población femenina. Entre los hombres, figuran casi empatados antidepresivos y ansiolíticos, con aproximadamente un 8 por ciento de consumidores.

Según han informado a este periódico fuentes del Principado, desde la Consejería de Salud se trabaja en atajar esta situación desde diversos frentes. Para ello, ya se han constituido algunos grupos de especialistas cuya tarea consiste en integrar y hacer operativos los objetivos del Plan de Salud del Principado de Asturias 2019-2030, la Estrategia de Salud de las Mujeres, el Plan de Salud Mental y la Estrategia de Prevención del Bienestar Emocional.

También se aborda este problema desde la Dirección General de Política y Planificación Sanitaria de la Consejería, que está diseñando una campaña para promover el uso racional de medicamentos que se pondrá en marcha, previsiblemente, antes de que concluya este año. Una de las premisas de partida es que las sociedades actuales están cada vez más medicalizadas y se olvida con frecuencia que muchos problemas de salud pueden evitarse o corregirse simplemente con cambios en los estilos de vida –más ejercicio físico, una alimentación adecuada, dejar de fumar, una buena higiene del sueño...–, y que solo cuando estos fracasan está justificado recurrir al tratamiento con medicamentos.

El aumento, desde mediados de los años 90 del siglo pasado, del recurso a fármacos ansiolíticos, hipnóticos-sedantes y antidepresivos por parte de la población general es una tendencia que se viene produciendo en España y en otros países. En todo el mundo está siendo objeto de revisiones y debates por parte, entre otros, de las autoridades reguladoras y de los proveedores de asistencia sanitaria.

Según datos del informe del Ministerio de Sanidad "Consumo de psicofármacos en la prestación farmacéutica ambulatoria del Sistema Nacional de Salud (2019-2021)", Asturias registró el año pasado valores muy superiores a la media nacional en la utilización de psicofármacos, llegando a triplicar los contabilizados en otras comunidades autónomas, como Madrid o Navarra.

Buena parte de los estudios hacen énfasis en que existe un claro predominio femenino en estos consumos excesivos. Uno de los objetivos recogidos en el Plan de Salud de Asturias 2019-2030 habla de disminuir el consumo de fármacos psicotrópicos entre las mujeres.

Un caso real que ilustra una situación ampliamente extendida

"Ana llora sin consuelo en mi consulta"

Este es un caso real referido por un médico de Atención Primaria de Asturias. En el relato se han modificado algunos datos identificativos para preservar la confidencialidad.

"Ana, 37 años, trabaja en una tienda de ropa y tiene un hijo de cinco años. Acude a mi consulta un año después de la anterior visita, motivada por un contagio de covid-19. Entre la mascarilla y que perdió ocho kilos en los dos últimos meses, inicialmente no la he reconocido. Me dice que ahora está desesperada. Aparte de la pérdida de peso, no puede dormir por las noches; y, durante el día, tiene cuadros de llanto, agitación y la mayoría del tiempo siente pérdida de energía y un cansancio exagerado. Cierto que después de pasar el covid-19 estuvo unas semanas con cansancio, sensación de neblina mental, caída de pelo, le costaba concentrarse… Hicimos analíticas y otras pruebas que eran normales. Pero luego, durante las semanas siguientes, fue recuperando muy bien".

"Ahora es diferente. La veo desencajada, refiere sentimiento de inutilidad, que no puede concentrarse, que está ‘llorando por todas las esquinas’. Dice que todo empezó hace dos meses, cuando su jefa comunicó a sus empleadas que no podía pagarles porque la tienda tenía muchas deudas y pocas ventas. Les pidió que durante unos meses siguieran trabajando sin cobrar, a ver si podía recuperar la actividad normal de ventas para volver a pagarles".

"Lo cierto es que Ana ya tenía problemas económicos y familiares previos. Su marido pasa muchos meses al año en paro, pero su principal problema es la ludopatía. Los meses que trabajaba, en los tres primeros días fundía su sueldo. Además, Ana tiene un hermano consumidor de drogas, especialmente cocaína, al que ayudaba frecuentemente con el fin de que sus padres no se enterasen".

"Ana llora en mi consulta. A pesar de la caja de pañuelos de papel, no hay consuelo suficiente. Se encuentra desesperada por su situación. Le hablo de si se le han pasado por la cabeza ideas o pensamientos de autolesionarse o de quitarse la vida. Lo niega. La tranquilizo explicándole que no todo es tan pesimista; que, aunque lo vea ahora todo negativo o negro, la vida tiene escala de grises y saldrá adelante; y que para ello voy a ayudarla desde el punto de vista farmacológico. Seguro que en unas semanas podrá ver la vida con una perspectiva más optimista".

"Había tenido un proceso depresivo previo, hace cinco años, secundario al parto, que precisó tratamiento y evolucionó bien. En consecuencia, inicialmente vamos a repetir esa última analítica de hace un año y, a la vez, vamos a iniciar tratamiento con un fármaco antidepresivo, con pocos efectos secundarios, relativamente seguro como el que utilizamos para su depresión postparto. Al oír, se tranquiliza. Además, para esos periodos de agitación, usaremos puntualmente un fármaco ansiolítico. Le explico que, además, vamos a hacerle un seguimiento para ver la evolución. Un punto importante: debe procurar mantener la calma y recordar que los antidepresivos tardan unas semanas en conseguir los efectos deseados".

"Ana sale triste de mi consulta, pero en su rostro refleja un halo de esperanza ante su situación desesperada".

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