Rabia, impotencia, asco, miedo... Así se sienten las mujeres frente al auge de los pinchazos en las discotecas que, proveniente de Reino Unido, circula desde hace unos meses en España. Un cuestionario elaborado por “El Periódico de Cataluña”, del grupo Prensa Ibérica, al que pertenece FARO, ha recopilado 20 voces de mujeres anónimas, de entre 18 y 26 años, con la intención de visibilizar su situación frente esta ‘nueva ola’ de violencia en espacios de ocio nocturno y cómo eso ha impulsado un cambio radical en sus hábitos, debido a que algunas confiesan ser incapaces de seguir con su vida con normalidad tras la llegada del fenómeno, del que en Galicia se han registrado cuatro denuncias hasta el momento: dos en A Coruña, una en Nigrán y otra en Cambados.

El 85% de las mujeres encuestadas asegura que ya no sale de fiesta con la misma frecuencia tras el inicio de las agresiones. En algunos casos, la rutina de las mujeres ha cambiado drásticamente. Una de ellas, por ejemplo, reconoce que se ha visto forzada a “beber menos, no estar cerca de grupos de chicos y estar vigilando todo el rato”. La misma joven, también subraya que ninguna de sus amigas va o vuelve sola de ningún sitio, “ni para ir al baño ni para pedir una copa”. Por otro lado, otra de las participantes enfatiza que en su grupo se ha pactado que, si alguna nota “el pinchazo”, se deberá avisar inmediatamente al resto.

Varias mujeres recalcan que salir de noche supone mantenerse todo el tiempo en alerta, lo que demuestra que su libertad está siendo coartada. “No podemos despreocuparnos y emborracharnos tranquilamente como hacen ellos”, puntualiza una de las mujeres que, además, confiesa que siente el deber de vigilar quién está detrás de ella, de su amiga o quién pasa por su lado.

“Jamás he dejado ni me han dejado sola, siempre nos acompañamos a todos lados y cuidamos las unas de las otras”, narra otra de las jóvenes. A pesar de ello, en su opinión, el peligro se ha incrementado porque ahora existe la posibilidad de contraer una enfermedad por medio del pinchazo. “Eso lo agrava todo”, confiesa.

En lo que a su experiencia se refiere, otra joven explica que ella ha optado por “no volver a pisar una discoteca en la que drogaron a una amiga, aunque a ella se la pusieron en la bebida” y, en cuanto a precauciones, muchas mujeres han manifestado que comparten con el resto de sus amigas la ubicación exacta cuando es necesario. “Si conocemos a algún chico, nos compartimos la ubicación a tiempo real por WhatsApp”, coinciden varias.

También hay quienes aseguran que sus hábitos no han cambiado especialmente como, por ejemplo, en el caso de una de ellas y su grupo de amigas, que siempre han tratado de “permanecer juntas toda la noche, avisarnos cuando llegamos a casa o, en caso de que alguna de nosotras salga, lo haga siempre acompañada”. Aún así la misma participante ha compartido que le tranquiliza pensar que su hermana, que saldrá de fiesta el próximo jueves, lo hará con su novio y amigos.

“Me parece muy triste el hecho de que me quede más tranquila sabiendo que sale con su novio, además de sus amigos, por lo que probablemente sea más difícil que se le pueda acercar alguien con esas intenciones” valora y concluye: “Me da miedo pensar que me pueda pasar a mi, pero sobre todo me da miedo que le pueda pasar a mi hermana”.

Amigos y pareja juegan un papel importante, según las declaraciones de diversas jóvenes, cuando se habla de mayor sensación de seguridad en la experiencia de pasar una noche de celebración. Una de las participantes confiesa que está orgullosa de los hombres que la acompañan en su vida, pero que “partiendo de la base que estoy rodeada de hombres maravillosos, es inevitable tener que hablar y pactar ciertas cosas con ellos, porque si no nunca van a poder empatizar al cien por cien, ya que no pueden sentir el miedo que tenemos”. Por ello, esta mujer considera que no está de más “comentar ciertas cosas, en cuanto a que estén más atentos o que no nos dejen ni un minuto solas”. Otra de las encuestadas, por su parte, asegura que ella espera que los hombres entiendan “que si su amiga o su novia tiene miedo no las deben tachar de exageradas”.

No todos los hombres

Al pavor que viven las mujeres por el nuevo método de agresión por medio de jeringuillas se le ha sumado el pulso de muchos hombres que, ofendidos por el discurso de las mujeres vía Twitter, han optado por volver a poner en relieve el clásico hashtag #notallmen (no todos los hombres) al que ellas han contrarrestado con el de #whysomanymen (por qué tantos hombres). “Bastante hacemos nosotras tratando de evitar estas situaciones tan horribles”, dice una de las encuestadas y considera, en ese sentido, que el cambio debería reflejarse en la educación social y la concienciación de los hombres, ya que, según ella, deberían “empezar a responsabilizarse y dejar la tontería del hashtag #notallmen para darse cuenta de que aquí hay un problema”.

“El miedo no es algo nuevo para nosotras”, explica una de las chicas. “Si bien ya solemos ir con la alarma activa cuando salimos de fiesta y tratamos de controlar donde dejamos nuestra bebida o de no separarnos de nuestro grupo, esto no nos servirá de nada ahora, ya que es imposible evitar que alguien nos pinche”, prosigue.

Interior ya analiza 60 denuncias

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, elevó ayer a 60 las denuncias que ya analizan las fuerzas de seguridad con el objetivo de determinar “qué hay detrás”: si se trata de un fenómeno de sumisión química para cometer un delito o si lo que se persigue es crear una “sensación de inseguridad”. Grande-Marlaska garantizó, en una entrevista en TVE, que los diferentes cuerpos policiales trabajan coordinados para “concretar y comprobar” si esos pinchazos buscan la inoculación de sustancias tóxicas para someter a la víctima y cometer un delito, fundamentalmente de carácter sexual. Pero también para determinar “si hay otra voluntad detrás, como la de intentar trasladar una situación de inseguridad” y, sobre todo, “amedrentar a un colectivo” con un “discurso absolutamente machista de tratar de sacar al 50% de la población, a las mujeres del espacio público”, subrayó “Estamos trabajando en hacer un estudio individualizado de estos supuestos para determinar a qué obedecen”, añadió. El ministro instó a las víctimas, esencialmente mujeres, para que, ante la “mínima creencia de haber sido objeto de un pinchazo, lo denuncien” y vayan a un centro de salud porque “hay tóxicos que son de muy rápida absorción”. “Esa conducta ya es delictiva”, afirmó Grande-Marlaska al recordar que el pinchazo ya constituiría un delito de lesiones con la circunstancia agravante de género. Después, dijo, se podrá determinar si ha habido inoculación con otra finalidad específica y si se puede ampliar la imputación. El ministro recordó que la sumisión química no es algo nuevo, y que las fuerzas de seguridad trabajan desde hace “mucho tiempo” con modificaciones legislativas para incrementar la respuesta penal. Por su parte, el PP ha registrado una batería de propuestas en las que pide al Gobierno un refuerzo policial en las fiestas para evitar pinchazos con jeringuillas y reclama las comparecencias de los ministros de Interior, Fernando Grande-Marlaska, e Igualdad, Irene Montero, para informar de las denuncias presentadas. Los populares han presentado una proposición no de ley en la que instan al Gobierno a elaborar cuanto antes un plan de acción contra los pinchazos, que incluya un protocolo único sanitario y policial de detección e intervención en caso de sospecha de sumisión química y en cualquier tipo de denuncia de haber sufrido este tipo de agresión en un local de ocio nocturno o fiesta.