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El CSIC investiga en Galicia el empleo de bioactivos de algas para fortalecer cultivos

Busca aprovechar descartes de la producción para lograr fertilizantes y evitar o reducir pesticidas | Es un proyecto con la empresa gallega Portomuíños y el apoyo de la Xunta

El CSIC investiga en Galicia el empleo de bioactivos de algas para fortalecer cultivos CSIC

El saber popular siempre ha apuntado que las algas podían ser un buen abono para jardines y huertos; pero ¿cuánto hay de razón científica en ello? El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la empresa comercializadora de algas Portomuíños y la Xunta (Consellería de Medio Rural) están desarrollando el proyecto Algaterra para calibrar si los vegetales del mar son realmente buenos fertilizantes o incluso pueden evitar o reducir el uso de pesticidas en plantas como viñas, lechugas o patatas.

“Lo que queremos –explica Antonio Muíños, de la firma Portomuíños– es aprovechar los biocomponentes de las algas para reforzar los cultivos de plantas mediante técnicas de extracción y el aporte de estos bioactivos. En este campo, se está trabajando mucho en los países nórdicos. Nosotros nos planteamos ver si había un valor añadido en los descartes de las algas de cultivo”.

Cuando se cultivan algas siempre hay un porcentaje que acaba en descartes que no acaba siendo comercializada. “En vez de incorporar los descartes a la tierra como tal, lo que hacemos es extraer los bioactivos para aplicarlos a diferentes plantas y en distintas fases de su desarrollo para ver cómo refuerzan su crecimiento y resistencia natural a las plagas que puedan tener sin productos químicos o reduciendo el uso de los mismos”, añade Muíños.

En estos momentos, los ensayos científicos están siendo desarrollados en la Misión Biológica del CSIC en Pontevedra. En la investigación, trabaja el grupo Viticultura, Olivo y Rosa (VIOR), cuya jefa es María del Carmen Martínez Rodríguez. Esta científica, que dirige el ensayo, explica que esperan tener resultados de la investigación en octubre.

“Se hacen ensayos con los compuestos que extraemos para ver cómo pueden ayudar al crecimiento de las plantas o ver su respuesta ante diferentes enfermedades. Una vez tengamos estos resultados podemos ver qué tipo de componentes del sustrato se pueden añadir más o menos para elaborar un producto natural que se pueda aplicar sobre las plantas y así eliminar tratamientos químicos contra plagas”, señala Antonio Muíños.

El empleo de los descartes de cultivos de algas en lugar de echar mano de las que directamente se pueden encontrar en las playas tiene su explicación. Este experto detalla que los residuos de algas en el litoral tienen una función biológica: “Hay peces que hacen puestas (de huevos) en ellas; fermentan en ellas crías de pulgas de mar que sirven de alimentación a peces... Hay una explicación biológica. Hoy en día se limpian las playas por tema de turismo pero hay otras zonas más salvajes que no se limpian ni se debe hacerlo”.

No obstante, reconoce que el proyecto podría ayudar a determinadas cofradías que tienen en la proliferación masiva de algas un enemigo para sus cultivos. Las mariscadoras las retiran de los arenales y el aprovechamiento que investiga el CSIC de éstas podría suponer un valor añadido. “Hay una oportunidad ahí”, reconoce Muíños.

Entre las especies de algas que se están analizando en este proyecto piloto se encuentra el kombu de azúcar. “En función de los resultados iremos sumando unas u otras algas para mejorar el producto y que sea bueno para el campo”, añade.

Además de la Misión Biológica (especializada en viña en este proyecto piloto), colaboran con la Escola Politécnica Superior de Lugo para realizar ensayos en patata (de la marca Oscar Riveiro), lechuga (Horta da Lousa) y tomate. “Se están viendo resultados prometedores en cuanto al fortalecimiento de las plantas”, señala Muíños aunque matiza que también se analizará la calidad del producto.

El fin es diseñar un nuevo fertilizante de aplicación en suelo para viña (bodegas como Terra de Asorei colaboran), patata y cultivos hortícolas; sustrato con adición de algas deshidratadas para semilleros decultivos de huerta; biostimulantes para viña y huertos; además de la elaboración de guías sobre sus usos con lo que se divulgarán los resultados entre los sectores agrícolas.

Semilla de erizo embarcada antes de la puesta en el mar. Portomuiños

Adelante con la siembra de miles de erizos en la costa

Las algas no son el único cultivo sobre el que investiga Portomuíños. Esta misma semana realizaban una nueva siembra de erizos de mar en la costa coruñesa con el fin de repoblar el litoral con esta especie tan cotizada y amenAzada.

“Esta semana sembramos 30.000, que se suman a los 50.000 del año pasado y a los 20.000 del anterior. En octubre, lo haremos con otras 30.000 unidades”, explica Antonio Muíños, de Portomuíños.

“Estamos recuperando con un proyecto, Algafrés, subvencionado por la Consellería de Mar zonas donde había desaparecido, en algunos casos debido al embarrancamiento del Mar Egeo junto a la Torre de Hércules; además de por otras causas como la sobreexplotación y furtivismo o el cambio climático”, señala.

Los resultados obtenidos hasta ahora están respondiendo a sus expectativas: “Estamos muy contentos, ha sido un éxito fantástico. Estamos consiguiendo unos resultados que llaman la atención a gente de Sudáfrica, Suecia, Irlanda... Queda fascinada con ellos, pero es verdad que las rías gallegas ayudan al éxito”.

Las siembras hasta ahora se han realizado sobre todo en la ría de A Coruña en colaboración con la cofradía de la ciudad herculina.

Con sus pescadores, están estudiando cómo sembrar a distintas profundidades y con distintos tamaños de erizos juveniles.

En cuanto a la inclusión de zonas de la provincia pontevedresa en este proyecto, Antonio Muíños señaló que en su momento invitamos a Aldán y otras cofradías a ver cómo funcionaba pero finalmente se volcaron las del norte.

No obstante, cree que la de O Grove será la próxima con la que prosigan el plan.

 

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