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Las manías salen del armario

Rosa Montero apunta en su último libro la abundancia de manías entre creadores | Varios confiesan a FARO las suyas: las gominolas de Pedro Feijoo; los juegos con matrículas de Ledicia Costas; cuadros contra la pared de Pulido; el ritual de Borrajo ante el escenario; el micro de Xabier Díaz o la almohada de Wöyza | Todos nos adelantan sus proyectos

De izq. a dcha. y de arriba a abajo: Moncho Borrajo, Wöyza, Pedro Feijoo, Ledicia Costas, Antón Pulido, Xabier Díaz y Diana Rodríguez

La periodista, escritora y psicóloga Rosa Montero ofrece en “El peligro de estar cuerda” (Seix Barral) un recorrido por las cosas bizarras de las personas. Como señala, el ensayo trata “de la relación entre la creatividad y ciertas extravagancias” para defender la abundancia de manías entre los creadores.

Al leer el libro, surge la duda de cómo diferenciar una manía de un hábito. La psicóloga social Diana Rodríguez explica dónde está el límite: “El hábito es una costumbre con un fin lógico. Una manía es una costumbre sin un sentido lógico en sí misma como poner el reloj en capicúa para levantarte”.

En las primeras páginas del libro, Montero ofrece otros ejemplos de manías: Kafka masticaba cada bocado 32 veces; Ágatha Christie escribía en la bañera. Sin embargo, quizás es otra la que más sorprende: una mujer “serena y sensata”, describe, recogía sus uñas cortadas guardándolas en cajitas de cerillas. Montero revela que cuando se divorció se las remitió a su marido.

Algo más divertido hace la escritora Ledicia Costas. Días atrás, escribía un tuit en el que describía que de pequeña tenía un truco cuando iba en coche.

Consistía en fijarse en matrículas y sumar los números pares e impares. Restaba la cifra más alta resultante a la más baja. Con el número final, buscaba la letra en el abecedario correspondiente. Imaginemos que era 12, entonces la letra en esa posición era la ele. Costas confiesa que a día de hoy lo sigue haciendo “todo el tiempo. Es algo inconsciente”, reconoce.

La psicóloga Social Diana Rodríguez explica que “son juegos para luchar contra el aburrimiento. Un chico de altas capacidades que atendía cuando se aburría jugaba con los números”.

“Tener manías no se debe ver como algo patológico. Casi todos tenemos alguna”

Diana Rodríguez - Psicóloga social

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Esta experta deja claro que “tener manías no se debe ver como algo patológico. Casi todos tenemos alguna”. Esclarece que se ligan a una enfermedad “cuando impiden un buen desarrollo en algún aspecto de la vida”.

Volviendo a Ledicia, otro juego que desarrolló fue aprender a leer las palabras de derecha a izquierda lo que en sus años mozos le podía servir para hacerse pasar por extranjera y lograr copas gratis en bares. “Una vez fingí ser rusa con un tipo que quería ligar conmigo y no me dejaba en paz”, recuerda entre risas una persona que señala vivir “en un caos controlable” (bastante desorden) y que tiene fobias con determinadas comidas como el pescado azul. “No lo soporto. Las sardinas, cero, no soporto ni el olor. Tampoco soporto las vísceras ni la comida que lleve sangre en su preparación”, apunta esta autora que en septiembre publica la quinta entrega de “Os minimortos”.

Ledicia Costas

Como adelanto, apunta que se titula “Ai que risa” con Penoso, un oso de peluche, como protagonista, a quien los Minimortos deben hacer reír.

Otoño promete para la escritora. “En octubre saco la novela que ganó el Lazarillo con Anaya y Xerais. Estoy a las puertas con la promoción que va a ser tan intensa y bonita por toda España”, adelanta. Para el público adulto también hay novedades. El próximo año sale nueva historia, “independiente y autoconclusiva”, aclara.

El escritor Pedro Feijoo

Quien también trabaja en nueva novela es Pedro Feijoo, que tampoco seguirá andanzas de personajes anteriores. “Tengo un plazo de entrega leonino”, añade: marzo del próximo año. Adelanta que en este libro “los de la familia FARO encontraréis espacios conocidos”.

Respecto a las manías, confiesa ser “soso” y tan solo cita el querer escribir siempre con pluma (heredado de su abuelo) y en cuaderno. Eso sí, cuando se encuentra ideando historias debe tener cerca unas gominolas o algo con azúcar.

El pintor Antón Pulido

El pintor Antón Pulido tampoco puede afrontar determinadas obras armado sin un objeto clave. “Cuando pinto retratos continuamente miro al espejo. Cuando el retrato se ve reflejado en él, veo si está bien hecho o no. Es como la prueba del algodón. En el espejo ves qué es lo que no funciona: si un ojo está más alto que otro, si están separados, si los volúmenes no están bien...”, explica el artista.

Además, cuando acaba de pintar un cuadro, le da la vuelta y lo pone contra la pared dejándolo ahí un mínimo de 10-15 días para “ver si dentro de dos semanas estoy o no contento con él”.

Posee este hábito-manía después de haber destruído varias obras porque en principio no le gustaban para después darse cuenta de lo contrario. “Cuando me preguntan dónde están, respondo ‘en paradero desconocido’. Para que no suceda eso, dejo un periodo de reflexión”, detalla el pintor quien admite que ha llegado a sufrir por haber eliminado algún retrato. El que está realizando actualmente es uno del académico Xesús Alonso Montero, encargado por la Real Academia Galega (RAG); al tiempo que prepara una próxima exposición para el año venidero.

Wöyza

En el terreno de la música, la cantautora Wöyza reflexiona que en el proceso creativo al crear una canción tiene la manía de escucharla continuamente en bucle para analizarla y dejarla reposar como Pulido con el cuadro, pasando sin escucharla 15 días para tomar perspectiva.

Sin embargo su manía más curiosa es llevar su propia almohada cuando viaja. “Soy muy maniática en general: no me puedo acostar sin un vaso de agua en la mesilla, me levanto para ver si el gas y la puerta están cerrados; la ropa debe estar doblada de una determinada manera y donde guardo los platos deben estar según su tamaño”, añade la música.

A la hora de comer, “si me ponen un plato de patatas con bistec y salsa, no me gusta que me pongan las salsas encima de la comida. Si como carne y me quedo sin acompañamiento ya no como más. Y si ponen patatas y arroz no me gusta que se toquen”, señala la artista. “Siempre me dicen que tengo algo de TOC, Trastorno Obsesivo Compulsivo”, confiesa.

“También soy muy maniática con los olores. Detesto los perfumes y muchas veces tengo que poner tapones en los oídos por el ruido en conciertos. Soy muy sensible”, señala Wöyza, quien prepara nuevo disco que espera ver la luz en 2023.

Xabier Díaz

Xabier Díaz comparte con Wöyza que le desagradan los perfumes fuertes. “Si sube alguien en el coche perfumado lo paso mal; un perfume me amarga el viaje”, apunta aunque coloca como primera manía el tener que llevar siempre su propio micrófono a los conciertos. “Durante años casi era capaz de adivinar en las pruebas de sonido el licor que había bebido el cantante el día anterior. No te imaginas la cantidad de alcohol que queda pegada a las rejillas de los micros. Yo necesito cantar casi con los labios pegados en la rejilla”, explica el músico. Otra manía es cepillarse los dientes antes de actuar aunque no haya bebido o comido antes.

Díaz reconoce que es extremadamente ordenado: “Encargué unas estanterías para almanenar pandeiretas y pandeiros que están muy clasificados y no puedo verlos fuera de sus lugares. Soy un poco excesivo con el orden. Llego de un concierto y aunque al día siguiente vuelva a utilizar la pandeireta, tengo que sacarla de la funda y ponerla en la estantería. Mi novia me dice que soy un poco TOC”.

La psicóloga Diana Rodríguez aclara que para declararlo TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) “tendría que ser algo muy grave y con diagnóstico psiquiátrico. La obsesión es un pensamiento y la compulsión, lo que haces para detener ese pensamiento. Es algo que se hace de forma excesiva”.

TOC o no, Xabier Díaz –que trabaja ya en temas nuevos para un nuevo disco que publicará a medio o largo plazo, sin prisas– está feliz. Tras el nutrido tour actual, por Galicia, en otoño hará una gira que le llevará hasta Argentina y Uruguay, incluyendo también conciertos en Madrid y Barcelona.

Moncho Borrajo, en una actuación en Pontevedra. / GUSTAVO SANTOS

Las tres rosas rojas de Moncho Borrajo

Moncho Borrajo habla de sus manías como diserta sobre su vida: con una sonrisa enlazada a las palabras. Algunas son básicas como su rechazo absoluto y sempiterno a usar servilleta de papel. “Como tenía bigote antes y ahora barba, si como o bebo y uso servilleta de papel se queda todo pegado y me quedo con pinta de cerdo”, justifica.

En lo relacionado con la comida, añade otra manía: detesta los platos de plástico para comer. Ya saben, si quieren invitarlo a cenar, o plato de cristal, loza cerámica o madera, pero nada de plástico.

En cuanto a lo relacionado con su profesión, le cambia la voz a un tono serio e incluso severo cuando defiende que le “encanta la puntualidad. Me enfada muchísimo que la gente llegue tarde y sin ninguna razón”. Él mismo da ejemplo: “Cuando voy a trabajar a un teatro llego dos horas antes y una hora antes me quedo tranquilo en el camerino, sin conceder entrevistas, porque necesito prepararme mentalmente para la actuación”.

Además, los 10 minutos previos al comienzo de show los pasa en el escenario detrás del telón oyendo al público, calibrando dónde están las voces más ruidosas y las más sigilosas para saber dirigir la suya más o menos potente según el ángulo.

No obstante, esta manía tiene su contraprestación: “Me pongo más nervioso pero ¡qué le voy a hacer!”.

Además, Borrajo porta un recipiente vacío que tiene una función muy importante para él en esos diez minutos anteriores al comienzo del espectáculo. “Bebo agua para mojar la boca y la gargante y después tiro ese agua utilizada en el recipiente para evitar que se me seque la boca. Parezco un boxeador...”, explica.

Pero sobre todas ellas, hay una manía emotiva, que borda el alma y que lo conecta con sus progenitores y su profesión.

Mi madre me pidió que llevara, cuando actúe, siempre tres rosas rojas. Era el símbolo de mi madre, mi padre y yo. Me decía que mirando para ellas, yo sabría que ellos siempre estarían conmigo”, detalla el actor gallego.

En algunas épocas de su vida, tras finalizar la actuación llegaba a regalar alguna de estas rosas a algunos fans. “Si era una mujer mayor o un hombre guapo”, detalla.

“Siempre compro las rosas rojas y a veces me salen caras, no te creas. Además, llevaba la foto de mis padres para ponerla al lado y así ya sabía que estaban conmigo”, explica el actor que ya está preparando nuevo espectáculo.

“Será para enero y seguramente empecemos en Vigo. Aún estamos pensando el título. El último fue “50 años” y a lo mejor a este le pongo 50+1 porque ya no sé cómo llamarle”, señala entre risas.

Diana Rodríguez: "Los miedos son causa clara de las manías"

La viguesa Diana Rodríguez es psicóloga social. En esta entrevista aclara conceptos que rodean a las manías.

-¿Dónde está el límite entre manía y hábito?

-El hábito lo haces comúnmente como el lavar las manos cuando llegas a casa o descalzarte. El hábito es una costumbre con un fin lógico y la manía es una costumbre que no tiene un fin lógico en sí mismo. Por ejemplo, tengo la manía de poner el reloj en capicúa. No tiene ningún sentido lógico en sí mismo, lo que pasa es que es algo que hago todos los días para levantarme. El hábito tendría un motivo, una causa, para el día a día para ayudarte. El otro puede actuar como un pensamiento mágico porque te va a dar buena suerte o simplemente lo empezaste a hacer una vez y ya quedó pero no tiene un fin en sí mismo racional.

-Alguna gente con la que he hablado deja caer que a lo mejor tienen un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). ¿Está vinculado realmente a las manías?

-Tiene que ser algo realmente muy grave y tiene que ser con un diagnóstico psiquiátrico. En el TOC la obsesión es un pensamiento y la compulsión es lo que haces para detener ese pensamiento. Por ejemplo, me obsesiono con que todo está sucio y que me voy a enfermar; la conclusión es limpiar la casa obsesivamente o lavarme las manos en un sentido exagerado. Tenemos gente en la consulta que tiene la piel llena de llagas y que vacían dos botes de gel en una vez que se duchan.

-¿Las fobias se vinculan también con las manías?

-No, es distinto, es un diagnóstico diferente. La fobia es como un miedo o una ansiedad.

-Hay gente que señala fobia a deteminados alimentos.

-Eso no sería una fobia. No hay ninguna especificación con los alimentos, en principio. Sería una manía o un trastorno de alimentación. Hay que ver qué pasa ahí.

-Las personas altamente sensibles (PAS), ¿tienen más manías que el resto?

-El síndrome PAS es una forma de ser. Hay personalidades altamente sensibles. Muchas veces hay correlación con altas capacidades y a veces tienen hipersensibilidad sensorial o cognitiva. Para tener más seguridad en sí mismo, generan ciertos rituales que al final se convierten en manías para calmar la ansiedad o hipersensibilidad. Rituales como contar tus años mientras subes en ascensor para que no te pase nada malo; dar tres golpes en la cama para que no te pase nada malo mientras duermes... Cosas así. Eso se llama pensamiento mágico. Este es muy típico de niños y adolescentes. Pero hay que tener cuidado porque puede ser la antesala a un TOC pero no tiene porqué darse. Es como cuando antes se rezaba el rosario, era un ritual. Entre ritual y manía hay una leve diferencia, no se sabe cuando empieza una y acaba otra.

-En psicología, ¿cómo definen PAS?

-Son personalidades altamente sensibles. Se caracteriza por que es un conjunto de síntomas, características. Todo lo afecta mucho más, la tristeza, el enfado... Lo viven con una intensidad doble que el resto de seres humanos. También tienen hipersensibilidad a olores, ruidos, y también tienen sensibilidad agudizada en las relaciones interpersonales. Si están con una persona que está triste o preocupada, tienen un nivel de empatía que absorbe la emoción del otro. Está relacionado con gusto por la naturaleza y gustos artísticos, por eso, muchas veces está relacionado con altas capacidades. Muchas veces también hay inseguridades y rituales.

-¿Puede ser como dice Rosa Montero en su libro que la gente con vocación artística a lo mejor tiene más manías que el resto de la población?

-Un estudio concluyó que el 90% de los artistas analizados tenían tendencia a tener un trastorno maníaco depresivo, una inestabilidad emocional. Un día están eufóricos, supercontentos, lo ven todo bien y al día siguiente es todo una porquería y la vida no sirve para adiante. Es gente que no tiene estabilidad emocional. Hay muchos trastornos con tendencia a las manías como la ansiedad, por eso, utilizan rituales para tranquilizarte; en los maniacos depresivos, también. En niños que afrontaron alguna muerte, incluso de animales, pueden hacer rituales para tener suerte, para tener tranquilidad. Los miedos son causa clara de las manías. Necesitas algo para calmarte.



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