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Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas

El gesto de poder comunicarse

Miriam Peña es una de las 11 intérpretes que trabajan en Fexas, organización que pide más recursos para su labor. Las barreras comunicativas impiden que las personas sordas puedan integrarse plenamente

Miriam Peña interpreta lo que dice Maite Berrocoso. / SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

"Menos irte a planchar la ropa, puedo hacer cualquier cosa". Con humor describe su trabajo Miriam Peña, una de las once intérpretes de lengua de signos que trabajan en la Federación Extremeña de Asociaciones de Personas Sordas (Fexas), una organización que a su vez funciona en red con las tres asociaciones de personas sordas de CáceresMérida y Badajoz y que ayer conmemoraban el Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, una jornada que sirvió para reclamar más concienciación y visibilidad que eliminen "las muchas barreras de comunicación" con la que las personas sin audición se encuentran en su día a día. 

Unos obstáculos en los que los intérpretes son "un puente" para poder sobrepasarlos. Peña llega a su trabajo y lo primero que hace es consultar su calendario para saber los servicios que debe prestar ese día. El primero es a las 10, en el centro de salud de Nuevo Cáceres. "Yo hago de intérprete, le acompaño en el médico y traduzco lo que dicen", cuenta Peña. Pero señala: "Nosotros solo interpretamos, si hay que explicar alguna cosa adicional ahí ya tiene que intervenir un mediador de comunicación", explica. Una vez finaliza ese servicio, debe presentar un documento justificativo en el que lo describa. 

Consulta de nuevo su calendario y le toca coger el coche: tiene otro servicio en Mérida. "Voy al ayuntamiento para hacer una gestión con una bolsa de empleo que hay abierta". Una vez acaba, el usuario le pide que haga una llamada telefónica. Vuelve a hacer sendos documentos justificativos y finaliza su jornada. "Depende del día tenemos más servicios o menos. La gente cuando piensa en la figura del intérprete nos visualiza en la televisión o en los actos oficiales, pero eso no será ni el 5% de lo que solemos hacer. Sobre todo nos dedicamos a gestiones del día a día, todo lo que tú te puedas imaginar que haces, una persona sorda nos necesita por todas las barreras que se encuentra. Ahora hay muchas peticiones para que les acompañemos a Hacienda para la declaración de la renta", explica. 

"La gente cuando piensa en la figura del intérprete nos visualiza en la televisión o en los actos oficiales, pero eso no será ni el 5% de lo que solemos hacer"

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Peña, que lleva más de 15 años trabajando como intérprete, tuvo su primer contacto con la lengua de signos en el colegio de integración en el que estudiaba, en Mérida, pero fue en el instituto donde decidió que quería dedicarse a ello: "Fue por una compañera sorda. Yo veía que no se podía comunicar como nosotros, ya no en clase, si no sobre todo en el patio con el resto", recuerda. 

Las lenguas de signos españolas son idiomas oficiales del Estado desde 2007, sin embargo las asociaciones deploran que todavía no se han implantado como el resto de idiomas del país.

"Cuando tú vas a un edificio público ves normal que haya una rampa de accesibilidad, no te preguntas cuántas personas la han utilizado, se da por hecho que debe estar ahí, pues esto es lo mismo"

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"En la pandemia fue horroroso, porque todo se hacía por teléfono y era un no parar», recuerda Peña. La intérprete acompañaba ayer a Rosa Álvarez, coordinadora de la asociación de Cáceres, y Maite Berrocoso, presidenta de la federación, en el puesto montado en el cacereño paseo de Cánovas para dar información a los ciudadanos. "Hemos avanzado mucho desde 2007 pero aún no hemos conseguido los objetivos", lamentaba Álvarez. Berrocoso por su parte apuntaba a un dato: "En el norte de Europa se calcula que hay un intérprete para cada 10 personas sordas y en España uno para 140. Tenemos carencias, no podemos cubrir todas las emergencias sanitarias porque nos faltan recursos", denunciaba. Ambas coinciden en señalar que a día de hoy todavía se sigue condicionando la presencia de un intérprete a asegurar que en el acto vaya a haber una persona sorda: "Es como forzar a que alguien vaya. Pero puede haber una persona sorda que precisamente no acuda o se quede si no hay una intérprete, es como la pescadilla que se muerde la cola", expone Álvarez.

"Cuando tú vas a un edificio público ves normal que haya una rampa de accesibilidad, no te preguntas cuántas personas la han utilizado ese día, se da por hecho que debe estar ahí, pues esto es lo mismo", apunta Peña. "A estas personas no les llega toda la información, hay muchos medios que no están adaptados, con lo que no pueden participar en sociedad igual que el resto. La mayoría de las webs oficiales sí que lo están, pero aún faltan", tercia Álvarez. "Debemos normalizar que haya intérpretes en los eventos culturales, cuando se leen manifiestos sociales, en las ruedas de prensa... Que todas las actividades estén adaptadas", añade Peña.

Alejandro Pifano habla junto a otros miembros de Fexas y Apscc mientras Peña les interpreta. / SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

Educación

Y si el objetivo es que la lengua de signos sea una más en la sociedad, quizás el primer paso sea que esté presente en los colegios. "A los niños es algo que les llama mucho la atención cada vez que vamos a dar una charla. La semana pasada estuve en Cabezuela del Valle y la jefa de estudios me preguntó si no se podía introducir como asignatura", interviene ahora Alejandro Pifano, interpretado por Peña, que también estaba presente en Cánovas. Él es agente del desarrollo de la comunidad sorda: un mediador que adapta información, hace vídeos, talleres y actividades para que los usuarios tengan más fácil saber qué ocurre en el mundo "con sonido". "Lo cierto es que ya hay en el Senado una propuesta para incluirlo en el currículum escolar, o sea que la intención está, lo que no sabemos es cuándo se va a materializar", media Berrocoso.

"Es importante para las personas oyentes y también para los niños sordos, que tienen derecho a crecer en su primera lengua. Hay veces que dicen ‘pues que lea y ya está’, pero es que aunque puedan leer, las personas sordas tienen otra estructura del lenguaje y les puede ser difícil entenderlo. En la lengua de signos la forma de comunicarse es primordialmente visual. Primero aprenden el alfabeto dactilológico, que servirá para deletrear un nombre --aunque luego cada persona tiene un signo único que le sirve de identificación-- o cosas que no sepas, pero luego se pasa al concepto y de ahí al signo. Las estructuras comunicativas son muy diferentes", describe Peña.

Ella ha accedido a participar en este reportaje casi a regañadientes, ya que "el código deontológico del intérprete nos dice que tenemos que ser casi invisibles". Sin embargo, su labor es primordial. Junto a más recursos, el objetivo final es eliminar todas las barreras para promover que el mundo de las personas oyentes y de las sordas sea el mismo. Un signo del tan simple como complicado gesto de poder comunicarse. 

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