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Los pinchazos del pánico

Las denuncias van en aumento en todo el país | Ninguna víctima refiere agresión sexual asociada | Los expertos no creen que la inyección responda a la sumisión química

Jóvenes, en una fiesta en la disco Pachá en Ibiza. FdV

Las denuncias de pinchazos a mujeres en zonas de ocio –Galicia contabiliza cuatro: una en Nigrán, una en Cambados y dos en A Coruña– no paran de aumentar en todo el país, lo que ha despertado alarma social ante una posible ola casos de ataques de sumisión química. Pero ¿se corresponden con la sumisión química? ¿Qué móvil hay detrás de ellos? Sin restar importancia a los casos que se conocen, los expertos creen que no encajan con este método.

Jesús Cancelo, psicólogo clínico y director de Alborada, se inclina más por pensar que los casos que se están denunciando responden a otro tipo de finalidad. “Por el tipo de pinchazo que es, parece más un acto de poder sobre la mujer, de humillación, que de sumisión química”, afirma.

No obstante, matiza que es necesario investigar cada caso para llegar al fondo del asunto. “Con el tiempo llegaremos a saber si fue una falsa alarma o si fue otro tipo de fenómeno. El problema es que hay muchos tipos de sustancias tóxicas que no dejan rastro en el organismo, por lo que un ataque de sumisión química es muy difícil de demostrar”, comenta.

Respecto a esto, recuerda que un estudio europeo que analizó algo más de doscientas muestras de víctimas de sumisión química solo halló rastro de sustancias químicas en un 1%, bien porque se perdió el rastro de la sustancia al cabo de unas horas o bien porque no se inoculó ninguna. Para detectar las sustancias que se emplean en la sumisión química también es necesario contar con la tecnología adecuada, algo que lo que no cualquier laboratorio dispone, según Cancelo, lo que puede retrasar las pruebas y permitir que el rastro de la sustancia desaparezca, por lo que sería indetectable en el análisis toxicológico.

Lo que a este experto le hace sospechar también que tal vez no se trate de ataques de sumisión química es que este método delictivo tiene dos móviles: cometer una agresión sexual o un robo, y ninguna de las víctimas de pinchazos ha denunciado ninguno de estos delitos. Otro aspecto es el pinchazo en sí mismo. Explica que para inyectar una sustancia química se requiere una aguja de mayor calibre que la que parece que se está empleando en estas agresiones y también más tiempo para que se pueda introducir la cantidad suficiente de droga para anular la voluntad de la víctima

“Estos pinchazos son tan pequeños que se está pensando que se están realizando con algún instrumento punzante o con bolígrafos de insulina, que tienen microagujas, lo que no es suficiente para lograr una sumisión química”, opina.

El especialista alerta de que esta práctica pueda tener un efecto de imitación y que aumente el número de víctimas, al mismo tiempo que teme que pueda distraer del verdadero modus operandi de la sumisión química, que es diluir una sustancia química en la bebida de la víctima.

“La droga más corriente en esta práctica delictiva es el alcohol, que puede mezclarse con bezodiacepinas –calmantes y sedantes–, muy fáciles de conseguir y también de administrar, y que producen automatismo y amnesia”, explica. Por ello, recomienda no perder nunca de vista la consumición.

El método habitual de la sumisión química es administrar la droga en la bebida

En efecto varios estudios realizados en España, constatan que el alcohol está presente en un 80% de los delitos de sumisión química, y el 20% restante corresponde a las benzodiacepinas, el GHB o éxtasis líquido, la ketamina y, en menor medida, la burundanga. Y es que, a pesar de la oleada de denuncias por pinchazos, las vías más rápidas y comunes para drogar a una persona son, tal y como advierten los expertos, a través de la bebida, esnifando o intravenosa. Además, tanto en casos de sumisión química como en otros de abusos y agresiones sexuales, en el 80% están implicados conocidos de la víctima en lugar de desconocidos con los que se han cruzado por casualidad.

Por su parte, el catedrático de Medicina Legal por la Universidad de Granada, José Antonio Lorente, atribuye estos pinchazos a gamberradas. Este experto opina que “es muy difícil” que con la nueva vía del pinchazo pueda haberse generado una sustancia que no esté controlada en los análisis toxicológicos y advierte también de un posible efecto imitación para “originar pánico”.

En cualquier caso, el director de Alborada entiende que no hay que poner en duda ningún testimonio y que hay que adoptar las medidas necesarias para proteger a las mujeres hasta que se sepa qué ha pasado.

El experto gallego recomienda a las mujeres estar siempre acompañadas por amigos para evitar que alguien pueda administrarle cualquier sustancia en la bebida; denunciar el ataque y acudir inmediatamente a los servicios de urgencias, y no ir nunca sola, ya que puede estar somnolienta.

Los gobiernos de varias comunidades han puesto ya manos en el asunto. La Generalitat de Cataluña ha actualizado su protocolo sobre la sumisión química y Andalucía prepara uno. Por su parte, el PP ha reclamado que el Ministerio de Sanidad cree un protocolo de respuesta “uniforme” ante el aumento de pinchazos en todo el país.

Independientemente de si son por sumisión química o no, los pinchazos constituyen un delito leve de lesiones según el Código Penal.

La Policía cree que responden a una ola de vandalismo

La Policía Nacional y la Guardia Civil llevan en alerta desde hace semanas ante las denuncias de pinchazos a mujeres con fines de sumisión química. El inicio de esta ola se registró en Pamplona durante los últimos Sanfermines, el mismo lugar y momento en el que se produjo la violación grupal más mediática, la de la Manada, y que supuso un punto de inflexión en el movimiento feminista.

Solo un caso, el de una niña de 13 años en Gijón, arrojó un resultado positivo en sustancias tóxicas, concretamente éxtasis (MDMA). La policía aún investiga cómo llegó el estupefaciente a su torrente sanguíneo. El caso está siendo investigado por la Policía Nacional, que centra las sospechas en un hombre de unos 45 años que pudo ser visto por varios testigos y la víctima cuando le pinchó a la altura del gemelo.

En el resto de los casos denunciados, que se cifran ya en varias decenas, no se ha encontrado ni rastro de drogas. Tampoco esos picotazos se han visto seguidos de abusos o agresiones sexuales. Ni siquiera de intentos.

Fuentes de ambos cuerpos policiales, que no dudan de la palabra de las chicas, sino del objetivo de los atacantes, coinciden en el análisis: temen que se trate de una moda propagada a través de algunas redes sociales en las que grupos de jóvenes, a veces para asustar a las mujeres y otras por un macabro y necio sentido del humor, estén agrediendo a chicas en lugares muy concurridos con objetos punzantes, sin llegar a inocular nada.

Especialistas policiales en cibercrimen rastrean internet en busca de trofeos de esas hazañas en forma de fotos o vídeos, aunque sin éxito de momento. Y advierten: el foco se está desviando hacia teorías absurdas –es imposible inyectar líquido en una fracción de segundo, el propio picotazo pone en alerta a la víctima y frustraría el factor sorpresa en un ataque sexual, siempre ocurre cuando la víctima está acompañada...– cuando la sumisión química es algo muy real, que tiene otros escenarios: introducir la droga en la bebida o aprovechar el estado de pérdida de la conciencia de una mujer por haber consumido alcohol o estupefacientes y violarla aprovechando su indefensión.

Dos nuevos casos en Galicia 

Galicia suma ya cuatro denuncias tras las conocidas ayer en Cambados y A Coruña. Una menor, acompañada de su madre, denunció en el Cartel de la Guardia Civil cambadés haber sido víctima de un pinchazo durante el concierto del miércoles en Fefiñáns. La Guardia Civil ha abierto una investigación para esclarecer lo sucedido. Fuentes del Sergas detallaron que el Hospital de O Salnés atendió tres casos de chicas que asistieron a ese acto. Dos de ellas presentaban síntomas de ataques de ansiedad y la tercera sí refirió un pinchazo.

Asimismo, el 091 confirmó una segunda denuncia por pinchazo en A Coruña. La joven, que salió de fiesta por la ciudad herculina, interpuso la denuncia en Santiago el 17 de julio. Aseguró haber notado el pinchazo, pero en ningún momento se desmayó. De hecho, en cuanto notó algo, avisó a su grupo de amigos y a personal del local en el que se encontraba. La investigación está en marcha para saber si se le suministró alguna sustancia, pero fuentes policiales señalan que no coincide con un caso de sumisión química.

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