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Fernando Lillo Riconet Doctor en Filología Clásica

“Muchos lugares que visitamos hoy son los mismos que se visitaban en la Antigua Roma”

“Nunca ha habido tanto interés por la cultura clásica pero ha sido tan maltratada en los planes de estudios como ahora”

Fernando Lillo, en una fotografía tomada en la ciudad de Mérida. Cedida

Somos más “romanos” de lo que pensamos. También en nuestros gustos turísticos, porque eso de tener una segunda vivienda, desconectar en plena naturaleza, relajarse en el balneario o visitar monumentos no es algo que haya inventado el hombre moderno. En el Imperio Romano hacer turismo ya era una costumbre extendida, y no solo entre las élites. Los romanos eran que un pueblo amante de los desplazamientos. Fernando Lillo Reconet, doctor en Filología Clásica y catedrático de Latín en el IES San Tomé de Freixeiro de Vigo, propone un viaje por los destinos preferidos de los romanos en “Hotel Roma. Turismo en el imperio romano” (Confluencias Editorial), que recoge datos sorprendentes, algunos conocidos y otros no tanto. Lillo estará el próximo 11 en la Feria del Libro de Madrid para presentar este libro y el 16 (19.00 horas) en su instituto, en un acto abierto al público en el que participarán algunos de sus alumnos. El anterior libro de Lillo es "Un día en Pompeya", un recorrido por la rica ciudad romana durante una jornada típica antes de la erupción del Vesubio lleno de curiosidades.

–¿Ha cambiado mucho el turismo desde la Antigua Roma?

–Hay que tener en cuenta que el turismo de masas como lo entendemos no existía en el mundo antiguo, pero sí desplazamientos, que no eran algo exclusivo de las personas ricas. Las humildes también viajaban. En el libro propongo un viaje por el Imperio Romano, pero en la piel de los turistas romanos, es decir, cuáles eran sus lugares de vacaciones preferidos, qué lugares visitaban y por qué... Al final llegamos a la conclusión de que muchos de esos lugares son los mismos que visitamos nosotros y las motivaciones también son casi las mismas.

–¿Como nosotros, escapaban del mundanal ruido?

–Roma era una ciudad caótica, con ruidos, problemas de tráfico, por lo que aquel que tenía un poco de posibles buscaba una pequeña residencia a las afueras o una villa de recreo. También iban al golfo de Nápoles, que hoy sigue siendo un lugar muy turístico y que estaba lleno de lujosas villas de los potentados romanos. Vayas, por ejemplo, era como nuestra Costa Azul. O a Sicilia, que tenía todo un recorrido turístico, donde no faltaba la visita al Etna; o a Taormina, con su teatro griego. Incluso tenían un circuito por Grecia, que para ellos era la cultura por excelencia. Y como hacemos nosotros, también visitaban las casas de personajes famosos, como la del emperador Augusto, lugares históricos, como el lugar de la batalla de Maratón, y lugares donde había reliquias mitológicas, como un templo de Egipto donde se decía que se conservaba la sandalia de Perseo, un templo del sur de Italia donde se hallaban las herramientas con las que se había construido el caballo de Troya y la nace de Eneas, en el río Tíber.

“Nunca ha habido tanto interés por la cultura clásica pero ha sido tan maltratada en los planes de estudios como ahora”

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–¿Cómo llega todo esto hasta nosotros?

–Todo esto está recogido en textos de escritores como Pausanias, que escribió la primera guía turística del mundo, una descripción de Grecia en la que recoge costumbres, rituales, leyendas y monumentos. Es el que nos da la pista de lo que veía el turista de aquella época.

–¿El turismo sanitario también se practicaba en Roma?

–Sí. Para recuperar la salud viajaban a balnearios. Por ejemplo, aquí tenemos las Burgas, en Ourense, cuyo origen era un santuario que en los romanos cobró gran importancia y del que conservamos una pequeña piscina donde se sumergía la gente para curarse. Pero también por deporte. Nosotros vamos a la final de la Champions a París y ellos se desplazaban para ver eventos deportivos como las Olimpiadas. En Olimpia muchos acampaban en los alrededores como hacemos hoy en los festivales de verano.

–¿Y como destino exótico?

–Egipto. Y, como nosotros, visitaban las pirámides, la esfinge y los colosos de Memnón, a veces con guías turísticos. Incluso en una de las piedras de una de las pirámides se conservó, durante siglos, un poema grabado que decía: “He visto las pirámides sin ti, querido hermano”. Es decir, que también hacían “graffitis”. En Egipto conservamos muchos. El turista actual reproduce muchas de las actitudes del turista romano. Los romanos tienen muchas cosas en común con nosotros, por eso son clásicos y por eso seguimos estudiándolos.

“El turista actual reproduce muchas de las actitudes del viajero del Imperio Romano”

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–¿Qué lugares visitaban en Gallaecia (Galicia)?

–No tenemos datos al respecto porque cuando se escribieron estos textos, Galicia aún no era un sitio para visitar turísticamente. Pero viajaban. La galaicorromana Egeria nos dejó en el S. IV un testimonio precioso de su visita a Tierra Santa que también lo recojo en el libro, un texto muy moderno y el primero que conocemos escrito por una mujer, que pudo verse por primera vez en la comunidad en la muestra “Galicia, un relato en el mundo” en la Cidade da Cultura, antes de la pandemia.

–Tengo que preguntarle: ¿Cómo ve el futuro del latín y del griego?

–En esta nueva ley de educación estamos muy maltratados. Somos el único departamento que tiene todas sus materias optativas. O sea, que tú puedes pasar por la ESO sin haber visto nada de cultura clásica, y por Bachillerato igual a no ser que cojas el humanístico. Es dramático porque las nuevas generaciones no van a tener la oportunidad de beber de la fuente de los clásicos, que les hace reflexionar, pensar... No solo hay que enseñar para la utilidad práctica. Estamos en un momento paradójico porque nunca ha habido tanto interés ni tantos buenos libros sobre la cultura clásica y al mismo tiempo ha estado tan maltratada en los planes de estudios como ahora.

–¿Por qué cree que lo está?

–Creo que es más bien una decisión política porque yo en la sociedad sí veo interés por los clásicos. Seguiremos luchando, porque esto tiene que pasar, como en Francia, que está recuperando las humanidades y la cultura clásica, aunque, mientras tanto, habrá mucha gente que se lo va a perder.

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